Actualizado hace 2 años – Publicado el 1 de octubre de 2014
Por Agustín Olías.
La sede de la calle Bustamante está tranquila cuando llego esta mañana. Mi objetivo es compartir con una voluntaria del Área de Educación, Teresa Cobo, un día de su trabajo en Málaga Acoge. Es cierto que hoy es especial, pues las clases no han empezado y estamos, todavía, en periodo de entrevistas a futuras alumnas y alumnos.
Teresa está ocupada, junto con otras compañeras voluntarias, en organizar los papeles y puestos para las entrevistas. Aprovecho este momento de relativa calma para conocer un poco a Teresa. Nació en Lopera, pueblo de Jaén. De allí salió a los 14 años para estudiar. Se graduó en Magisterio en Córdoba y obtuvo la Licenciatura en Filología Románica en Granada Ha estado trabajando 32 años en la educación pública, tanto en Primaria como en Secundaria, en Jaén, Vélez Málaga y, finalmente, en Málaga, donde reside desde el 1981.
¿Desde cuándo eres voluntaria en Málaga Acoge? “La primera vez fue a principios del año 2000. Luego, por razones personales y de carga de trabajo, lo dejé durante un tiempo, para retomarlo en el 2003 y hasta hoy. Aquí sigo”, me cuenta. Tengo que decir que Teresa se jubiló en el 2009, por lo que durante seis años ha estado compaginando su trabajo y el voluntariado. Sorprendido, pregunto: ¿Por qué te apuntaste como voluntaria? “Tenía inquietudes por hacer algo más de lo que hacía en la escuela. Además, quería devolver a la sociedad las cosas positivas que he conseguido en la vida, gracias principalmente al esfuerzo de mis padres”, asegura.
Tenemos que hacer una pausa en nuestra charla. Es momento de entrevistar a una pareja de ciudadanos rusos, un matrimonio de mediana edad. Él, fotógrafo de profesión, habla un poquito de español, algo de inglés; ella, monitora deportiva, no habla español. A veces la comunicación se hace difícil, pero con buena voluntad y un poco de inglés se rellenan las fichas de nivel. La pareja nos muestra orgullosa una foto de sus dos hijos, de 10 y 12 años, que ya están matriculados en un instituto de Málaga.
Cuando finaliza la entrevista, pregunto a Teresa cómo será su grupo este curso, que empieza el próximo martes 7 de octubre. “Estaré en el turno de 11:00 a 12:30 horas, con un grupo de nivel 1 ó 2, según veamos tras analizar las fichas. Las personas voluntarias jóvenes a veces están en los dos turnos, pero los “mayores” nos centramos en un turno solo. En las clases seguiremos el método SIGMA (español para extranjeros) que nos parece muy bien y ya hemos trabajado con él. También organizaremos actividades complementarias. Por ejemplo, salir a dar una vuelta por el mercado, que es muy interesante porque es una práctica de acciones que realizan en su vida diaria”.
Teresa lleva mucho tiempo siendo voluntaria. Le pregunto: ¿Qué es lo que más te gusta de este trabajo? “Me gusta el trato con la gente. Te das cuenta de que tienen una calidad humana y una dignidad impresionante. Podrán tener problemas de todo tipo, pocos recursos económicos, pero tienen una gran decisión para seguir adelante. Y son muy agradecidos. En cuanto a los compañeros siempre los veo muy entregados y colaborativos”.
¿Y lo que menos? “Es algo que, por un lado, me molesta, pero por otro lo veo muy positivo: la movilidad de las alumnas y alumnos. Por razones varias, a lo largo del curso se apunta gente nueva, o dejan de venir. Así que aunque intentes mantener un determinado ritmo en el grupo, hay que adaptarse según las circunstancias”.
Para finalizar, da un mensaje a la gente que está pensando hacerse voluntaria pero no termina de dar el paso: “Que no se lo piensen, que vengan sin miedo. Seguro que van a dar mucho de sí mismos, pero se van a enriquecer más, van a disfrutar, se van a ir muy contentos. Esto es muy gratificante”. ¡Gracias Teresa!
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