Un grupo de mujeres de distintas nacionalidades, internas del centro penitenciario de Alhaurín de la Torre, ha participado en un taller de confianza personal enmarcado en nuestro programa de apoyo a personas en prisión. Durante dos sesiones, celebradas el 24 y 31 de julio, compartimos con ellas unma serie de herramientas para que puedan lograr más confianza en sí mismas. Trabajando distintas artes como la danza , la pintura y el teatro hablamos con estas mujeres, especialmente vulnerables, de las emociones, la autoimagen, la confianza personal y social y la relajación.
En una de las dinámicas, denominada Mi refugio, se les propuso que cerraran los ojos, imaginaran el lugar en el que se sienten tranquilas, viajaran allí, y luego lo plasmaran en un dibujo. De los lápices brotaron una habitación, una casa de campo en Medellín (Colombia) o los Dólmenes de Antequera. Mi refugio es un lugar seguro al que cada una puede viajar con su mente ante situaciones de estrés y enfrentar así la realidad desde la calma y la tranquilidad.
Para explicar cómo encarar la ansiedad y la incertidumbre también se llevó a cabo una actividad en la que las mujeres caminaron por el espacio con los ojos abiertos en un primer momento y poco a poco cerrándolos, despertando y trabajando la confianza en ellas mismas y en las personas que las rodean. Se dejó libertad a la creación de códigos sociales, como el poder darse la mano ante la situación de no poder ver y encontrarse sola. Experimentaron la ansiedad de la oscuridad, se cogieron de las manos para acompañarse y ayudarse a caminar y recordamos la importancia de la sororidad.
La imagen que tiene una de sí misma es en muchas ocasiones distinta a las que tiene el resto de las personas que nos rodean. Por eso, en otras de las dinámicas, titulada Quién es quién, se les propuso que pintaran su autorretrato añadiendo si querían palabras o dibujos como un animal o una planta que les gustaran y con las que se sintieran identificadas.
Después, el resto de las compañeras tenían que reconocer quién había dibujado cada uno y plantear si en el dibujo faltaba alguna cualidad más de las participantes. Fue un momento muy íntimo y de cariño en el que se sorprendieron con las cualidades que les reconocían las compañeras, según comentó nuestra compañera Alejandra Espatolero, que impartió el taller junto a Rebeca Pascual.
Como se puede ver en el dibujo, a Carmen (nombre ficticio), le dijeron que sabía cuidar de las personas, que era servicial y mantenía bien la calma, además de que le gustaba mucho cantar.
Al comienzo del taller se les preguntó a las internas sobre su música favorita y a lo largo de las dos sesiones sonaron en la sala canciones que lograron emocionarles porque -según ellas decían- les recordaban su vida en libertad.
Uno de los ejercicios que abarcó todo el contenido del taller fue el que trabajaron a través de imágenes creando un collage que respondía a la pregunta de qué era para ellas la mujer real, que no mujer ideal. Con esta actividad se rompieron estereotipos que se tienen de las mujeres. Una consideraba que la mujer debe ser independiente de la pareja y trabajadora, otra dijo que sobre todo debe amar y apoyar a la familia.
Las mujeres del grupo participaron con mucho respeto y cariño hacia sus iguales. Hubo un camino que se recorrió desde el inicio de la actividad hasta el final donde se observó un crecimiento de cada una de ellas.
Este taller se enmarca en nuestro proyecto Inclusión de personas privadas de libertad en situación de vulnerabilidad que llevamos a cabo con el apoyo de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.