Distintas personas de las entidades que formamos parte de la Agrupación de Desarrollo para la Atención al Colectivo de Personas Sin Hogar de Málaga compartimos en estos días la formación «Resiliencia y acompañamiento socioeducativo en la vulnerabilidad», que impulsó nuestro compañero Nordin y que fue impartida por el profesor de Educación y Pedagogía Social de la Universidad de Málaga, Cristóbal Ruiz.
«La resiliencia no es sólo una cualidad individual, no se circunscribe a la persona, sino que está en la comunidad», sostuvo Ruiz, quien compartió testimonios de chicos y chicas en situación de vulnerabilidad recogidos durante su experiencia en distintos proyectos. Puso como ejemplo el proceso de sanación de un hueso roto, que cura por sí solo, sino gracias al alimento que se ingiere, a la sangre que transporta los nutrientes, etc. «Si la resiliencia se restringe al individuo le hace responsables sólo a él de no superar la adversidad y exime al resto de la comunidad de lo que tiene que hacer. El cambio es ver la resiliencia no como una capacidad sino como un proceso», apuntó.
Para explicar este camino de resiliencia utilizó la metáfora del salto de altura en el que hay un listón a superar, una colchoneta que aminora la caída, un entrenamiento previo, entre otras acciones que no dependen de la propia persona. Entre otros testimonios que compartió, conocimos el de Antonio, un chico del barrio malagueño de Los Asperones que habla de un «un muro invencible e invisible -para los de fuera del barrio» cuando se refiere a los obstáculos que encuentra en su vida, un muro que es un obstáculo que no le deja pasar y además le impide ver el horizonte.
Ruiz propuso a las participantes, representantes de distintas entidades sociales, ser agentes que generen acciones resilientes y plantearse preguntas como cuáles son los obstáculos de cada una de las personas que acompañan, cuál es el origen de su situación y qué o quiénes ponen las vallas. El precio de la vivienda y el complejo acceso a ella, por ejemplo, podría ser un obstáculo, así como las vallas de la burocracia, los procedimientos, etc. Entonces, «un primer paso de la resiliencia podría estar en una labor de sensibilización, reflexionar cómo ir eliminando vallas que sean evitables», dijo el profesor, quien consideró que las entidades sociales «deben acompañar a las personas y también denunciar esos obstáculos».
En su intervención valoró la red que forman las asociaciones de la Agrupación de Personas Sin Hogar y Puerta Única que aúna la labor y dedicación de muchas entidades dedicadas a acompañar a las personas más necesitadas.
A partir del testimonio de otro chico, Osama, de 19 años, que afirma de que «no hay que generalizar y no pensar que todos somos iguales», Ruiz advirtió de que en con respecto a la resiliencia no todos parten de la misma situación, no todos están igual de preparados a la hora de saltar el listón. Las palabras de Fatiha, de 16 años, que considera que hay que «conocer a los jóvenes más allá de un informe porque no somos un informe» da cuenta de la cosificación que a veces sienten y su necesidad de ser tratados con dignidad.
Entre otras cosas, enfatizó también la importancia de la escucha y del trato a las personas en situación de vulnerabilidad «porque ahí está la base de subvertir la desigualdad»
En la segunda parte de la formación se realizó una dinámica con láminas en la que se fueron adivinando títulos en imágenes que representaban distintas realidades relacionadas con la migración.
Se trata de una actividad que forma parte del proyecto Puerta Única: Mediación Intercultural en la Atención a Personas Sin Hogar en Málaga, que realizamos con el apoyo del Área de Participación Ciudadana, Inmigración y Cooperación al Desarrollo del Ayuntamiento de Málaga.