Actualizado hace 11 años – Publicado el 5 de noviembre de 2012
A sus 21 años, Nataliia Klymova tiene ya mucha experiencia a sus espaldas. Salió de su Ucrania natal hace cuatro años para formarse en cooperación internacional y, tras tres años en Bélgica, llegó a España buscando mayor formación y mayor sol. Mientras estudia un Máster en Comunicación Intercultural y tras sus prácticas den Cruz Roja, también tiene tiempo para impartir clases de ruso en el centro cultural ciudadano La Casa Invisible.
¿Cómo empezó con las clases de ruso?
Fue una idea que surgió tras preguntarme qué podía hacer mientras estudio aquí en Málaga. Decidí dar clases de ruso, porque en Málaga está la única escuela de idiomas en Andalucía con ruso y hay gente interesada en aprender el idioma, pues propuse la idea. Yo la primera semana que estuve en Málaga me encontré con la gente de La Casa Invisible y luego ya me involucré más en las actividades del propio centro y ya ofrecí el taller de ruso aquí.
¿Y qué tal le va?
Estoy intentando hacer clases de manera más divertida: aprendemos no sólo por libros o reglas de gramática, sino también jugando, a través de música, cosas de arte… Algo diferente, pero eficaz. Es como aprenden los niños: jugando. Yo estoy muy contenta con la experiencia, espero que los alumnos también…
¿Cuándo llegó a Málaga?
Llegué a Málaga hace un año. Vine, me imagino, como muchos por el sol, el mar, por el buen tiempo… Y ya me quedé aquí. Vine para estudiar, que era la razón de estudiar aquí. Y también por probar a vivir en España y Andalucía, con mucho sol. Estoy haciendo un Máster en Comunicación Multicultural que me lleva mucho tiempo y fue el único que había de esas características en España. Buscaba algo de comunicación, pero que fuese algo más allá.
¿Qué se estudia en el Máster?
Pues un poco de todo. Estamos concentrándonos sobre todo en artes, literatura, cine, pintura… Yo antes estudié cooperación internacional y lo que quería era hacer algo más, algo que me permitiera relacionar comunicación con desarrollo internacional. Y por eso me gusta mucho lo que estoy haciendo, el concepto multicultural, cómo encontrar el idioma común entre todas las culturas y entre todos los idiomas. Es muy interesante.
¿Y es posible encontrar ese nexo común o somos todos muy diferentes?
Sí, somos diferentes, pero estamos unidos en nuestras diferencias, como se suele decir. Pero somos todos lo mismo, somos seres humanos, y eso nos une más que hacernos diferentes. Luego, claro, la mayor riqueza también es la diferencia, es lo que nos hace ser como un arco iris con todos sus colores, gente con diferentes intereses, culturas… Es muy interesante ver cómo funcionan juntas las diferentes culturas.
¿Qué aporta la mezcla de diferentes culturas y personas de diferentes orígenes?
Riqueza. Riqueza mental, espiritual… De cualquier dimensión. También aporta mucho porque la vida se hace mucho más interesante, descubres diferente gente, diferentes visiones del mundo y así te puedes hacer una imagen de lo que es el mundo y lo que es cada uno en ese mundo.
¿Llegó con algún estereotipo de los españoles?
Lo que pasa es que yo había venido varias veces a España antes, tanto al norte como al sur del país. He hecho viajes largos a lo largo de España y, tras viajar bastantes veces, decidí que quería quedarme aquí a vivir. Entonces sí que conocía cómo es todo antes de venirme a vivir. La gente disfruta del momento aquí y eso me gusta mucho, me atrae bastante.
¿Qué hacía antes de llegar a España?
Yo estaba estudiando en Ucrania y trabajando y participando en una ONG. Eso me despertó el interés en la cooperación internacional y por eso me fui de Ucrania. Me fui hace cuatro años: Viví tres años en Bélgica, un país muy interesante porque hay muchas organizaciones y mucho movimiento para el desarrollo sostenible y conseguir que nuestro medio ambiente no esté tan mal como está ahora… Pero lo que pasa es que yo necesitaba más sol; es una razón muy banal, lo sé, pero por eso quise venir aquí. Y, bueno, se trata de ayudar al desarrollo a cualquier punto del mundo, y aquí estoy contenta.
¿Cómo ve el papel de las ONG tras su experiencia?
El tema es que cualquier aspecto que trabajen puede ser diferente de manera en cómo lo haces. El desarrollo es un ejemplo: puede ser diferente dependiendo de la actitud que tenga la ON hacia ese desarrollo. Hay ONGs con diferentes ideologías, hay religiosas que lo que quieren es amplificar los seguidores de esa de religión; otras quieren imponer una visión que ellos creen que es la mejor visión del mundo… Pero también creo que hay ONGs que están abiertas a escuchar a un grupo de gente, saber sus necesidades y proponerles mejores opciones y que ese grupo elija, para que el desarrollo sea desde la población local misma, un tipo de desarrollo que sí que creo, aunque es difícil.