por Mar Tello*
Lucrecia Ruiz vive en Torrox desde hace once años. Argentina, madre de un hijo de 16, lleva dos décadas en España y es una de las mujeres de la red de dinamizadoras comunitarias en prevención de violencias machistas de La Axarquía. Conoció Málaga Acoge en un momento muy difícil, tras sufrir una situación de maltrato en su país y desde entonces -dice- la asociación se ha «vuelto una parte» de su vida.
«Antes me sentía una persona menospreciada y me culpaba a mí misma, cuando esa no era mi esencia. Mi esencia es la que tengo ahora», afirma. Rubia y de expresivos ojos verdes, Lucrecia llegó a nuestra sede de Torre del Mar en busca de ayuda para encontrar un empleo. «Necesitaba que alguien me escuchase», apunta. Entonces, participó en nuestra formación de dinamizadoras comunitarias en prevención de violencias machistas, impartido por nuestra compañera Noemí Góngora: «El curso ayuda mucho porque te conecta con otras mujeres. Te vas formando y vas creciendo. Aprendes que es importante denunciar, que hay organismos que ayudan, que una no está sola», afirma, al tiempo que considera que debe haber una «mayor concienciación» hacia las violencias machistas poniendo el foco en la juventud. «Pondría estas formaciones como materia obligatoria en los institutos», advierte.
De 55 años, habla con el conocimiento que le da la experiencia y tras haber superado una «depresión profunda» de la que no vislumbraba salida: «Me dejé llevar por el cuento del príncipe azul y éste se transformó en un monstruo», lamenta. Fueron unos años muy duros, «de aislamiento y encierro», pero ahora cuando mira atrás ve «experiencias y lecciones aprendidas» y asegura que está bien, que «sigue adelante» con su vida.
Lucrecia es profesora de Educación Infantil, pero aún no ha podido convalidar su título. En 2017 terminó un curso de Administración con muy buena nota y estuvo de prácticas en una empresa de Torre del Mar y desea tener un empleo que le dé estabilidad para el futuro que construye junto a su hijo. Ella trata de que sea bastante independiente. «Nosotros no tenemos a nadie aquí. Mi familia está en Argentina», cuenta. Tiene allá un hermano y su madre con la que habla varias veces al día.
Lucrecia nos cuenta que debe viajar a Cádiz con su hijo Nico, ya que ha iniciado el proceso de solicitud de la nacionalidad española para él. «Cuando era joven, antes de casarme, viajaba mucho», comenta.
Sin miedo
Recuerda que frente a la situación de inseguridad que se vive en su país, en Málaga se siente «tranquila, libre y sin miedo». Valora el apoyo que le ha prestado la asociación en lo que se refiere a la violencia machista, pero resalta también su labor en otros ámbitos como la ayuda psicológica, jurídica y laboral. Hace una año y medio a Lucrecia le diagnosticaron un cáncer de colon. Desde entonces está de baja, aunque se interesa por realizar cursos y formaciones cuando le es posible. Sufre de cansancio continuado debido a la enfermedad, si bien se siente ya mejor que hace un año. Su madre, a la que no veía desde 2017, vino a quedarse con su hijo durante la primera fase de la enfermedad, ya que de lo contrario este tendría que haber quedado bajo la custodia de asuntos sociales.
En todo este proceso de tratamientos estuvo acompañada por el personal de Málaga Acoge, con el que ella dice sentirse en deuda permanente. La entidad “forma parte de mi vida”, dice Lucrecia. “Es mi sostén”, afirma. La fuerza y la sonrisa de esta mujer son contagiosas.

Esta entrevista forma parte de una serie especial realizada por Málaga Acoge con motivo de nuestro 35 aniversario. A través de estas historias de vida, queremos visibilizar la fuerza, la determinación y la esperanza de las personas que acompañamos cada día. Sus testimonios reflejan el valor de la diversidad y la importancia de la solidaridad para construir una sociedad más justa e inclusiva. Gracias por acompañarnos en este recorrido y por celebrar con nosotros más de tres décadas de apoyo y nuevos comienzos.
*Mar Tello es voluntaria de Comunicación de Málaga Acoge