Actualizado hace 3 años – Publicado el 12 de junio de 2017
«Va a ser el gato más colorido del mundo», dice Amy mientras unta un pincel con pintura rosa. A su lado está Amal, que le ayuda a terminar un tótem multicolor armado con cajas recicladas forradas de papel de periódico.
Junto a la ventana, Bayar se afana en colorear un tótem que representa un pájaro mientras David y Valentina adornan con plumas blancas las alas de una tercera figura, mitad águila con pico naranja, mitad jirafa roja con manchas negras. En otra esquina del aula otros trabajan en un cuarto tótem en el que se conjugan un pájaro con corona y los estadios del mar, el fuego y la tierra. Es el último día para terminar las cuatro efigies que han creado con materiales reciclados.
Estos pequeños artistas son un grupo de niños y niñas de entre 4 y 12 años que apoyamos desde el programa de Educación de Málaga Acoge y que, guiados por nuestra voluntaria Isabelle, vienen trabajando desde julio, un viernes al mes, con arcilla, material reciclado y pintura.
Han elaborado máscaras, tótems y se han familiarizado con el trabajo de la cerámica en todas sus fases. El resultado son verdaderas obras de arte fruto del trabajo colaborativo.
Sobre una tabla gris oscura se disponen sus manos hechas de arcilla, verdes, azules, rojas, representando las hojas de un árbol con un tronco y ramas que son trozos de cerámica con impresiones. En cada mano escribieron su nombre y estamparon motivos vegetales.
«A los niños les ha llamado mucho la atención la transformación de la materia. Ver cómo algo modelable se convierte en sólido y en cerámica una vez que pasa por el horno», explica Isabelle, que es de Suiza y voluntaria de la asociación desde hace un año.
Además del árbol, «una suma de identidades para crear algo colectivo», los niños y niñas modelaron en estos meses máscaras y han dado vida a tótems a partir de botellas de agua, zumos o cajas apiladas, en los que representaron animales con los que se sienten identificados como aves y un gato al que no le falta ni el rabo.
A Isabelle le gusta «mucho» ver cómo los niños y niñas «disfrutan» del momento «rompiendo un poco» mediante una actividad artística con lo que es su día a día. Ella misma es muy aficionada a la cerámica y sabe contagiar bien esa pasión. Carga con una bolsa llena de materiales que dispone enseguida sobre la mesa: grandes botes de pintura acrílica de muchos colores, canela en rama para imitar madera, plumas blancas, azules y rojas, conchas de la playa, cartones de huevos para fabricar ojos, cartones para convertir en alas, garras, flores o símbolos de fuego…
«Siempre hay niños que al principio dicen que no saben qué hacer, a otros no les gusta mancharse y al final se lanzan a crear», comenta. El taller fomenta las habilidades de los participantes, hace crecer su autoestima y mejora su capacidad de concentración al mismo tiempo que enseña a trabajar en grupo. También transmite el valor del reciclaje.
A David le gusta mucho la pistola de silicona y con cuidado pega un trozo de cartón con forma de fuego en el tótem en el que ha trabajado junto a otros compañeros. También pinta, por consejo de Isabelle, las pupilas de los ojos del pájaro, para que tenga más expresión. El resto de los niños y niñas ha terminado y ya juega en el patio.
Tanto el árbol de cerámica como los tótems se expondrán el próximo 23 de junio en el Colegio de Prácticas nº1 de Málaga durante una fiesta de fin de curso en la que también habrá bailes y una función de teatro.
El programa de Educación de Málaga Acoge, que ofrece refuerzo educativo a niños y niñas, está respaldado por CaixaProinfancia, de la Obra Social de La Caixa.
TAMBIÉN ESTAMOS HACIENDO…