Por Agustín Olías
“Cuando me encontré con que podía tener una habitación en el piso, me pareció maravilloso. No me lo podía creer.” Así se sintió Mery* cuando Málaga Acoge le comunicó que tenía una plaza en un piso de acogida para mujeres que la asociación gestiona en Mijas.
¿Quién es Mery? Ella se presenta:
Soy Mery, colombiana, 51 años. Soy la mayor de tres hermanas, aunque ahora tengo otro hermano menor, más chico. Vivía en Palmira Valle, ciudad del valle de Cauca, al sur de Colombia. Yo no había estudiado para trabajar en residencias de mayores, pero era un trabajo que siempre me gustó. Éramos tres amigas que teníamos inquietud por este tipo de residencias. Hacíamos aportes tres veces al año. Por ejemplo, nos encargábamos de conseguir el dinero, hacer la compra y preparar la comida para todos. Pasábamos el día con ellos. La dueña de una de estas residencias me ofreció trabajar con ella y estuve diez años.
Pero el destino la puso a prueba. Mery estaba casada y con dos hijas, pero hace once años su marido falleció.
Seis años después conocí a un español. Empezamos a salir y a partir de ahí venía a España esporádicamente; estaba tres meses y regresaba a Colombia, pues ese era el tiempo que tenía para no estar de manera irregular aquí. En una de estas venidas me pidió que me quedara a vivir aquí, en Las Lagunas de Mijas, y me quedé. Con el tiempo la relación se fue deteriorando y al final lo dejé.
¿Cómo conociste Málaga Acoge?
A Málaga Acoge la conocí mucho antes de mi separación. La primera vez fue para que me asesoraran para conseguir la documentación, incluso fui con él, porque queríamos hacernos pareja de hecho. Cuando me separé me acordé de la asociación. Mi intención cuando fui a hablar con Rosalía (técnica de la sede de Fuengirola) era que me dieran asesoramiento para conseguir un empleo. Para mí fue fantástica la propuesta que me hizo de ir a vivir a un piso compartido, pues yo no tenía ni trabajo, ni dinero para pagar un piso, además de que anímicamente estaba muy mal, deprimida.
Esto sucedió hace cuatro meses. Antes Mery estuvo trabajando seis meses como camarera en un restaurante, pero con la pandemia el negocio empezó a ir mal y la despidieron. Ahora comparte el piso con dos familias monomarentales, una rusa y otra marroquí. ¿Cómo es la convivencia entre gente de tan distinta procedencia, cultura, religión, idioma?
Las dos tienen críos, una un hijo ya mayor y la otra un niño pequeño. Al principio fue un poco distante, como que dudábamos de abrirnos, son tres culturas totalmente diferentes. Ahora nos llevamos bien, nos distribuimos las tareas del piso e, incluso, hay momentos en los que nos reunimos y preparamos cosas en común. Ellas hablan un español casi perfecto, aunque el acento no lo pierden. Llevan en España bastante tiempo.
¿Estás haciendo algún curso que te facilite encontrar empleo?
La pena ha sido que durante todo este tiempo de pandemia, todos los sitios donde hacían cursos estaban cerrados. No había nada presencial, todos se habían cancelado. Ahora ya han empezado a ofertar cursos, pero no me he podido apuntar a ninguno de los que organiza Málaga Acoge porque no cumplía los requisitos. Lo que sí he hecho ha sido talleres on line, por ejemplo, uno de búsqueda de empleo. Ahora mismo estoy haciendo un curso de Limpieza hospitalaria y otro de Manipulación de alimentos que organiza Cruz Roja. Mery no ve a sus dos hijas, de 29 y 25 años, que siguen en Colombia, desde diciembre de 2018. Como ella dice: en mi país es raro, pero aún no tengo nietos.
¿Te arrepientes de haber venido a España?
No me arrepiento de haber venido. La vida es un constante aprendizaje; todo lo que me ha pasado es una experiencia para un mañana. A veces lo he pasado muy mal, también se aprende de eso y te ayuda a entender mejor a personas que están viviendo situaciones semejantes.
¿Cómo ves el futuro?
Por ahora sé que tengo la tranquilidad de poder vivir en este piso unos meses más. Estoy convencida de que, en cuanto la situación de la pandemia cambie un poco a mejor, encontraré trabajo y podré dejar el piso.
Me despido de Mery deseándole toda la suerte del mundo y quiero terminar esta entrevista con sus propias palabras:
Lo más bonito que me ha pasado es que, a pesar de estar tan lejos de mi país, aquí he encontrado personas con un corazón tan grande, tan increíbles, tan nobles, que han hecho que me sintiera como si estuviera en mi casa.
El piso de acogida donde vive Mery, gestionado por Málaga Acoge, pertenece al proyecto Sadhana. Recibe, además del alojamiento, ayuda para alimentación y productos de limpieza.
*Mery no es su nombre real.
Agustín Olías es voluntario del Área de Comunicación y Sensibilización de Málaga Acoge y secretario de la Junta Directiva de la asociación.
La imagen que acompaña el texto es de Felix Espejo, creador del proyecto Artistas Acoge.