Por Agustín Olías
Para conocer la realidad de los cursos de español para adultos que Málaga Acoge organiza e imparte, he estado una mañana en la sede de la organización en la calle Bustamante de Málaga. Son ciento veinte las personas inmigrantes apuntadas a estos cursos, que empezaron su aprendizaje en septiembre y finalizarán en junio del próximo año. Para atenderlos adecuadamente, una veintena de personas voluntarias de la organización imparten las clases, dos días a la semana, en turnos de mañana y tarde.
Nada más llegar, veo a Joseto, profesor voluntario a quien entrevisté hace ya varios meses. Su clase está a punto de acabar. Una cara conocida me sonríe desde el otro lado de la mesa, ¡Yanina! Aunque es joven, es una «vieja» conocida. La novedad es que está en clase con su bebé, Daniel, cinco meses a punto de cumplir, ¡qué alegría verla! Como el año pasado, el grupo de Joseto es de un alto nivel de español, formado mayoritariamente por chicas ucranianas.
Alfonso y Agustín son dos nuevos voluntarios a quien hoy tengo el gusto de conocer. Están enfrascados, junto con sus cinco alumnas y alumnos, en una cuestión fundamental en el día a día: “¿Cuánto vale?” La joven estudiante Admirata, senegalesa, se explica bastante bien en español y ayuda a sus menos avanzadas compañeras a dar las respuestas correctas: 2,30, 5,25…Tema importante en el día a día, sí señor. Como soy muy curioso y me gusta enterarme de muchos detalles de los estudiantes, descubro una nueva nacionalidad en uno de ellos: Abdullah, de las Islas Comores. Vladislav y Olga, ucranianos, completan este heterogéneo grupo.
No puedo dejar de preguntar a estos dos nuevos profesores voluntarios cómo se sienten en Málaga Acoge tras estas pocas semanas dando clase. «Fantásticamente»: unánime y compartida respuesta. Espero tener oportunidad de entrevistarlos en un futuro cercano, para que nos cuenten detalles de su vida y razones por las cuales se han hecho voluntarios.
Ya son las once de la mañana, ¡cómo pasa el tiempo! Me cruzo con Laura, que repite como voluntaria y profesora este año. Me invita a conocer al grupo que va a empezar ahora su clase ¡Gracias, Laura, claro que sí! Laura tiene como compañera a una nueva voluntaria, Cristina (es fantástico encontrarse con tantas nuevas personas voluntarias). Este grupo está formado por alumnado que no sabe leer ni escribir en español. Están repasando las letras del abecedario. Me llama la atención una pareja que me parece que saben bastante español. Les pregunto. Son rumanos, llevan ya cuatro años en España y se defienden muy bien en español, pero quieren aprender a leer y escribir, por eso se han apuntado a las clases de Málaga Acoge. Sigue entrando gente en este grupo. En teoría son nueve y hoy parece que van a venir todos; como la sala es pequeña, mejor me voy y les dejo sitio.
En la sala contigua nuestras queridas profesoras voluntarias María Victoria y Tere están trabajando con su grupo de nivel A1 (bajo nivel de español). Houria, la veterana del grupo, me dice que ella entró en las clases de español hace ya varios años. Entonces no sabía ni leer ni escribir, nunca había ido a la escuela; ahora me muestra orgullosa las líneas que en su cuadernillo ha escrito en español para la clase de hoy.
Sigo mi particular «tourné» por los grupos de las once.
En el grupo de las profesoras voluntarias Luisa y Mercedes están leyendo una sencilla frase (“El vaso está lleno”) que da pie a la participación de las alumnas y alumnos: ¿De qué está lleno? ¿De qué color es el líquido que llena el vaso? Si no está lleno, ¿cómo está? La clase se interrumpe brevemente para dar la bienvenida a una nueva alumna, que busca «aparcamiento» para el cochecito de bebé donde su hijo sonríe, ¡así son las clases de español para adultos de Málaga Acoge!
La sede de Málaga Acoge está muy, pero que muy animada, cuando me voy. Carmen Espeja (una de las coordinadoras de los cursos de español) no descansa: recibe, organiza y coordina la gran cantidad de nuevos alumnos que están llegando.
Al principio de este artículo escribía que son ciento veinte las alumnas y alumnas apuntadas a estos cursos. Pero también otras personas se han quedado fuera por falta de profesores y profesoras, es decir, por falta de voluntarias y voluntarios. Aprender español es uno de los primeros pasos básicos que deben dar para integrarse en nuestra sociedad. Sin saber español, ¿cómo van a encontrar trabajo? Sin trabajo, ¿cómo van a vivir? Está en nuestras manos favorecer esta integración.
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