Actualizado hace 5 años – Publicado el 27 de noviembre de 2018
«La pregunta es por qué», afirma Binta, una mujer migrante de Costa de Marfil: ¿Por qué hay personas que se arriesgan a morir embarcándose en pateras para llegar a Europa? «Me jugué la vida para salvarme la vida», se responde. El testimonio de Binta y de otras personas migrantes resonó este lunes en el Centro Andaluz de las Letras (CAL) durante la proyección del informe audiovisual «Frontera Sur. Vías Marítimas», elaborado por Iridia, Fotomovimiento y Novact, que muestra las vulneraciones de derechos humanos que sufren las personas en movimiento.
Desde que el 1 de noviembre de 1988 apareció el primer cadáver de un migrante en la playa de Los Lances, en Tarifa, unas 8.000 personas han perdido la vida en la ruta del Estrecho, una cifra importante pero incompleta porque no existe una contabilidad real, «unos números que sean los que sean son imposibles de aceptar», dijo el director del CAL y periodista, Juan José Tellez, durante la apertura del acto que organizamos junto a Oxfam Intermon, Iridia y la Plataforma de Solidaridad de los y las Inmigrantes de Málaga.
«El discurso del miedo ha prendido tanto en 30 años que no hemos puesto preocupación ninguna en aquellos que han venido a buscar la vida y han encontrado la muerte», aseguró.
Después de tres décadas continuamos con una «legislación miope que entorpece la regularización de las personas migrantes , pecamos de prejuicios basados en indicios no contrastados de la realidad y tenemos una prevención sumarísima hacia aquellas personas que sólo buscan sobrevivir».
Y es que «la opinión pública, hipnotizada por el discurso del miedo, no está por ofrecer un trato digno».
«Sinceramente sólo veíamos la muerte. Todo el mundo decía que se había acabado», cuenta un hombre entrevistado para el informe recordando su travesía en patera.
Mientras se entienda la migración como una amenaza y se vincule erróneamente con inseguridad se impedirá que las personas en movimiento accedan a vías legales y seguras en su proceso migratorio. «Verlos como un peligro hace que se les despoje de derechos», consideró Laura Cornell, coordinadora del Área de Migraciones de Iridia durante su intervención.
Aludió también al alarmismo que existe sobre el aumento de llegadas marítimas cuando el 90 por ciento de las personas migrantes que acceden de forma irregular a España lo hacen por avión, pero es que «es más fácil articular el discurso del miedo sobre una situación palpable y visible» como son las personas rescatadas en pateras que llegan a nuestras costas.
Cornell criticó las devoluciones en caliente y la deshumanización de las personas que hacen el tránsito migratorio que se evidencia, por ejemplo, en cómo se tratan sus muertes, no con el respeto que se merecen.
Durante la proyección pudimos acercarnos a la travesía y la acogida de las personas migrantes y concretamente de las mujeres a través de sus testimonios y también de las voces de periodistas y miembros de entidades sociales.
«Las mujeres que llegan en pateras tienen ganas de ganar. Son valientes. Llegar aquí no es una debilidad», afirma Binta, una mujer migrante, en un vídeo del informe.
El 8 por ciento de las personas que emprenden el trayecto migratorio son mujeres que hay que dejar de entender como sujetos pasivos y vinculados al hombre o a la trata dejando atrás el paternalismo y la victimización, opinó Cornell.
El portavoz de la Plataforma de Solidaridad con los y las Inmigrantes de Málaga, Gabriel Ruiz, se encargó de cerrar el acto apostando la puesta en marcha de «un nuevo discurso sobre la migración» y por la creación de «dispositivos de acogida y no dispositivos policiales» para atender a las personas migrantes.
«Nos habíamos escapado de las detenciones en Marruecos y ahora nos detenían al llegar a España. Les decíamos que no éramos criminales para que no nos esposaran», dice un hombre migrante entrevistado para el informe.
Ruiz quiso hacer peticiones «ahora que estamos en campaña» y reclamó a políticos como «Casado o Bonilla…que no contribuyan a crear alarmismo con sus declaraciones, que no necesitamos eso. A Susana Díaz que asuma sus competencias en el tema de los menores no acompañados. A Sánchez que habilite vías seguras para los migrantes y refugiados, que acabe con las devoluciones en caliente y cierre de una vez todos los CIE».
«No hay una crisis migratoria, sino una crisis de ética, de valores, de acogida», concluyó.