Por Claire Conrad.
Laura Carretero es voluntaria del Área de Educación de Málaga Acoge. La joven lleva desde octubre impartiendo clases de español a dos grupos de alumnos y alumnas. En esta entrevista nos cuenta un poco sobre su experiencia y cómo estas clases le están ayudando formar su futuro.
Laura, cuéntanos un poco sobre ti.
Estudié filosofía y terminé en 2013. El año pasado fue un poco… ¿Qué hago con mi vida? Una crisis existencial. Llevaba tiempo pensando qué utilidad puedo dar a mi carrera porque la cosa está muy mal. Quería una salida que me gustase y con la que pueda viajar y conocer visiones diferentes. Hice un curso después de terminar la carrera de iniciación de profesorado de español. Eran dos semanas: una teórica y otra práctica; y lo hice por probar. Pensé que podía ser una buena salida. Me gustó y ahora he empezado un Máster para ser profesora de español. Mi idea era este año compaginarlo con las clases; yo me quiero quedar todo el curso aquí para tener un año de experiencia.
¿Cómo te acercaste a Málaga Acoge?
Busqué varios sitios en Internet para dar clases de español como voluntaria para coger experiencia. Me acerqué por Internet y también por una mujer que está aquí dando clases de español. Hice la entrevista y empecé en octubre.
¿Qué grupos llevas?
Imparto dos horas. En la primera son un matrimonio que tienen un nivel intermedio-bajo y algunos que han llegado hace poco que tienen un nivel básico. La otra es alfabetización: en esa clase hay cuatro o cinco personas que necesitan alfabetización básica y dos más que saben hablar en inglés y escribir pero no español.
¿Cómo fue tu primera clase?
¡Mi primera clase me daba mucha vergüenza! Sin embargo, siempre se pone una persona al lado, tú no llegas de primera y das la clase. Me gustaba observar cómo se desarrolla la clase pero creía que me va a costar mucho desenvolverme o me iba a dar vergüenza. Pero después con el paso de los días, no.
¿Cómo son las clases?
Lo que hacemos en clase es, primero, poner la fecha para repasar. Luego, hay fichas de imágenes de objetos. Eso viene bien para los de alfabetización porque tienen que dibujar o escribir la primer sílaba. Por ejemplo, en la palabra «lápiz», tienen que poner «la». Tiene los puntitos y tienen que poner «la». Y para los que saben leer y escribir en inglés, ponen la palabra entera.
A la hora de aprender vocabulario, estamos un rato con la ficha y los que saben leer un poco aprenden vocabulario nuevo y los demás aprenden vocabulario nuevo y repasan cómo escribirlo. Y luego pongo muchos ejemplos y hablar para que lo pongan en contexto. Por ejemplo: «¿El lápiz para qué se utiliza?»
Luego enseñamos unos 15 minutos de algo cultural. María, mi compañera, el otro día trajo un mapa de Málaga y yo traje imágenes. Hablamos de la Calle Larios, de la Plaza de la Merced, y otros sitios emblemáticos. Los iban situando en el mapa y iban hablando sobre la historia y los veían en las imágenes.
En la última media hora yo me pongo con los dos que saben inglés porque necesitan hablar en castellano. Empezamos a hablar sobre un tema, por ejemplo la rutina diaria y cómo decir la hora.
¿Qué estás aprendiendo tú en las clases?
Estoy viendo que puedo llevar a cabo actividades y puedo ver de forma práctica qué es lo que necesitan los alumnos y cómo aprenden más fácilmente. Esto en el Máster no lo hemos visto. A la hora de dar la clase, he aprendido a explicar bien y a entender el objetivo del alumno, porque algunos son más tímidos; hay que conocer al alumnado también. Si no lo explico en una manera que entiendan, he aprendido qué hacer. También he aprendido cómo llevar a cabo una actividad fuera de lo común.
¿Qué te ha aportado tu experiencia aquí?
Aquí tienes la oportunidad que no tienes, por ejemplo, en una academia de español. En una academia te piden experiencia, aquí te la dan. Igual que yo ofrezco mi tiempo para estas clases de español, ellos me ofrecen a mí la experiencia que no me da una academia. Además, así te sientes productiva. Yo me siento muy productiva aquí. El año pasado estuve todo el año preguntándome ¿Qué hago con mi vida? Y siempre pensaba: «Me tengo que montar un sitio y dar clases». Si quiero hacer eso necesito experiencia. Al final, te preocupas un montón sentada en casa y no haces nada. Ahora es cuando realmente siento que mi tiempo está siendo más productivo.
¿Cómo cambiaría el mundo si los jóvenes, como tú, hicieran voluntariado?
Cambiaría un montón. En el voluntariado tú te implicas realmente, emocionalmente también. Te implicas como persona. Entonces si mucha gente hiciera voluntariado, si se implica como persona, la gente estaría mucho más implicada a la hora de problemas sociales o políticos. Nadie pasaría del tema. No dirían «no, eso no va conmigo» cuando en realidad eso sí va contigo. Si se fomentase más el voluntariado, habría mucha gente más implicada en todo.
Yo creo que los jóvenes no tendrían esa sensación de «¿Para qué he estudiado?» que muchos tienen ahora. Preguntan: «¿Qué hago con mi tiempo?» En vez de malgastarlo pensando en eso, también pueden hacer otra labor con la que te sientes productivo. Ahora mismo la mayoría no nos sentimos productivos. Yo creo que el voluntariado es una manera de sentirnos productivos en vez de remover y darle vueltas a la situación.
¿Has cambiado tu perspectivo del mundo?
Todo el mundo tiene prejuicios. Yo siempre intentaba tener menos prejuicios. Ahora comprendo más la situación de otras personas. Antes a lo mejor no tenía prejuicios, o no intenté tenerlos, pero no estaba tan consciente. Hay gente que está muy necesitada, gente con muchos problemas, y convives con eso en primera persona. Lo ves y formas parte de eso.
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