Adama llega a la entrevista en su patinete desde uno de los pisos que gestionamos y que comparte con otros jóvenes extutelados en Málaga. Maliense, de 22 años, cursa primero de bachillerato por las tardes, en el instituto Vicente Espinel (Gaona). Dejó su casa en la región de Kulikoró, en Mali, cuando tenía 15 años con el sueño de estudiar en Francia.
«Lo que yo deseaba era estudiar en Francia. En mi país hay familias que pueden permitirse enviar a sus hijos a estudiar a otro país más desarrollado. Yo sabía claramente que la mía no tenía esa posibilidad», explica. El camino fue largo y difícil. «Tardé un año y pico. Vine poco a poco. Primero fui a Mauritania y de ahí traté de pasar a Marruecos, pero no lo conseguí y tuve que volver a mi país y prepararme para intentarlo de nuevo, esta vez desde Argelia».
Hace algo más de cuatro años que llegó a Málaga en un barco. En el centro de protección de menores de La Ciudad de los Niños terminó la ESO con buenas notas en ciencias: «Los profesores me dijeron que controlaba fácilmente las Matemáticas, Física y Química y Biología. Es lo que más me gusta».
Apasionado de la mecánica y la electricidad, le hubiera gustado hacer este año hacer el grado superior de Electromecánica tras haber realizado el grado medio, pero no le alcanzaron las notas y quedó fuera de las listas. «Tenía que coger otro camino alternativo y estoy haciendo bachillerato«, afirma. Cuenta que de momento le está yendo bien el curso aunque reconoce que el inglés y la lengua «un poquito regular» porque le cuestan algo más. Por eso, los viernes a última hora, la profesora del Gaona Cristina Reglero, también voluntaria de Málaga Acoge le echa una mano con el castellano.
«Me parece un chico estupendo, tiene un carácter muy alegre y positivo. Aprende rápido y tiene motivación. Estoy muy contenta con él», afirma Cristina.
Desde el pasado junio vive junto a otros chavales en uno de los cinco pisos que gestionamos en Málaga para jóvenes procedentes del sistema de protección de menores. «Estar en el piso me ha ayudado mucho. Es bastante importante. La casa es tranquila, grande y me da la posibilidad de hacer lo que quiero», subraya y valora el acompañamiento el equipo del área de Jóvenes de la asociación.
Esfuerzo
«Su esfuerzo y su respuesta antes las dificultades son excelentes», dice nuestra compañera Carmen Pérez, técnica del Área de Jóvenes quien considera que es un joven «muy maduro para su edad» y en comparación con otros chavales. «Se ha sacado el carné de conducir, ha tenido trabajos esporádicos y su sueño último es hacer un grado superior de electromecánica de vehículos y trabajar en ese sector».
Adama fue uno de los quince chavales con los que viajamos a Madrid en el mes de octubre de 2021 para pedir frente al Ministerio del Interior la modificación de la normativa de Extranjería. «Me gustó participar porque es una forma de demostrar que luchamos por nuestros derechos. Es importante», subraya Adama.
Gracias al cambio de normativa finalmente aprobado, jóvenes como Adama han podido obtener su permiso de trabajo. «Lo mejor es que ahora la norma ha cambiado y puedo conseguir un contrato de trabajo de dos o varios meses», apuntó.
Adama hizo en 2021 un curso de envasado organizado por nuestra área de Empleo junto a la empresa Ubago y tiene claro que en caso de lograr un trabajo tratará de hacerlo compatible con los estudios.
El día anterior a la entrevista que le hacemos habló con su familia en Mali. Allí viven sus dos hermanos y su madre. «Mi hermana mayor me llama mucho», destaca.
Hace unos días cuenta que estuvo paseando con Pedro, su mentor en el marco de nuestro programa de mentoring social: «Me gusta porque me descubre palabras nuevas en español y también la historia de los monumentos de Málaga, como los restos de murallas de La Alcazaba. Para mí es importante porque me puede relacionar con cosas que no consigo fácilmente solo».
Pedro cuenta que Adama es «un chico encantador con mucho interés por aprender. Todo lo que le cuento le parece estupendo». En los paseos que hacen juntos la conversación le sirve para reforzar y enriquecer su vocabulario : «vamos hablando sobre mí, sobre él. Nos entendemos bien», destaca Pedro
Si se pusieran en una balanza alegrías y tristezas, Adama dice que pesarían más las primeras. Cierto que se ha encontrado con dificultades, la más grande- apunta- el tema de la documentación,
«En mi caso, cuando cumplí la mayoría de edad y salí del centro de menores sólo quedaban tres meses para que caducara mi permiso de residencia. Fue un momento fue muy difícil porque tardé mucho en renovarla y pensaba que me la iban a quitar».
Pero insiste en que son muchas más las alegrías: «La alegría es siempre ir logrando las cosas poco a poco, uno va lento pero las estoy consiguiendo», dice riendo.
El piso en el que vive Adama lo gestiona Málaga Acoge a través del proyecto «Programa Extraordinario a personas sin hogar en Andalucía»de EAPN , promovido por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación.