por Karin O.Silva*
Clara Jiménez Agredano es una joven malagueña de 42 años que tiene una amplia experiencia de vida con el voluntariado, ya que empezó con tan sólo 16 años a colaborar con la ONCE y otras ONG. Clara es ingeniera industrial y tiene también formación como coaching y formadora para adultos. Ella también ha sido inmigrante en Canadá y tiene una sensibilidad especial al respecto. Actualmente está colaborando en el proyecto de mentoring social que trabaja con jóvenes entre 18 y 22 años, donde dice sentirse muy feliz.
Al parecer siempre has tenido conciencia social, ya que empezaste muy joven con el voluntariado.
La verdad es que no recuerdo muy bien por qué empecé a trabajar en voluntariado, pero está relacionado con mi familia y los conceptos que tenemos desde casa sobre la vida y la sociedad. Recuerdo que empecé con mi hermana mayor. Fuimos a un lugar que se llamaba Voluntariado de Málaga y allí nos dieron varias opciones. Mi primer trabajo como voluntaria fue con la ONCE, en acompañamiento de las personas ciegas.
¿Cómo nació la colaboración con Málaga Acoge?
A través de una de mis mejores amigas conocí el programa de mentoring de la ONG y me puse en contacto porque me pareció un programa precioso para colaborar. Este programa cuenta con la figura de acompañamiento, establecer una confianza con alguien que puede ser un referente para la persona inmigrante en su andadura a la integración. Pero sobre todo se trata de ayudar a jóvenes que están en el periodo de emancipación de los pisos de acogida. Son jóvenes que desafortunadamente por las circunstancias no han tenido una figura de guía en su círculo familiar o más cercano.
¿Con quién estás trabajando tú?
Yo trabajo con Catalina que tiene 23 años, hemos establecido una relación de amistad. Ella ha verbalizado que es mi amiga y para mí esas son palabras mayores. He aprendido mucho con ella, a relativizar y entender que todos vemos la vida de una manera diferente. Además, aparte de haber encontrado una amiga, creo que le estoy ayudando para su vida futura, para cuando ella empiece a volar sola. Cata estudia por las mañanas y trabaja por las tardes, la verdad es que es una guerrera.
¿Cómo funciona el programa de mentoring?
El programa en sí son seis meses, aunque uno decide si quiere mantener la relación de por vida. Desde Málaga Acoge se lleva un registro de las “quedadas” con los jóvenes y sus mentores, lo hacemos a través del coordinador con quien tenemos reuniones periódicas para ir hablando de cómo está siendo la evolución de los jóvenes en su camino hacia la independencia.
¿Cómo ves este programa?
Lo veo muy franco, muy útil y veo que está muy bien gestionado. La verdad es que estoy muy contenta con lo que me estoy encontrando, y creo que el beneficio puede ser incalculable para todos: para el mentor y para el mentorizado. Estamos ahí para ayudarles a que sean autónomos, a que sean independientes y a creerse fuertes en lo que les espera en la vida. Porque yo creo que ya son fuertes por todas las experiencias que han vivido, pero a lo mejor nadie les ha reconocido esa valía que tienen como personas.
En tu caso personal, por la profesión que ejerces, cuentas con herramientas para poder trabajar en este programa…
Me ha interesado muchísimo este programa porque tengo muchos años de experiencia en voluntariado, y sobre todo con el rango de edad en el que se trabaja. Puedo recurrir a ciertas herramientas que tengo, pero también aprendo mucho de Cata porque con ella aprendo qué herramientas puedo utilizar para ayudarla.
¿Qué te parece el trabajo de Málaga Acoge en general?
Me encanta el trabajo de todos los profesionales de la ONG porque por todos aportan algo que ayuda a las personas que reciben los servicios, y en mi caso puedo decir que los jóvenes se sienten muy amparados y recurren a Málaga Acoge con confianza.
¿Qué opinas de la inmigración?
Por suerte en mi vida, yo he sido inmigrante también, y aparte de haber vivido en varios países, he conseguido otra nacionalidad. Aunque sea con diferencias, sé lo que es empezar de cero en un nuevo país. Aunque España es hospitalaria, y creo que Málaga mucho más aún, seguimos haciendo diferencias entre inmigrantes dependiendo de dónde vengan. La única manera que el ser humano aprende las cosas es viviéndolas en sus propias carnes. Para entender a una persona inmigrante, tendríamos que irnos fuera y conocer otros mundos y las circunstancias que lleva a la gente a dejar sus países de origen. Con lo que nutre pasar un minuto de tu vida con una persona de otra cultura, yo más que una amenaza lo veo un regalo.
El programa de mentoría social para jóvenes extutelados se enmarca en el proyecto Incorpora Joven impulsado por Fundación «la Caixa».
*Karin O. Silva es voluntaria del equipo de Comunicación de Málaga Acoge.