por Agustín Olías*
Una de las actividades más longevas, creo que puedo decir sin temor a equivocarme que fue la primera que Málaga Acoge realiza en su empeño por colaborar con las personas inmigrantes para facilitarles su vida en España, es la realización de cursos de español. Y hoy, jueves 22 de junio, en nuestra sede de Bustamante de la ciudad de Málaga, celebramos la fiesta de fin de curso con la tradicional entrega de diplomas a los alumnos y alumnas.
Son interesantes los datos que nos ofrece Carmen Espeja, coordinadora de esta actividad, sobre la asistencia a nuestros cursos de español:
“En octubre del año pasado se matricularon 160 personas y hoy vamos a entregar 100 certificados. Desde mi punto de vista este 63% de personas que han terminado el curso es un buen dato, dadas las características de los alumnos, cuya situación social puede variar mucho a lo largo del curso«.
Ante mi pregunta sobre la asistencia a clase, Carmen me dice que el total de horas del curso es de 100, habiendo personas que tienen hasta 98 horas de asistencia.
Carmen nos ofrece más datos sobre las características del alumnado:
«Normalmente hay más alumnas que alumnos, aunque este curso se ha igualado un poco con un 60% de mujeres y un 40 % de hombres. Cada año cambia, dependiendo de cómo son las migraciones. Por ejemplo, este año tenemos muchas personas ucranianas, también rusas y, por supuesto muchas mujeres marroquíes, y también chicos jóvenes. En cambio han sido pocos los alumnas y alumnos subsaharianos».
¿Hay alumnos que vuelven al siguiente año?
«Sí, sí, de hecho hay algunos que antes de terminar el curso ya quieren asegurarse una plaza para el curso siguiente. Cuando ya tienen un nivel bastante bueno, les sugerimos que se dirijan a otras entidades. Seguimos nuestro criterio básico: atender a quien más lo necesita».
Tengo que recordar que estas clases de español son impartidas en su totalidad por personas voluntarias. ¿Cuántos profesores habéis sido en este curso?
«Once, y por dar el dato, solo un hombre».
¿Tenéis suficientes profesores para atender a la demanda de clases de español?
«No. Nos harían falta más personas voluntarias porque tenemos clases sin atender. Hay más demanda que posibilidades de atenderla por nuestra parte. Es una pena, porque ahora no tenemos problemas con las aulas, ya que tenemos la parroquia de San Pablo que nos cede locales”.
El actual profesorado está formado totalmente por personas jubiladas. Carmen me explica que es normal, porque a la gente joven le suele aparecer un trabajo o un cambio de residencia, pero todo vale; el tiempo que están con nosotros se aprovecha.
Mientras que hablo con Carmen, el acto ha comenzado. La presidenta de Málaga Acoge, Adela Jiménez, inaugura la entrega de diplomas con un discurso de bienvenida y agradecimiento a todas las personas implicadas en estos cursos de español, alumnas y alumnos, profesorado, personal administrativo y personas voluntarias de Málaga Acoge que, de una manera u otra, han trabajado para lograr este éxito.
La sala de nuestra sede en la calle Bustamante de Málaga donde nos encontramos, está a rebosar. Eso sí, hay sitio para las mesas donde reposan los diferentes platos de comida que las alumnas han traído, que tras la entrega de diplomas consumiremos.
Me dirijo a un alumno, chico joven, rubio, que se llama Alexander. En un español básico me dice que es de Rusia y, aunque parece mucho más joven, tiene 29 años. ¿Cómo conociste Málaga Acoge?
«Mi madre lleva aquí siete años, es usuaria de Málaga Acoge y me trajo aquí«.
Me sorprende su nivel de español llevando aquí solo ocho meses. Alexander, además de ruso, habla inglés ya que estuvo trabajando en un “call center” donde usaba el inglés.
«Vivo en una residencia de la Cruz Roja y allí también voy a clases de español.» Me ayudan mucho las clases que recibo en Málaga Acoge».
Mientras continúa la entrega de diplomas (simpática la confusión que a veces se produce cuando los profesores tratan de leer algunos nombres difíciles de decir para un español. Pero bueno, todo se soluciona), me dirijo a Isabel, profesora, que no conozco de años anteriores.
¿Por qué te apuntaste para dar clases de español?
«Porque yo ya venía de profesora en Vitoria. Soy de Madrid, pero he vivido mucho tiempo en Vitoria. He venido a pasar unos meses a Málaga y cuando llegué, pensé que tengo que hacer la misma labor que hacía en Vitoria y busqué asociaciones que diesen clases de español, y así conocí a Málaga Acoge. Me gusta mucho como funciona Málaga Acoge en esta actividad de dar clases de español».
¿Qué diferencia encuentras con esos otros sitios en los que colaboras o has colaborado?
«Málaga Acoge es una organización aconfesional, con varios campos de actividad, mientras que la otra organización con la que colaboro es de la iglesia. Aquí me siento muy a gusto».
¿Con qué grupo de alumnos has trabajado este curso?
«He estado con un grupo de gente joven subsahariana, mayoritariamente marroquíes, aunque había de Senegal, Mali, Guinea, Camerún, Sudán. Son personas muy jóvenes que llevan en España pocos meses y algunos no sabían nada de español, y otros un poquito, algo muy básico. Tienen mucha capacidad de aprendizaje, aunque por otra parte algunos no tienen mucho “estímulo”, o no sienten la necesidad de aprender español, lo cual desde mi perspectiva es difícil entender. Por ejemplo, aprenden a hablar, pero no les interesa aprender a escribir ni a leer».
¿Has quedado satisfecha de este año como profesora en Málaga Acoge?
«Muy satisfecha porque el contacto con los jóvenes ha sido muy bueno, muy entrañable. Me querían muchísimo, me adoraban, pero faltaban mucho a clase, lo que me daba mucha rabia». Se ríe. ¿Piensas seguir el próximo curso? «Sí, sí».
La entrega de diplomas acaba y llega el momento de conversar con las compañeras, los abrazos, hacer las fotos de grupo. Aunque la entrega de diplomas puede parecer, y lo es en parte, un acto protocolario sin más, en algunas ocasiones resulta emocionante, como cuando alumnas orgullosas por sus títulos se abrazan con sus profesoras. Se nota el esfuerzo que les supone aprender español y el reconocimiento que reciben con el aplauso de todos los asistentes cuando salen a recoger su diploma. Para terminar este breve reportaje, decir que me llegó al alma el grandísimo aplauso que recibió un joven alumno que vive en situación de calle y duerme por el barrio, al salir a recibir su diploma.
Como cierre a la fiesta de fin de curso de las clases de español, Anna, alumna ucraniana de nuestra voluntaria Lola, cantó una canción por la libertad que emocionó a todos y todas:
*Agustín Olías es voluntario de Comunicación de Málaga Acoge