Actualizado hace 3 años – Publicado el 28 de marzo de 2018
Inmediatamente después de conocerse la detención de Ana Julia Quezada, las redes sociales comenzaron a llenarse de todo tipo de comentarios racistas y machistas. Unos mensajes que han acabado protagonizando los enfoques de algunos medios. “De origen dominicano” es, quizás, la frase más repetida en la mayoría de las informaciones que se han dado al respecto, como si esta frase añadiera algún elemento informativo de relevancia que permita esclarecer las motivaciones del delito. También su color de piel ha protagonizado titulares como «La negra madrastra de Gabriel» que se ha podido leer en algún medio local de Almería.
Según el artículo de eldiario.com, «Negra», «carnicera», «de izquierdas»: el uso poco inocente de los adjetivos en las informaciones sobre Ana Julia Quezada», los bulos y la desinformación también se difundieron con rapidez, “el más llamativo es el de una cadena de WhatsApp en la que se asegura que si un mensaje se reenvía miles de veces, la acusada tendrá una condena de 20 años. Pero las penas de cárcel no van a cambiar por muchas veces que se reenvíe. Otro de los ejemplos de esa desinformación, en este caso xenófoba, es la petición de firmas a través de una plataforma para que Quezada cumpliese su condena en su país natal si fuese condenada por la muerte de Gabriel.” Y que ha logrado el apoyo de más de 430.000 personas.
“Si el asesino fuera un hombre caucásico y autóctono esto no habría pasado”, afirma Ferran Lalueza, profesor de comunicación y experto en redes sociales de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Pero al tratarse de una mujer inmigrante y de color, lo políticamente correcto ha quedado aparcado en ese ambiente de indignación extrema y se ha abierto la veda (sin aceptar que en las redes no todo vale) de las actitudes machistas, xenófobas y racistas”, añade este profesor en el artículo de La Vanguardia ‘Inmigrante’, ‘mujer’ y ‘negra’, las etiquetas que confunden solidaridad con racismo en las redes”.
Paula Guerra Cáceres comunicadora social y activista de SOS Racismo Madrid escribía en El País Cuando se instrumentaliza el dolor para expandir el racismo “evidentemente, hacer hincapié en la condición de migrante y mujer no ayuda a explicar las razones que puede tener una persona para cometer un crimen. Lo que sí hace es estigmatizar y criminalizar a un colectivo mediante la expansión del odio y el temor hacia aquellas personas que son construidas como “los otros”, y que son presentadas como un riesgo social que debe ser controlado.” y concluye “empatizar con el dolor es una cosa, difundir discursos racistas es otra. Y el silencio ante estos mensajes lo único que hace es ceder espacios discursivos. Si la sociedad española no quiere ser racista ni misógina no puede ser permisiva ni quedarse impasible ante la exacerbación pública de este tipo de narrativas.»
Amador Fernández-Savater en el artículo La destrucción de la empatía (y las lágrimas felices) afirma que nuestras sociedades están gobernadas por “una insensibilización radical”. La precarización de la vida provoca que “en la guerra de todos contra todos, la competencia general y el sálvese quien pueda, el otro debe percibirse ante todo como obstáculo o amenaza: como enemigo”. Esto provoca la disminución de la empatía: “el otro es desechable y prescindible, ningún hilo me une a él, nuestros destinos no tienen nada en común.” Estos otros/as son las personas más desfavorecidas de la sociedad: las personas migrantes, las personas pobres, las personas dependientes, las no productivas. Los medios de comunicación y las redes sociales son “los vehículos privilegiados de la pedagogía de la crueldad. Las lógicas de espectacularización (el morbo), la simplificación de la realidad (el zasca) y la polarización social (la lógica de bandos, buenos y malos) los atraviesan transversalmente” contribuyendo “en cualquier caso a la destrucción de la sensibilidad, el pensamiento y la autonomía”.
Pero no todo son desventajas, el acceso a internet así como a las redes sociales posibilitan que colectivos históricamente no representados o excluidos en los medios de comunicación tengan el control de sus discursos e imágenes. Organizaciones como Amnistía Internacional afirma que, en contrapartida, el avance del «discurso del odio» puede tener el efecto de prender aún más la mecha del activismo. El asunto es saber qué podemos hacer cuando nos encontramos discursos racistas en las redes sociales.
¿Qué podemos hacer como agentes antirumor en nuestra intervención en redes sociales?
Cada persona tiene la capacidad de realizar acciones concretas para evitar la conversión de Internet en un espacio lleno de odio. La aportación de datos objetivos y actualizados, así como las estrategias emocionales, son la clave para desmontar falsos rumores. Recientemente están apareciendo diversas guías que aportan herramientas prácticas para responder al discurso de odio, como CiberRespecto, guía práctica de intervención en línea para ciberactivistas o la Guía para combatir el discurso del odio que recogen las estrategias más efectivas para intervenir en internet e introducen criterios generales de acción. Además de estos materiales os recomendamos el visionado de estos dos vídeos:
Stop Discurso del odio
Narrativas alternativas para contrarrestar el odio