Por Marina Rodríguez y Rocío Maldonado
Antes de entrar a Málaga Acoge, nos estuvimos informando acerca del sitio en el que íbamos a pasar los próximos seis meses trabajando. Nos pareció una entidad que realizaba un trabajo impresionante, tratando con un colectivo que resulta ser bastante rechazado por parte de la sociedad en todos los ámbitos: el de las personas inmigrantes.
Una vez que llegamos a la asociación, nos hicieron una entrevista en la cual nos preguntaban qué era lo que esperábamos de las prácticas y que programa elegiríamos, una vez ya explicados. Y lo cierto es que no era nada tal y como nos lo imaginábamos.
Empezamos desempeñando funciones más bien administrativas, pero poco a poco fuimos conociendo los programas y a tomar confianza con el resto de trabajadores, que también empezaron a contar con nosotras para más actividades y empezamos a aprender cosas muy interesantes. Cosas que son para toda la vida. Una serie de valores que nos estaban inculcando personas que ni siquiera conocíamos: cuidar lo que tienes, respetar a los demás, humildad…
El clima de trabajo ha sido más bien serio, quizás por los temas que se trataban o por la situaciones que nos encontrábamos, pero nunca ha habido ni malos gestos, ni falta de respeto por parte de ninguna de las personas con las que hemos trabajado en estos meses. En todo momento hemos sido una más y, aunque al principio estábamos un poco más retraídas por no saber muy bien qué hacer, enseguida nos pusimos al día e intentamos hacer lo que nos encomendaban lo mejor posible.
Durante todo este tiempo, hemos podido trabajar y empatizar con muchas personas que han pasado por la asociación, comprendiendo la dificultad de estar en un país extranjero, sin conocer el idioma, sin tener familia, sin tener un hogar en el que quedarse. O sin tener un apoyo familiar que te pueda consolar. Hemos entendido que cualquier cosa que se pueda hacer por ellos es poca, que son personas receptivas y están abiertas a cualquier tipo de ayuda. Y que cada mínimo de esfuerzo que gastes hacia ellos, te lo agradecen como si le hubieras solucionado la vida. Son personas que día a día nos han ido dando fuerzas para seguir adelante; y que nos han aportado tanta felicidad que sabemos que nunca nos olvidaremos de ellas.
También hemos querido participar en todas las actividades que organizaba la entidad: reuniones, conciertos, formaciones, charlas, etc… y hemos estado en todas las que hemos podido y nos han dado oportunidad. A nivel personal, nos sentimos muy contentas con el trabajo realizado. Hemos intentado dar lo mejor de nosotras, mostrando nuestra faceta más profesional e implicándonos en todos y cada uno de los casos. Y, aunque en ciertas situaciones a primera hora no hemos sabido cómo reaccionar, son experiencias que nos ha servido para aprender a afrontarlas cuando se presentaran de nuevo. Te puedes encontrar con situaciones muy amargas y desagradables, las cuales debes solucionar con o sin ayuda. Pero lo cierto es que hemos podido contar con la colaboración y apoyo de nuestras tutoras. En muchas ocasiones se han debido de ocupar de trabajos ajenos a lo que estábamos realizando, pero siempre nos han dado una respuesta a nuestras preguntas y se han asegurado de que el trabajo que realizábamos estaba bien y que lo habíamos comprendido.
De forma general, y como resumen, podemos decir que estamos satisfechas con nuestro trabajo en Málaga Acoge, con las ganas que le hemos puesto, con nuestra constancia y con nuestra fuerza de día a día, ya que no nos hemos dejado de caer en ningún momento. Y nos hemos dado cuenta de que el trabajo con personas inmigrantes es muy difícil a la vez que duro. Pero estamos muy contentas y, ahora que acaba nuestro periodo de prácticas, queremos seguir como voluntarias de la asociación. ¡Gracias por la experiencia!
Marina y Rocío son alumnas del Grado Técnico Superior de Integración Social de Cesur Formación.
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