Actualizado hace 10 años – Publicado el 23 de agosto de 2011
Con frecuencia escuchamos que las personas sin hogar carecen de aptitudes, de potencialidades o de capacidades. Es algo que tiene un enorme poder destructivo: No sólo se identifica el marginado con su propia exclusión, sino que se le supone incapaz de juntarse con otros, de crear grupo. La frase más perversa es afirmar que “con ellos no se puede hacer nada”, lo cual acaba siendo un prejuicio que no sólo describe, sino que prescribe.
Para trabajar con este importante colectivo de personas, nació hace un año la iniciativa Puerta Única, una oficina de atención a personas sin hogar (ubicada en calle Huerto de Monjas s/n) con el objetivo de establecer y consolidar un sistema de intervención racional y optimizador de recursos, tanto públicos como privados, mediante la coordinación, comunicación y provisión de medios para el colectivo de personas sin hogar. Siempre desde la perspectiva de una atención integral y global que abarque todas las problemáticas existentes. Está formada por el Área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Málaga, el Patronato de Santo Domingo, Cáritas Diocesana, la congregación de las hermanas Adoratrices, los hermanos de San Juan de Dios y Málaga Acoge.
Málaga Acoge participa en esta iniciativa con un importante trabajo de Mediación Intercultural, “un recurso fundamental en este tipo de intervención, especialmente cuando te diriges al beneficiario/a y hablas desde su marco de referencia y de su mundo”, según explica el mediador de Málaga Acoge, Nordin Alghouch. Este mediador forma parte de un equipo multidisciplinar formado por psicólogos, psiquiatra, trabajadores sociales o enfermeros, entre otras especialidades. Según el balance de los primeros meses del año, en lo que va de 2011 Alghouch ha atendido a 245 personas.
Dentro del colectivo de personas sin hogar donde Málaga Acoge tiene una mayor intervención es entre los jóvenes: Personas inmigrantes que salen del sistema de protección de menores al cumplir los 18 años. En este caso, parece conveniente valorar la adecuación de los recursos que existen en la actualidad, como son, fundamentalmente, los pisos puente y las ayudas económicas puntuales. Otro colectivo importante es el de personas con problemas de salud mental y/o consumidor de drogas, personas a menudo más reticentes a la hora de acceder al sistema de servicios sociosanitarios. Aunque también es patente la falta de plazas suficientes en los centros residenciales y la poca posibilidad de encontrar un empleo a causa de sus problemas mentales, algo que agrava la situación. Un tercer grupo destinatario habitual de este tipo de programas es el de las mujeres con problemas de adicción, mientras que el último grupo lo forman personas inmigrantes adultas paradas de larga duración y con problemas de adición y/o trastorno mental a causa de la soledad y el estrés.