Actualizado hace 3 semanas – Publicado el 6 de septiembre de 2023
Lázaro y su familia llegaron a España hace seis meses en busca de la tranquilidad y seguridad que no tenían en Cuba. «Vine para poder darle posibilidades de vida a mis hijos porque mi país caducó económicamente y en todos los aspectos», explica durante una entrevista en nuestra sede de Fuengirola. Alto, corpulento, de mirada limpia, vive en Benalmádena junto a su mujer y dos de sus tres hijos, una niña de seis años y un chico de 22.
Los primeros meses de su nueva vida no han sido fáciles. A pesar de que su esposa e hijos tienen pasaporte español, por el origen de la mujer, él ha encontrado muchos obstáculos a la hora de lograr la documentación para regularizar su situación : «Vine con mi libro de familia y documentos legales, pero se atascó mi residencia, no podía pagar el dinero que me pedía un abogado que la tramitaba…pero gracias a Málaga Acoge la aprobaron en diez días.». Con una amplia sonrisa, agradece el apoyo prestado por nuestro equipo jurídico, «que fue capaz de escucharme» en un momento en el que se sentía «muy decepcionado y estaba deteriorado».
Busca empleo
En su tierra Lázaro trabajaba en una empresa cárnica como matarife. Ahora quiere sacarse el carné de conducir, al no ser válido el cubano, y busca empleo. «Puedo trabajar como despiezador, carnicero, matarife…», comenta. Mientras, su mujer y su hijo trabajan en chiringuitos de la costa. Hansel, que dejó la carrera de Medicina en el quinto año, trabaja en un restaurante de la playa y también poniendo y quitando tumbonas. «Sale a las seis de la mañana y vuelve a las diez de la noche. Se esfuerza mucho». Cuando llegaron a Málaga escolarizaron a su hija Francesca que «aunque tiene añoranza de sus amiguitas», es «muy comunicativa» y se está adaptando muy bien. «Estuvimos en la fiesta de fin de curso de su colegio. Ella está feliz», expresa mientras muestra en su móvil una foto de ese día, y luego otra en la que aparece junto a sus tres hijos en su casa de Cuba.
Reconoce que ahora están bien, pero que han tenido que enfrentarse a problemas con la vivienda de alquiler y el trabajo. «Cuando llegué no me sentía nadie. Trabajé seis semanas y no me pagaron. Tampoco me devolvieron la fianza de la casa que alquilamos. Me vi prácticamente en la calle, sin dinero y sin dónde dormir», lamenta.
Lázaro ronda la cincuentena. Es muy activo, sociable y se considera «decente, honrado y trabajador». Por eso insiste en que tras todos los cambios que ha supuesto el cambio de vida, «necesita» un empleo para seguir adelante con su familia. «Necesito un trabajo para empezar una nueva vida», afirma. De momento, ya tienen preparados los libros de texto para que Francesca comience el nuevo curso en su colegio el próximo lunes.
Amante de los coches y las motos, vuelve a coger el móvil para enseñar «un clásico del 56» que conducía en Cuba, rojo, imponente, y cuenta que ha sido muy deportista durante muchos años. «Era remero», apunta.
El apoyo que le prestamos a Lázaro se enmarca en nuestro proyecto «Información y asesoramiento a personas extranjeras y a la ciudadanía en general» que llevamos cabo con el apoyo del Ayuntamiento de Málaga .
