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Albeiro Escobar llegó hace casi cinco años desde Envigado, en Colombia. Vino con la expectativa de trabajar en la construcción, pero al llegar se dio cuenta de que la realidad no era como le decían allí… Continuamos con él la serie de entrevistas de la campaña Todas las piezas son importantes.
¿Por qué decidió venir a España?
Yo vine por mi familia. Mi esposa y mi hija llevaban 12 años aquí y a raíz de eso quise venir a España.
¿Era España como se esperaba?
A nosotros nos crean el mito de los europeos: que la gente en España es alta y gruesa, pero no, hay un poco de todo. Además, llegué con una expectativas de trabajar en la construcción… Pero yo llegué en 2008, en pleno inicio de la crisis, y fue difícil…
¿Qué recuerda de su primer día en España?
Me sorprendió que en Colombia decían que había mucho trabajo y cuando llegué todo el mundo hablaba de la crisis y de otros tiempos. Tiempos donde se encontraba trabajo en un bar tomando un café, que si te veían que trabajabas en la obra te decía que te fueras con ellos… Pero fue llegar y ver que eso era mentira, una expectativa que se cayó al suelo. Traía la ilusión de trabajar, pero no fue tan fácil como parecía.
¿Y qué ha hecho desde entonces?
Al final sí que he podido ir poco a poco trabajando en la construcción. Y casi todo el tiempo que estoy aquí lo he trabajado, no es normal, por ejemplo, que esté 20 días o un mes parado. Soy muy afortunado.
¿De qué ha trabajado?
Yo estudié en un centro estatal, el Servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia (SENA) todo lo relativo a la construcción. Aquí de primeras siempre he empezado de peón, pero poco a poco lo ponen a uno a hacer diferentes cosas y creo que lo habré hecho bien ya que llevo estos años siempre con las mismas personas, que son de Inglaterra.
¿Se relaciona con muchas personas de otros países?
Aquí en Málaga Acoge, por ejemplo, me relaciono con gente de Senegal, de Rumanía, Ecuador, Colombia… Una diversidad de países amplia que me agrada mucho. Y también me mezclo muchos con ingleses, que son los que trabajo mucho. Y también con españoles en la iglesia en la que participo. Y se conocen los países a través de las personas y es muy agradable. Culturalmente, el hecho de que en Fuengirola haya gente de muchos países es muy bueno, uno crece.
¿Ha sufrido problemas de racismo?
No, yo no he tenido problemas en ese sentido. Siempre he sido bien acogido. Y además de Málaga Acoge voy a una iglesia cristiana y nunca he sentido rechazo o discriminación por ser suramericano, así que me siento como en casa.
¿Y cómo le trata Fuengirola?
Es una ciudad que me gusta mucho y tiene una calma y tranquilidad muy parecida a la que tenía en Envigado, allá en Colombia. Pero tiene mucha más seguridad y me gusta ver que mi mujer y mi hija pueden salir a la calle con gran seguridad. Y también se ve mucho el progreso en Fuengirola, que las autoridades hacen cosas. Y eso me gusta.
Envigado, ¿cómo es?
Es una ciudad grande, pero es más extensa en la zona rural que la urbana. En la urbana es muy parecida a Fuengirola y sus dirigentes son muy progresistas y hacen muchas cosas. Invito a todas las personas a conocer Envigado, que es muy agradable.
¿Qué recomienda a quien vaya allí?
Allí hay muy buenas zonas campestres y también muchos centros culturales. Y en cuanto a la gastronomía, aunque es muy parecida a la de España, pero se come mucho el fríjol, las judías de aquí, así como mucho arroz. Y hay un plato típico que es la bandeja paisa, que lleva chicharrón, fríjoles, arroz, plátano, carne molida, aguacate y un huevo frito. Es pesadito, pero está muy bueno.