por Mar Tello*
Cuando conocí a Claudia para hacerle esta entrevista enseguida recordé al escritor y periodista Manuel Vincent, quien en una columna de prensa escribió un domingo cualquiera: “A estas alturas de la historia el destino de la humanidad se debate entre dos códigos, el genético y el postal.” Claudia ha decidido que ese número aleatorio que nos posiciona de puertas afuera en una casa, en un barrio en una ciudad y en un país no tenga relevancia cuando se trata de buscar una vida mejor para ella y su hija Gía. Se requiere decisión y coraje para no plegarse a un entorno adverso, y cuando Claudia mira a los ojos al conversar, se reflejan ambas cosas. Contra el código genético hay menos posibilidades de pelear y eso ella también lo sabe: a Gía, su hija de siete años, le diagnosticaron autismo. En su Lima natal, la mayor parte del tiempo la niña no pudo integrarse en su entorno.
Claudia, ¿cuándo llegaste de Perú?
Llegué hace once meses. El día 17 de octubre de 2021 salí de Lima, sabía que aquí en España podría encontrar mejores medios para que diagnosticaran de forma definitiva qué le pasaba a Gía y más posibilidades de que se escolarizara o asistiera a algún centro en el que se encauzara mejor su problema. En Perú el sistema educativo y de diagnóstico en estos casos es muy lento, no podía esperarme más y me marché. He dejado allí a mi hijo Liam José, que ahora tiene ocho años. Se quedó allí con su padre del que me separé en 2020 al comenzar la pandemia porque él abandonó el hogar. Me parte el corazón que mi hijo no esté conmigo; Gía y yo hablamos todos los días con él, quiero traerlo pronto.
¿Cómo lograste venir?
La situación con Gía en el entorno familiar era muy dolorosa, puedo decir que la niña sufría maltrato psicológico por parte de personas cercanas, probablemente por falta de educación y de conocimientos acerca de qué tipo de enfermedad tenía, también por falta de sensibilidad. Para mí era muy doloroso sufrir el constante rechazo al que se veía sometida mi hija. El padre nunca se comprometió con el problema y yo tenía dificultades económicas para acceder a una solución médica y educativa. Durante la pandemia del coronavirus, el gobierno peruano liberó un fondo de pensiones estatal para ayudar a la población, cuando obtuve el dinero me marché, pero no me alcanzó para traerme a Liam.
¿Cómo han sido estos meses en España?
Han pasado muchísimas cosas este año y por suerte todo se va enderezando. A pesar de que vine a Málaga porque tenía un familiar, el comienzo fue muy duro. Me las apañé sola hasta que presenté la solicitud de asilo. En una primera fase la organización CEAR me ayudó mucho: desde noviembre de 2021 y hasta enero, viví en un piso con otras cuatro familias, pero la situación era muy complicada para Gía. La niña estaba muy nerviosa, asustada y la ciudad desconocida también la tenían en un estado muy inquieto.
Gracias a Málaga Acoge, pudimos venirnos a Torre del Mar, aquí Gía se encuentra muy bien, llegamos el 13 de enero pasado y ahora compartimos piso con una familia venezolana con la que nos sentimos muy a gusto. Gía va al colegio Axarquía de Vélez Málaga y está haciendo muchos progresos: ha empezado a escribir su nombre y está más cooperativa e independiente. Me siento muy agradecida con la directora del colegio y con todo el equipo. Gía también ha disfrutado de los campamentos de verano que organizan los Servicios sociales del Ayuntamiento de Vélez Málaga.
El apoyo que me han prestado personas que antes no me conocían de nada, personas desinteresadas y generosas, ha sido increíble.
Hace unas semanas me concedieron la solicitud de asilo. No olvidaré nunca el día que me citaron en la policía para darme el resultado de la solicitud. Estaba muy nerviosa, me acompañó un voluntario de Málaga Acoge. Quiero hacer hincapié en que a pesar de que este trámite se vive con mucha tensión e incluso con rechazo por parte de algunos sectores, el apoyo que me han prestado personas que antes no me conocían de nada, personas desinteresadas y generosas, ha sido increíble. Me siento muy afortunada por haber tenido cerca durante este año a personas que me han ayudado.
Cuando el policía que me atendió me dio la noticia, fue muy emocionante para todos. En unas seis semanas recibiré una tarjeta de residencia que tendré que renovar periódicamente. Quiero darle a mi hija una oportunidad y aquí veo que la puede tener. Ahora también traeré a su hermano, no puedo esperar más a verlos juntos. Aún tengo muchos problemas que solucionar, me queda mucho camino, pero estoy
empezando a encontrar cierta paz mental. Hacía mucho tiempo que no la tenía.
¿Cómo ves tu futuro?
Me gustaría quedarme en España, quisiera encontrar un trabajo pronto para poder alquilar una vivienda, algo que no es fácil. He hecho un curso de formación socio-sanitaria en Málaga Acoge y otro de dependienta de comercio en la Cruz Roja. Ya he hecho algunas entrevistas en la zona de la Axarquía.
Aquí me siento bien tratada y comprendida. Hemos recibido las dos apoyo psicológico en Málaga Acoge; también se está cursando la solicitud de discapacidad para Gía, así como alguna beca integral que pueda ayudarnos. No sabemos cómo resultará todo, pero apodemos intentarlo. Sé que no me puedo aferrar a nada de lo que tengo en estos momentos, porque nunca se sabe qué puede pasar en la vida, pero me gustaría quedarme y tener un futuro mejor para mis hijos.
¿Con qué red social cuentas en estos momentos en Torre del Mar?
No conozco a demasiadas personas aquí, paso mucho tiempo con Gía, que requiere mucha atención cuando no está en la escuela. Pero en todo momento me he visto arropada por las personas de organizaciones como Málaga Acoge. Me han ayudado incluso en momentos en que no tenían por qué hacerlo, por ejemplo, dándome consejos para ir a una entrevista de trabajo en la que no sabía ni qué atuendo ponerme. Son momentos tiernos que agradezco muchísimo.
Mientras Claudia nos cuenta todo esto, la pequeña Gía va y viene sin descanso por la casa bajo la mirada de su madre que en todo momento está atenta a dónde está y qué hace la pequeña. Gía nos dice con los dedos cuántos años tiene cuando se lo preguntamos y fija en nosotros su mirada un breve instante. Y en sus ojos no hay asomo de código postal, solo se refleja la energía de una niña del mundo.
El acompañamiento a esta familia se realiza a través del programa Tarhib que llevamos a cabo con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (Dirección General de gestión del sistema de acogida de Protección Internacional y Temporal) y la cofinanciación del Fondo Social Europeo).
* Mar Tello es voluntaria de Comunicación de Málaga Acoge