«Voy a llenar mi cuerpo de colores», dice M. y se dispone a pintar de amarillo, azul y rojo el dibujo de una silueta femenina en la que ha señalado los lugares en los que siente que ha sufrido violencia y maltrato. M. es una de las mujeres que acudieron en Fuengirola a un encuentro celebrado en la semana del 25N, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
También participaron Ana y su hija Valentina, de Perú, o María, entre otras, además de técnicas de la asociación y voluntarias de nuestra Área de Género como Hanae y Andrea. En una primera parte, las participantes pensaron en su historia como mujeres y plasmaron en un papel con colores oscuros las violencias que vienen experimentando señalando en una silueta con dibujos el corazón, las manos, los ojos, la cabeza, los oídos, su vagina. En una segunda parte del encuentro reflexionaron las herramientas que tienen para sanar las violencias y fueron cubriendo la silueta de colores vivos y retazos de tela y papel poniéndole cura y remedio.
La sala del Centro Cultural de la Laguna de Mijas se convirtió en un espacio seguro en el que las mujeres se escucharon y compartieron testimonios, sentimientos y hasta canciones cantadas desde el corazón, como la voz dulce que nos regaló de A., que contó que sufrió 18 años de maltrato psicológico pero está convencida de que aunque no sea fácil va a salir adelante. «Cuando te han golpeado la nariz, la cara, te han cogido del brazo fuerte, cuando quieres hablar y no puedes, los pies encadenados y el corazón está roto. Cuando tienes las manos atadas porque no te dan valor a lo que haces, cuando siento la sangre correr y no puedo controlar el sistema nervioso», dijo A. mientras mostraba las señales hechas en las distintas partes del cuerpo, de su cuerpo en la silueta.
Enfrente, M. cuenta que ha sufrido maltrato psicológico, que ha aguando mucho por sus hijos. «Estropeó la mitad de mi corazón», dijo, pero aseguró que va a luchar «más y más», que el año próximo va a «ser fuerte». «Málaga Acoge me ha enseñado que no estoy sola», valoró.
A su lado, otra de las mujeres contó que dejó atrás Venezuela hace cinco años y un buen estatus como abogada por culpa de la situación de su país y que «aunque el camino no está siendo fácil tampoco es imposible. Cuando miro hacia atrás me digo: cuánto he avanzado».
Nuestra voluntaria Andrea recordó a las mujeres que no estamos solas, que las redes que construimos entre todas son grandiosas e insistió en la importancia de la prevención de las violencias. «Los colores son nuestras curas. Llenamos los cuerpos de color y aunque algunas violencias nos sigan atravesando tenemos formas de cuidarnos y protegernos», apuntó. En el dibujo coloreado de A., que tiene tres hijos, el corazón aparece recompuesto, hay una falta de encaje sobre su «útero sanado, en los pies ya no hay cadenas, sino agua que corre, se quita el ruido de los oídos y puedo expresarme», dijo.
Tras colorear las siluetas las mujeres expresaron lo que quisieron de sus trabajos y los fueron colocando junto a los de las compañeras en una gran cartulina morada en la que quedaron plasmadas sus historias. Para cerrar el encuentro hubo una dinámica de la telaraña con un ovillo de lana violeta en la que fuimos diciendo en voz alta situaciones de violencias que sentimos cada día como mujeres. Mientras, Valentina, que acudió por primera vez con su madre a una de nuestras formaciones cantaba Resistiré.
Compartimos aquí algunos momentos del encuentro: