Tamara es de Tbisili, la capital de Georgia. Lleva seis meses en Málaga y está aprendiendo español rápido. Es una de las alumnas de nuestro curso de castellano en la capital al que acude en tren cada martes y jueves desde Fuengirola donde vive con su familia. De pelo negro, media melena, ojos grandes y vivos, durante la entrevista que le hacemos ríe mucho y sorprende lo bien que entiende y habla.
«Me siento muy bien en las clases porque hablo con personas de otro países y es muy interesante», afirma. Abogada de profesión, tuvo que dejar su tierra por la situación política y pedir asilo: «Mi marido trabajaba como policía y no podíamos seguir allí», explica. Es madre de dos hijos, Luka, de 15 años, y Lisa de 14, un niño y una niña que empezaron a jugar al tenis desde pequeños en Georgia y ahora continúan en una academia en Mijas con un gran nivel. «Ellas aprenden rápido español porque hablan con sus amigos en clase y en los entrenamientos de tenis». Su marido, que ha trabajado esporádicamente como ayudante en la construcción, no ha podido apuntarse a clases aún.
«Yo estudio con la aplicación Duolingo y en las clases de la asociación», cuenta Tamara, que sabe también inglés, ruso, ucraniano y un poco de polaco. Le gustan los idiomas, se le dan bien, pero reconoce que el español le resulta algo difícil, que le cuesta más hablar que entender. En su móvil me muestra las letras del idioma georgiano, que tiene un alfabeto cirílico muy antiguo. «No es como el alfabeto romano», compara.
Tamara, de 42 años, reconoce que fue duro empezar de nuevo la vida en España, pero afirma que se han sentido acogidos: «Tuve muy buenos sentimientos al llegar, el buen clima, la gente abierta, sonriente y con buen carácter». También en Georgia las personas son «abiertas», advierte señalando puntos comunes. Ahora lo más importante para su familia es regularizar su situación administrativa para poder trabajar. «En estos momentos es muy importante para mí y personas como yo tener apoyo jurídico y los documentos».
Dentro de unos años, cuando aprenda «muy bien español», le gustaría abrir un «café con platos de cocina georgiana», según cuenta mostrando algunos fotos de comidas en su móvil. Aunque aún lleva poco tiempo en España para tener amigas, cuenta que se relaciona muy bien con la gente con la que trata.
Sobre María, su profesora y voluntaria de la asociación, dice que es «atenta y buena», que le gusta «como persona y como profesora» y que le encantan las clases.
Ayúdanos a continuar con la labor de Málaga Acoge ¡Haz una donación!
Este jueves, María enseña a su grupo las partes del cuerpo. En la clase del martes anterior explicó los verbos regulares, irregulares y reflexivos, algo que resultó difícil a Tamara. «No es lógico», dice riendo.