Cuando era niño hacía caricaturas de sus abuelos y de sus tíos. En una servilleta, en la cafetería de Marbella a la que le llevaban sus familiares, cogía un bolígrafo y se ponía a pintar a los camareros. «El dibujo siempre ha estado presente en mi vida», cuenta Moisés Donoso, Moi, voluntario de la asociación desde hace unos años, primero acompañando a jóvenes como Hicham en nuestro programa de mentoría social y, desde hace unas semanas, impulsando un taller de pintura para chicas extuteladas.
Moi dejó su pueblo con 18 años para estudiar Bellas Artes en Sevilla. «Yo he dibujado desde siempre, soy hijo único y pienso que eso potenció en cierta manera que de niño creara mi propio universo. Siempre he hecho cómic». Dejó la carrera para trabajar en una editorial, un empleo exigente que pronto le restó tiempo para pintar, que es su pasión. Ahora mira atrás y describe esos años en los que no cogió un lápiz como «la peor época de su vida». A día de hoy, y tras diagnosticarle una enfermedad por la que tuvo que «dejarlo todo» para recuperarse, ha vuelto al dibujo y ha lanzado la editorial de cómic mondocanebooks.com.
«Me ha cambiado la vida para bien», asegura Moi, que anda embarcado también en un proyecto de novela gráfica personal. Desde hace unas semanas comparte su pasión por la pintura cada miércoles en un taller con chicas que acompañamos en la asociación y que viven en pisos de acogida de gestionamos en Málaga. Una de las jóvenes estudia segundo de Bellas Artes, otra está en una escuela de hostelería, pero a ambas les gusta mucho dibujar. La experiencia le está resultando «muy buena», pero no se ve como un profesor impartiendo clases, sino como un alumno más que aprende con y de ellas.
«Me siento muy bien dibujando, es la mejor terapia», afirma Moi, quien considera que «el arte es esencial para la química cerebral» y que cualquier actividad artística es muy necesaria, ya sea la música, la pintura o incluso la escritura.

No había hecho voluntariado antes de formar parte del equipo de Málaga Acoge. Reconoce que era «un poco reticente» pero que «una vez que empiezas te das cuenta de que es una buena forma de compartir tus experiencias y, en el caso del taller de pintura, «absorber las experiencias y aprender de otras personas a las también les gusta pintar y dibujar».
La primera vez que hizo voluntariado en la entidad fue como mentor de Hicham, un chico que acompañamos y que tiene habilidad para el dibujo y la costura. Moi le estuvo orientando en el diseño de moda, que le gusta mucho y es su sueño. «Le expliqué cómo se construye una figura humana a nivel básico para que pudiera diseñar su ropa sobre un modelo dibujado por él», apunta.
Recordando sus tiempos en la facultad de Sevilla habla de las reuniones con los compañeros y compañeras con los que quedaba en casas para hacer trabajos y pintar e insiste en que donde más se aprende es en comunidad. De hecho, le gustaría encontrar un taller en Málaga que pudiera compartir con otros artistas y en el que poder hacer, por ejemplo, escultura, que le parece fascinante, y que prefiere incluso a la pintura.
Desde que llegó a Málaga tiene en mente un proyecto de intervención en la calle con esculturas que se le ocurrió a raíz de los diseños de Invader en las calles de la ciudad. «Todo llegará», afirma, mientras las chicas limpian sus pinceles en agua para seguir pintando con acuarela en la sala Quijote de nuestra sede de calle Ollerías. Un miércoles.
El apoyo de Moi en el Área de Jóvenes se enmarca en el proyecto Thesan un programa de atención integral dirigido a mujeres jóvenes procedentes del sistema de protección de menores que llevamos a cabo con el apoyo de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad y el Ministerio de Igualdad.