Actualizado hace 2 años – Publicado el 28 de mayo de 2019
Carlos ve arte en todo lo que le rodea. «Mira esos balcones», dice señalando los hierros entrelazados en las terrazas de uno de los edificios al otro lado de la plaza. Brasileño, de 54 años, «el sueño de conocer Europa. España, Italia, Francia…» lo trajo a Málaga en febrero de 2018 animado por un grupo de artistas. Comenzó a vivir con ellos y durante meses exhibió sus creaciones en exposiciones y ferias.
«Mi trabajo es mosaico con madera, ramas, piedras, arena y tierra. Uso los materiales de la naturaleza. También hago mandalas y muebles artísticos para casas», cuenta en un español que va mejorando en las clases de castellano de Málaga Acoge.
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Aunque su apellido es Oliveira, el artístico es Cipo, que en portugués significa «liana», uno de los materiales que incluía en sus obras cuando vivía en Brasil. Allí trabajó un tiempo como corredor de seguros en una oficina hasta que la crisis económica le dejó sin trabajo y empezó con sus creaciones: «Comencé haciéndolo para vender, pero después le cogí amor».
Para venir a España vendió todas sus pertenencias. Pero el grupo de artistas con el que vivía en Vélez Málaga se deshizo y la vida se le tornó difícil: «Cada uno siguió su camino y me quedé solo y sin recursos».
Logró algunos trabajos esporádicos a cambio de comida y alojamiento pero desea encontrar algo más estable para poder continuar haciendo arte y dar a conocer sus creaciones, que de momento guarda en una tienda en Torre del Mar.
Antes de llegar a Málaga ya sabía de la ciudad por Pablo Picasso «Me fascina su trabajo. Cuando llegué aquí la primera cosa que quería era conocer su Museo». En Brasil viven dos hijos y dos nietos, con los que necesita mantener contacto «todos los días». Tenía una vida estabilizada, una tienda en una feria, un taller y vendía sus obras hechas de naturaleza.
En España no hay lianas ni selva, pero sí olivos, pinos, eucaliptos… y los artistas se adaptan, dice con una media sonrisa.
Cuenta que además de artista es cocinero «de comida tropical, brasileña» -trabajó en un restaurante en su país- y quiere hacer un curso de formación para «aprender la cultura culinaria española» para encontrar un empleo: «Soy una persona muy inquieta. Necesito tener ocupados mi cuerpo y mi mente».
Cada martes y jueves asiste a las clases de español en nuestra sede de calle Bustamante y «poco a poco» va aprendiendo más aunque de que le cuesta algo el acento andaluz, que es rápido. Dice de su profesora Lola que es «buena y paciente» y del curso que «está siendo muy provechoso porque el idioma es algo principal».
Pese a las piedras que está encontrando en el camino no tiene «voluntad» de regresar a Brasil y está decidido a salir adelante: «Ahora que estoy en este barco, hay que seguir navegando».
Os enseñamos algunas fotos de sus creaciones para que veáis lo bonitas que son y de las primeras exposiciones en Málaga :