Anna Petruk estudió ocho años en la escuela de música cuando era niña, en Lviv, la capital cultural de Ucrania. Desde entonces no había vuelto a cantar. Bióloga, madre de un hijo y una de nuestras alumnas del curso de español, ha tenido que pasar mucho tiempo y una guerra para que haya retomado el canto, en el coro Sancti Petri de Málaga, lejos de su tierra castigada, donde permanece su marido. «En Málaga empecé otra vez a cantar y recuperé algo como de otra vida, que había olvidado», cuenta mostrando en su móvil cuando cantaron la melodía Edelweiss en la Sala de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga. «Ellos me acogieron muy bien. Fue muy emocionante y me puse feliz», dice refiriéndose a sus compañeras del coro.
Dejó su casa una semana después del estallido de la guerra. Su hijo, que vive hace cinco años en Estados Unidos, la acompaño desde Polonia a Málaga, donde vive su madre hace dos décadas. «Sólo tenía una maleta pequeña. Estaba muy nerviosa. Los primeros días fueron horribles. Había mucha gente, sobre todo mujeres con niños, muchos coches, mucho ruido, mucho frío. Estuvimos tres días y tres noches esperando a cruzar la frontera. Recuerdo a una madre con dos hijos, uno en cada brazo y otro a su lado junto a una maleta más grande que él. La cola era larga».
En Lviv, Anna era profesora en la Universidad impartiendo clases de Veterinaria. Ahora estudia español y aprende cómo hacer un currículum para buscar un trabajo. «Nunca pensé que terminaría viviendo en España», observa, y apunta que en Ucrania aprenden inglés y en todo caso alemán o francés, pero no el castellano. La cultura española parece que es «auténtica e interesante para la gente de otros países».
Cuando llegó a Málaga el pasado marzo le sorprendió la acogida de los malagueños porque considera que los y las ucranianas son de un caracter más cerrado. «La gente aquí es muy abierta», valora, y cuenta cómo un grupo de mujeres que nada en la playa todo el año le invitó a unirse a su llamado Club de baño en Huelin y desde entonces son sus amigas. «Cuando ellas me invitaron fue una verdadera sorpresa, me saludaron y me dieron un abrazo», recuerda.
Despertar
El impacto de la guerra fue tan terrible que asegura que no pudo llorar durante un año. Para Anna empezar a cantar en el coro, escuchar la música fue un «despertar» de los sentimientos. «Los ucranianos nos prohibimos expresar las emociones cuando estalló el conflicto, para no volvernos locos», explica.
De marzo a junio, Anne ha estado aprendiendo español en Málaga Acoge y quiere continuar el próximo curso. Dice que está siendo una «experiencia muy buena» compartida con personas de distintos países. Se refiere a Lola, su profesora y voluntaria de la asociación, para afirmar que «sabe bien cómo explicar y hace las clases muy atractivas». Como broche final de la fiesta de fin de curso de clases de español cantó una canción ucraniana , con el fondo de una música que traía preparada, que logró emocionar y arrancar lágrimas a alguna compatriota.
Aunque actualmente se encuentra bien en Málaga, reconoce que está triste pensando en la situación de su país. «Hace dos semanas cayó una bomba cerca de mi casa. Cada día es más peligroso, hay sirenas, nerviosismo», cuenta, mientras me enseña en su móvil la foto de su hijo junto a otros dos amigos jóvenes que han tenido que huir de Ucrania para refugiarse en Europa: «Ellos tenían pisos, trabajos, amigos, amigas en Ucrania y se ven forzados a vivir y trabajar en Europa y se sienten perdidos. Quizá no puedan volver», lamenta.
Ahora en verano, hasta que comience de nuevo el curso, Anna seguirá cantando en el coro, nadando con sus amigas del club de Baño y avanzando en su español ayudándose, contó, de aplicaciones que tiene instaladas en su móvil.
Actualmente vive con su madre jubilada en casa de unos amigos de esta y le gustaría prolongar su estancia en el país más allá de abril de 2024 que se le vence el permiso temporal en España. Reconoce que la incertidumbre le causa nerviosismo. «A veces pienso en volver a Ucrania, pero veo que la situación está muy difícil. Quiero quedarme aquí y ampliar mi estancia».