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Qué momentos tan especiales compartimos el Día de la Persona Refugiada. Fue una mañana de poesía, emociones, abrazos y un rico almuerzo compartidos en familia con las personas solicitantes de protección internacional, en torno a un bonito y simbólico mural creado para la ocasión por nuestros voluntarios Santiago, Rocío y Giulia. Gita Saeed, refugiada afgana, activista y poetisa, leyó en persa con mucha emoción el poema Ave migratoria, que también ha escrito en español.
Participaron tanto familias refugiadas como voluntariado y técnicas. Algunas de las personas refugiadas quisieron decir unas palabras. A., colombiana, que vive en uno de nuestros pisos con su pareja y su hija de 7 años, se mostró «feliz y agradecida de haber llegado a España», donde se siente «como en casa». «Creo en el sueño de que todos merecemos vivir en un mundo en el que quepamos todos sin importar las diferencias» y se dirigió a todo el equipo de protección internacional -«Alba, gracias por tus abrazos»: «Ustedes son parte de mi corazón».
Su hija también quiso intervenir: «Les agradezco a todos el apoyo porque nosotras por fin estamos bien y en un lugar donde podemos sostenernos».
Otra de las mujeres refugiadas, también de Colombia, dijo que llegó a España «buscando una nueva oportunidad de vida para salir adelante y he encontrado una familia». Aquí respira tranquila y se siente libre.
El mural, realizado por nuestro voluntariado, incorporaba elefantes y flores, elefantes como símbolo de sabiduría -la sabiduría que se adquiere en el camino de la migración- y flores que se fueron llenando de palabras que escribieron las personas refugiadas contestando a la pregunta: ¿Qué es el refugio para vosotras?: Hogar, residencia, ciudadanía, fe, solidaridad, amo, escritorio para la prosa de una nueva historia…fueron algunas de las que dejaron escritas.

por Gita Saeed
Ave migratoria
En la esquina del asteroide tierra, hay un pequeño bosque llamado infierno.
El único color permitido en él es el negro absoluto.
Allí, en el infierno negro, los pájaros blancos se mantienen en intrincadas y grandes jaulas debido a su color. Por su reproducción arrojan agua y semillas, y la huida es para ellos una sentencia de muerte.
Un día, cuando el infierno se incendió, una jaula se derrumbó y una mamá pájaro la llenó con sus polluelos.
Y se elevó del corazón de humo y fuego hacia la luna y el sol…
Le encomendó a Dios que cuidara de sus alas, que llenara las mareas de la tierra, a lo largo y ancho del cielo en un triángulo, y que se refugiara en la primera tierra, que es verde, a la luz del sol.
Las manos de Dios lo entregaron a los ángeles de la bondad. Ahora, a la sombra del amor que recibe de ellos, se ha convertido en un pájaro hermoso y libre que llena cada día con la salida del sol desde lo alto de la torre del mar y se eleva sobre el azul del mar Mediterráneo.
Para que no se olvide de volar…
El apoyo brindado a estas personas refugiadas se enmarca en el programa Tarhib que realizamos con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (Dirección General de gestión del sistema de acogida de Protección Internacional y Temporal) y la cofinanciación del Fondo Social Europeo.