Por Claire Alexandra Conrad
Hace cuatro años, con apenas 18, Rocío Delgado Mugüerza empezó a participar como voluntaria en Málaga Acoge. Era un momento de confusión en su vida: después de pensar siempre que quería estudiar Física, ahora no veía las cosas tan claramente. “Cuando entré no sabía qué hacer. Lo que yo siempre he querido hacer me di cuenta de que no se me daba bien”, cuenta Rocío, una mujer que parece mucho más adulta que lo que dicen sus 22 años. “Empecé en Málaga Acoge y al año decidí en qué quería trabajar. Al principio pensé en Educación Social, pero este año he pensado que me da igual lo que sea con tal de que tenga esta salida”, subraya.
Al decir esto, golpea suavemente la mesa en la que está sentada, en un rincón de la sede de Málaga Acoge en calle Bustamante. Lo hace con las palmas de sus manos, enfatizando que esta es su salida, esto es lo que quiere hacer con su vida. Rodeada, por un lado, de juguetes y, por otro, de una oficina llena de trabajadores; escuchando y viendo el ir y venir de usuarios, junto al sol de agosto malagueño que se cuela por la puerta entreabierta, Rocío sonríe, segura de una persona con un plan. Un plan que le llevará fuera de Málaga este otoño, a estudiar Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Y hasta allí se llevará su experiencia como colaboradora en el Área de Educación en Málaga Acoge.
Rocío acude a la entidad todos los viernes por la tarde. Entre semana, los niños que participan en el programa Caixa ProInfancia de Málaga Acoge tienen refuerzo educativo, pero los viernes se dedican a pasarlo bien a través del ocio. Los técnicos y técnicas del Área de Educación planean las actividades lúdicas cada semana y el viernes Rocío recibe su grupo de aproximadamente 12 niños de unos 8 o 9 años para acompañarles. “He aprendido un montón, sobre todo en la parte teórica”, asegura Rocío. “Hay veces que me dejan un poco más de libertad de preparar las actividades y, si me equivoco en algo, me corrigen y así aprendo”, destaca. El desarrollo de actividades entre semana le ha enseñado de manera práctica cómo llevar un grupo y la teoría y la planificación necesaria para una buena clase. Además de pasarlo bien, siempre buscan la oportunidad de reforzar valores: el no a la violencia o al racismo, la importancia de compartir, lo positivo del trabajo en grupo…
Pero Rocío no sólo aprende de los técnicos y técnicas de Málaga Acoge, sino que los niños también le muestran otra manera de ver la vida. “Unos ven la vida ya con mucha profundidad, a pesar de ser tan pequeños. Ven las cosas con una amplitud que muchos adultos no son capaces”, destaca. El mensaje de inclusión es clave en su labor como voluntaria. «Es importante que todos se sientan acogidos por esta sociedad, que somos todos iguales,» indicó Rocío. «También es algo que hay que hacer hacia fuera. Yo lo hago con mis amigos y mis familiares: que ellos vean esta realidad a través de mí, porque yo les voy contando”. Rocío también ha convencido a su hermana de ser voluntaria cada viernes, como podéis ver en este reportaje del diario Málaga hoy en julio de este año y en este de Diario SUR en febrero de 2012.
Ahora, esta joven está emocionada por empezar su nueva etapa en Madrid, pero asegura que en vacaciones no se olvidará de pasar por Málaga Acoge a saludar a los niños y niñas y a sus compañeros, tanto el equipo del Área de Educación como el resto de personas voluntarias. Su madre le ha avisado que debe centrarse mucho en los estudios, pero Rocío ya está pensado en hacer algún voluntariado en Madrid. «Empiezas a recordar las sonrisas que ponen, lo bien que se lo pasan y realmente, siendo un poco egoísta, lo bien que te hace el ver que estás ayudando y que tu granito de arena esta en ello. La verdad es que te causa una satisfacción increíble. Yo creo que todo el mundo debería probar algún tipo de voluntariado.» Una vez más una sonrisa se dibuja en su cara, antes de despedirse de la que ha sido también su casa durante cuatro años y que siempre tendrá para ella las puertas abiertas. ¡Vuelve pronto Rocío!
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