«Me di cuenta de que salí tarde de ahí, de que le dejé tarde. Me di cuenta de que no le necesitaba, de que yo era el pilar de la casa, la que aportaba todo y la que hacía vivir a mi familia». Virgo Edith, como prefiere que la llamemos en vez de su verdadero nombre, vive con sus hijos en un piso de acogida que mantenemos en Mijas desde que decidió decir basta al maltrato de su pareja. «Era difícil lo que estaba viviendo en la casa. Tres años de sufrimiento y sufrimiento hasta que no pude más porque cada día era peor y buscaba una salida».
Hace más de una década que llegó a España desde Senegal donde estaba trabajando. «Vine para apoyarle porque era mi pareja. Yo podía haber tenido un futuro en mi país». Recuerda lo duro de los comienzos para los dos: «Al principio fue difícil. Necesitamos tiempo para integrarnos. El tema fue sobrevivir trabajando en lo pudimos en negro hasta que cumplimos tres años y pudimos tener nuestro permiso de residencia».
Siempre ha tenido empleo. «Tengo experiencia de camarera, recepcionista, administrativa. Soy una persona que no puede estar sin hacer nada, que necesita trabajar», afirma. Desde que está en el piso, que comparte con otras mujeres, está tranquila. «Estamos mucho mejor. Los niños están bien. Gracias a esta ayuda he podido dejar atrás el maltrato y estoy segura de que él tiene todas las puertas cerradas».
El piso, un paso adelante
Tiene claro que el piso es sólo «un paso para seguir adelante y estabilizar nuestra situación». Representa una «ayuda muy grande que aporta muchísimo. Esta tranquilidad que tenemos ahora es la que él nos robó durante años».
Está decidida a «recompensar» a sus hijos por lo mal que lo que han pasado -«fue tan difícil e inesperado»- y «enseñarles que la vida sigue adelante y que pase lo que pase si uno se decide todo puede salir perfecto».
Antes de entrar a vivir en el piso, Virgo Edith ya conocía nuestra sede de Málaga Acoge en Fuengirola donde tocó la puerta hace años para recibir clases y asesoramiento. Fue nuestra compañera Rosalía la que le ofreció una plaza en la vivienda de acogida hace unos meses tras hablar con una asociación de mujeres. de la localidad. «Lo único que necesitaba en ese momento era dónde dormir con mis hijos», explicó. Tras poner la denuncia y dejar el piso que compartía con su pareja estuvo un tiempo en casa de unos compatriotas, pero «no teníamos espacio, los niños no iban al colegio y lo pasé muy mal».
Virgo Edith lamenta que en los peores momentos no tuvo a nadie que le diera un abrazo. «Yo sé que he sido fuerte. He conseguido estar de pie hasta ahora y tengo ganas de vivir. Estoy segura de que lo lograré todo yo sola y le daré a mis hijos todo lo que quiera».
Mira al futuro decidida y ve que quiere tener una «buena casa, estar orgullosa, apoyar y guiar» a sus hijos hasta los 18 años. Y entonces, apunta, descansará.
«Una no tiene que tener miedo a decir basta, aunque esté sola», les dice a las mujeres que estén sufriendo violencia machista. «Lo más importante cuando uno vive esto es dar un paso para alejarse de la persona maltratadora. «Cuando le das la espalda la paz que se vive en muchísima».
El piso de acogida lo gestionamos en el marco del Proyecto Sadhana para mujeres en situación de exclusión residencial en Mijas (Málaga) es una iniciativa financiada por el Ayuntamiento de Mijas y el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) con el apoyo del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, Secretaría de Estado de Igualdad, y el Pacto de Estado en Materia de Violencia de Género.