Todavía hay bastante murmullo entre el público cuando se abre el telón y aparecen un hombre y una mujer hablando en un banco de madera, en medio del escenario. “La vida está hecha del revés”, dice él, y ella asiente. Poco después aparecen más actores y actrices, todos uniformados con camisetas verdes y pantalones vaqueros. Primero, de espaldas al público, alzándose sobre las puntas de los pies al ritmo de la música. Al poco, se dan la vuelta y van mostrándose a la sala uno a uno, cantando el «Aleluya» de Leonard Cohen.
Así transcurren los primeros minutos de “Las cosas de la vida”, el musical que representaron el 26 de abril una veintena de internos e internas del grupo de teatro que Málaga Acoge tiene en el CP de Alhaurín de la Torre: Una obra de teatro de presos para presos interpretada en una cárcel. Con lo que ello supone de esfuerzo y dedicación.
En “Las cosas de la vida”, dirigida por nuestra voluntaria, Rosa Deblas, la vida es representada del revés: primero se escenifica una residencia de ancianos -una mujer cose, otros sentados, aquellos caminan con dificultad-, después llegan los años de vida laboral, los estudios, el colegio, los primeros meses de vida, la concepción, para finalmente abandonar el mundo con un orgasmo.
Distintas coreografías sobre el escenario reflejan la idea de Quino, autor de Mafalda, de que la vida “debería ser al revés” y “se debería empezar muriendo”.
Pese a las “dificultades tremendas” de las que habló Deblas durante la breve presentación de la obra, que comenzó una hora después de lo previsto, la representación del musical fue algo grande. En las gradas del salón de actos de la prisión más de un centenar de internos e internas se unieron en una actividad conjunta y especial.
El musical, coordinado por María Luisa Coll, fue toda una invitación a la reflexión sobre el valor del tiempo, acerca de cómo nos equivocamos al querer lo que no tenemos. Una exhortación a aprovechar el aquí y el ahora. Pero para sus actores y actrices, que llevan ensayando desde el 8 de noviembre en el salón de actos de la prisión, supone mucho más:
“Me olvido por unas horas de que estoy encerrada”, cuenta Lidia, de Ronda, sobre el tiempo que pasa en el taller de teatro, mientras Vanessa, que también participó en la obra del año pasado, asegura que lo hace para “divertirse” y porque interpretando se siente “fuera del mundo”.
“Nos gusta y nos descarga. Nos entretiene”, afirma Marina, la protagonista del musical, sobre el grupo de teatro comandado por Deblas desde hace cinco años. Después del taller “volvemos de otra manera al módulo”, afirma esta joven de 28 años, de pelo negro y labios pintados de rojo quien recordó que una vez interpretó a Peter Pan en una obra del colegio.
A otro de los actores, Marius, el teatro le ha fascinado desde pequeño. Destaca cómo el grupo de teatro formado en la prisión ha logrado unir mucho a sus participantes que llevan a cabo un trabajo en equipo de cara a un buen estreno. Cuenta que le gustan los temas que aborda el musical: cómo nacemos, vivimos y morimos pero dándole la vuelta, del final hacia el principio. “La vida es un teatro y nosotros somos los actores”, afirma este joven rumano, que está a punto de cumplir los 27 años.
“Cada mañana al despertar recibimos 84.640 segundos y la reserva desaparece con la noche. La vida puede acabar en cualquier momento. Un segundo de vida es más valioso que un euro”, proclama uno de los actores sobre las tablas. Después, los intérpretes cantan la canción “Sueña”, que es coreada por algunas mujeres y hombres entre el público.
A Maite y Miguel, pareja en la obra y en la prisión, también les ha gustado mucho participar en la obra, mientras que para David el taller ha sido una experiencia “divertida” que le ha permitido salir de la rutina diaria.
Algo nerviosos al principio ante un aforo que rompía el silencio necesario para la concentración, los actores y actrices supieron transmitir el entusiasmo a un público que rió, coreó algunas de las canciones y descubrió el fruto de una actividad artística nacida entre los muros de la prisión y del talento de otros internos e internas. Este taller de teatro se enmarca dentro de las actividades del programa de Prisiones de Málaga Acoge bajo la responsabilidad de Carmen Cano.
El 9 de mayo tendrá lugar el broche final del taller con el «acto de graduación», entrega de notas y certificados de aprovechamiento ademas de un pequeño piscolabis preparado en la cocina de la prisión.
“Las cosas de la vida” lanza el mensaje de no dejar escapar la vida, de aprovechar el aquí y el ahora porque el tiempo no vuelve jamás.
El musical termina como empezó con una pareja de actores en un banco en medio del escenario. Con rotundidad, el actor dirige al público una conclusión: Nosotros no estamos rotos, sólo estamos doblados. Y Marina, con un pie sobre el banco, insiste en que ella piensa “aprovechar bien los 84.640 segundos que tiene el día desde en este mismo momento…porque no estoy rota, sólo estoy doblada”.
La canción “Vivir mi vida” de Ricky Martin y los bailes en pareja ponen punto final animado al espectáculo, el quinto que Málaga Acoge lleva a prisión, una labor difícil pero sumamente enriquecedora para organizadores, internos e internas.
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