Samira Mohamed cumple 39 años en abril. Es de Ghana. Madre de cuatro hijos, dos niños y dos niñas, afirma que quiere aprender español para poder ayudarles: «Si una hija trae un papel del colegio y no sabes qué pone en él, qué pena». Ella no fue a la escuela y desde 2016 asiste a nuestras clases en Málaga donde partió de cero con Luisa María y ahora estudia en el grupo de Lola, ambas profesoras voluntarias de la asociación. «Empezó conmigo haciendo palotes», cuenta Luisa María, que dice que es como una abuela para los hijos de Samira, a los que ha visto crecer a lo largo de los años.
De los palotes pasó a escribir en mayúsculas y hoy enseña orgullosa el último texto que trae escrito de su casa, en el que hace una descripción de unas ilustraciones en un folio que repartió Lola. Cada martes y jueves camina media hora desde su casa para llegar a las once a la clase en la que está su amiga Alilatu, también de Ghana. «Me gustan mucho las clases. Lola es muy buena persona. Me dice que tengo que aprender a escribir y que no pasa nada si lo hago mal, que ella me corrige».
Con un vestido a rayas rosa, un pañuelo blanco le cubre la cabeza. «Es muy inteligente», dice Lola, que valora su esfuerzo y su entusiasmo. «Samira es la persona más alegre que conozco», destaca la profesora.
Vino hace once años de Ghana junto a su marido y su hija de un año y pocos meses. Hoy su niña tiene doce y sus hermanos diez, nueve y, el «más chiquitín», cuatro. Cuenta que en su país, donde viven sus padres y hermanos, la situación es «muy difícil» porque, aunque tengas un trabajo, el dinero que ganas no es suficiente para pagar un alquiler y vivir dignamente. Actualmente su marido está empleado y ella quiere también tener un trabajo que sea compatible con el cuidado de sus hijos.


Desde que llegó a España no ha vuelto a Ghana, aunque sí habla por teléfono con frecuencia con su familia. «Quiero ir este año, si Dios quiere. Hace once años que no he visto a mi madre y es mucho tiempo. Quiero que conozca a mis hijos», apunta. A los niños les gusta ir a jugar al parque, así que les lleva cuando tiene, dice, «un poco de tiempo». En sus ratos libre le gusta ver la televisión y cocinar distintos platos como puré, tortilla de patatas o arroz picante.
Samira tiene amistades en Málaga, como su compañera Alilatu, y también otras personas con las que se comparte fiestas, bautizos o bodas. «El año pasado viajé a Barcelona a la boda de un familiar de Alilatu»,recuerda.
Encima de la mesa, Samira dispone dos hojas de libreta con un texto escrito en mayúsculas hace tiempo y el más reciente que trae hoy a la clase: «Esto es lo que he conseguido -concluye- En Málaga Acoge me han dado muchas cosas: leer, escribir. Entonces, gracias».


«Esto es lo que he conseguido», dice Samira, mostrando los avances en su escritura.