Actualizado hace 9 años – Publicado el 27 de febrero de 2015
Por Agustín Olías.
De nuevo acompaño a Mercedes y Mario, técnica y voluntario del departamento de Vivienda de Málaga Acoge en una de sus visitas. Antes de partir, Mercedes me comenta algunas cifras del trabajo del equipo Vivienda de Málaga Acoge.
“Durante el año 2014 nos pusimos en contacto con medio centenar de particulares para negociar la condiciones de alquiler. De esos contactos hemos conseguido mediar en el alquiler de 23 viviendas, siempre visitando previamente los pisos para asegurarnos que cumplen unas condiciones mínimas de habitabilidad. Una vez que la familia vive en el piso, realizamos visitas cada cierto tiempo, que denominamos visitas de acompañamiento. Nuestro objetivo es ver cómo es la situación real de la familia en el piso una vez que viven en él. Por ejemplo, uno de los aspectos que más nos preocupa es que los niños duerman en buenas condiciones. También solucionamos problemas que puedan surgir con el propietario; o hacer pequeñas reparaciones, para lo cual contamos con unos voluntarios muy apañados y manitas, como son Mario Arias y Luis Alberto Arribas”, explica Mercedes.
Durante el camino, también me pone al día sobre el piso que vamos a visitar en esta mañana: “Lo habita una familia nigeriana formada por el matrimonio, Daniel y Joy, y su hija Folasade, de cinco años. Encontrar este piso ha sido un proceso largo y costoso; nos ha llevado casi todo el año 2014”, explica. Me sorprende esa afirmación. Creía que, con la crisis, habría muchas viviendas en alquiler. Mercedes me mira como una curtida trabajadora miraría a un novato aprendiz. “Varios propietarios no quisieron alquilar su vivienda al saber que la familia era negra”, subraya. Algo que Málaga Acoge ha denunciado en numerosas ocasiones ante las administraciones y medios de comunicación como este reportaje en Diario Sur, este artículo en La Opinión de Málaga o en diversos reportajes en la página web como este.
El padre de familia, Daniel, nos espera en el portal de su casa, situada en un barrio obrero de la ciudad. Mientras subimos a su vivienda, me cuenta su historia:
“Salí de Nigeria a los 23 años y llevo ya veinte años en España. Yo había estudiado Administrador de Negocios, pero allí la seguridad está muy mal. Pensé que iba a estar bien en España y así fue hasta la crisis económica. En el 2005 compré una vivienda con hipoteca. Yo tenía buen trabajo en la construcción, así que no dudé en hacerlo. Pero a los tres años me quedé sin empleo y no encontraba otro. Al cabo de un tiempo me tuve que ir del piso, porque no podía pagar las letras. Solicité la dación en pago al banco, que me dijo que si conocía a un comprador, me liberaban de la deuda. Al final un amigo mío llegó a un acuerdo con el banco y compró el piso por unos 30.000 euros cuando el precio original del piso era de 130.000 euros”.
Entramos en el piso. Es amplio, con tres habitaciones, salón, cocina y cuarto de baño. La decoración es bastante heterogénea. Daniel sonríe: “El piso estaba amueblado y yo también he traído algunos muebles míos que tenía en mi primer piso”.
Mercedes me comenta que, en este caso, ha sido un trabajo conjunto entre Málaga Acoge, Servicios Sociales del Ayuntamiento de Málaga y Comedor de Santo Domingo el que ha conseguido que la familia de Daniel pueda estar en este piso. Me intereso por los detalles económicos y Mercedes, siempre amable, me explica: “La familia recibe una ayuda del Comedor de Santo Domingo para pagar los seis primeros meses del alquiler. Pero además, y muy importante, se ha trabajado la realidad del ahorro. Como Daniel tiene pocos trabajos esporádicos y mal pagados, se ha acordado con él que lleve el dinero que gana al Comedor de Santo Domingo. Allí le gestionan ese dinero, cubriendo parte de los gastos y ahorrando otra parte para cuando la ayuda que ahora tiene se acabe”.
Una vez que Mercedes y Mario han hecho su trabajo de interesarse y solucionar los problemas y necesidades que tiene la familia en el piso, nos despedimos de Daniel y de su mujer, Joy. Les doy ánimo y les deseo suerte, pero a Daniel no le veo muy convencido del futuro. “Estoy muy agradecido a Málaga Acoge porque nos ha ayudado mucho a la hora de conseguir este piso y también a los Servicios Sociales y al Comedor de Santo Domingo. Gracias a todos ellos tenemos una casa, mi hija va al colegio, comemos todos los días (en el Comedor desayunan y comen de lunes a sábado) y Joy está haciendo un curso de cocina para ver si puede encontrar trabajo. Pero estoy un poco desesperado porque yo no encuentro ningún trabajo estable y no sé qué haremos cuando esta ayuda se acabe. Quizás tenga que irme a buscar trabajo a Inglaterra, donde tengo familia”.
Mercedes y Mario salen satisfechos de la visita. El piso es adecuado y la familia está bien. Pero saben que hay que seguir trabajando duro para buscar oportunidades para otras familias, pues los recursos son pocos y las necesidades muchas.
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