Rosalía trata con calidez a las personas que tocan la puerta de Málaga Acoge. Ya sea al recibirles en la entrada de nuestra sede de calle Bustamante, o por teléfono, su voz y sus maneras transmiten empatía y humanidad. Va a hacer cuatro años que se unió a nuestro voluntariado y, en este tiempo, ha colaborado siempre en la primera atención a los hombres y mujeres que llegan o llaman a la asociación pidiendo apoyo.
«Lo que me mueve a hacer voluntariado es poder ayudar a las personas inmigrantes», afirma.
De la congregación de las Hermanitas de Jesús, Rosalía vivió un tiempo en México donde estuvo en contacto con personas migrantes procedentes de los países centroamericanos. «Llegué de México en 2017. Allí tuve muchísima relación con los migrantes que pasan camino de Estados Unidos. Fui voluntaria en la cocina de un albergue que estaba en un cruce de vías. Allí llegaba un tren del sur del que se bajaban los migrantes para coger otro que iba al norte hacia la frontera estadounidense». Rosalía relata que en ese albergue se les daba desayuno y cena y se podían lavar la ropa. La estancia era de 24 horas pero en caso de estar heridos podían quedarse más. Habla con emoción de su estancia en México y de su contacto con las personas migrantes, una experiencia que, dice, lleva «en el corazón».
Cuando volvió a España en 2017, Rosalía quiso seguir apoyando a las personas migrantes. «Al llegar a Málaga tomé conciencia de la realidad de la migración en Málaga y España y tuve ganas de ayudar en lo que pudiera, sobre todo viendo lo que tienen que pasar estas personas, todo lo que hay en contra de ellas, el racismo…».
Así, empezó a buscar asociaciones con las que colaborar y le hablaron de Málaga Acoge. Desde el principio colaboró como voluntaria en la primera acogida, siendo el primer rostro que ven las personas que se acercan a la sede de Málaga Acoge en la calle Bustamante. «A veces viene gente que está muy perdida, con problemas, y necesitan una acogida cálida y también un trato bueno por teléfono», insiste Rosalía, quien advierte de que «no sólo se trata de dar información y ya». Las personas sienten esa amabilidad, algunos incluso le preguntan su nombre por teléfono y cuando la ven personalmente en la sede le dan las gracias.
Rosalía está en Málaga Acoge cada lunes por la mañana. Atiende en el teléfono a las personas que llaman para pedir cita con nuestras abogadas de Extranjería. Como son limitadas no todas las personas pueden obtenerla y deben esperar a la siguiente semana o acudir a otros recursos. «Me resulta duro que haya mucha gente que llama pero no consigue cita», se lamenta.
En estos años como voluntaria en Málaga Acoge se ha dado cuenta de que la mayor parte de la gente que apoya la asociación no son migrantes recién llegados. «Son personas que ya llevan tiempo en Málaga y tienen problemas de papeles, de trabajo, de vivienda, de reagrupación familiar. La situación de estas personas migrantes es distinta a la de las que acaban de llegar en patera o la de las que en México iban de camino hacia un lugar al que no habían llegado todavía».
Rosalía es también voluntaria en un centro del acogida de la Cruz Roja en Málaga donde acompaña a personas migrantes al médico colaborando como traductora de francés-español. No duda en animar a la gente a hacer voluntariado «porque es una necesidad que hay y si tienes tiempo libre puedes apoyar».
Además de en Málaga Acoge y la Cruz Roja, Rosalía ayuda allá por donde pasa. En el barrio de La Palmilla, donde vive con otras hermanas de la congregación, acompaña a vecinos al hospital. «Nuestra labor es acompañar a gente que lo necesita», asegura.
Rosalía, valenciana de nacimiento pero con cincuenta años residiendo en Málaga, critica la falta de información que lleva a la discriminación y al rechazo de las personas migrantes. Hablando desde su experiencia con ellas, valora su lucha para salir adelante. «Los migrantes luchan más. Son luchadores porque vienen para eso. Y luego dicen que a ellos se lo dan todo. Pero no, ellos se lo ganan».