por Agustín Olías*
Estoy en la sede de Málaga Acoge en Fuengirola. Paqui, profesora voluntaria de español, acaba de terminar su clase. Viendo salir a sus alumnas, me entran ganas de preguntarle ya, directamente, sobre ellas: ¿Cuántas alumnas tienes, qué nivel de español tienen, qué tal se están desarrollando las clases, se nota progreso….?
Pero mejor empecemos desde el principio: ¿Por qué te apuntaste como profesora de español?
En mi actual situación, tengo tiempo libre, y ¿qué mejor actividad se puede hacer con ese tiempo libre? Por supuesto, ayudar a quien lo necesite. Tras la entrevista de entrada en Málaga Acoge, me llamaron para las clases de español, y aunque no era la actividad que más me gustaba en principio, pensé, bueno, si esto es lo que se necesita en este momento, lo hago.
Este grupo tuyo, ¿qué características tiene?
Las clases empezaron en octubre del año pasado y son de nivel básico. Al principio eran ocho, ahora son seis, aunque casi que nunca vienen todas. Me gusta que haya alumnas de diferentes nacionalidades, senegalesas, marroquíes y una de la India. Lo curioso es que solo hay un chico. Me imagino que es por el horario; al ser de mañana vienen las madres después de dejar a los niños en el colegio. Al principio del curso hablaban un poquito de español, no mucho, pero nada de escribir; empezamos desde las vocales. A algunas les cuesta más, pero ya voy notando un avance en su nivel de español.
Y tú, ¿qué tal?, porque esta actividad no era la que en principio querías.
Es cierto que no puse esta actividad como mi preferencia a la hora de ser voluntaria, pero te diré que, aunque no soy profesora “profesional”, ya me había tocado hacerlo anteriormente, así que no dudé en lanzarme a ello cuando me lo propusieron. Yo creo que les está sirviendo, por lo que te decía antes, poco a poco van avanzando y ganando confianza.
Pero no todo es dar clases, Paqui piensa que es muy interesante crear lazos fuera de la clase, o ayudarlas a resolver algún “problemilla”, como lo que sucedió esta mañana al final de la clase.
Por ejemplo, esta chica que estaba hablando conmigo cuando tú llegaste, ha recibido un correo para hacer un curso de “Manipulador de alimentos”. Ella no sabía lo que era eso, la he visto tan parada que me he ofrecido a acompañarla a la entrevista, para que se entere bien y pierda el miedo.
A veces también vienen a mi casa y les he dado alguna clase allí; por ejemplo, una quería empezar a trabajar en una casa, pero no sabía cómo se llamaban los utensilios y las cosas que suele haber en una casa española. Así que la llevé a mi casa y le enseñé la cocina, el baño, todo. Está bien porque te permite crear otros lazos, aparte de lo que son las clases.
Fíjate, antes de las vacaciones de Navidad les propuse quedar en una cafetería, aunque pensaba que me iban a decir que no, pero todo lo contrario, les pareció muy bien. Allí estuvimos, hablando de cómo iban a celebrar las fiestas cada una de ellas, dentro de lo que ellas pueden hablar en español, unas hablan más que otras, pero estuvo muy bien.
Si quieres sumarte a nuestro voluntariado escribe a voluntariado.malaga.acoge@gmail.com
Ya hemos conocido la actividad de Paqui como voluntaria de Málaga Acoge, pero no hemos hablado de ella. Siendo madre de familia, con cuatro hijos, ¿cómo llegas a ser voluntaria de nuestra organización?
Yo empecé a hacer voluntariado con trece años. Vivía en Madrid, en el barrio de Hortaleza, que resultó muy afectado por el tema del aceite de colza, que sucedió por aquella época. En la parroquia en la que yo estaba vinieron a pedir voluntarios jóvenes para visitar a niños afectados por esa terrible circunstancia. Yo me apunté y me impresionó muchísimo; los efectos del aceite les dejó deformados. Como no podían moverse, empecé a ayudarles con temas del colegio. Me fui implicando y acabé como coordinadora de barrios con toxicómanos. A partir de ahí he realizado varios voluntariados y, ahora, aquí estoy, en Málaga Acoge.
Tras esta temprana experiencia, Paqui “se enganchó” a la actividad de voluntariado. Por circunstancias familiares y profesionales, fue a parar a un pueblo perdido del Alto Tajo, donde se hizo voluntaria de Cruz Roja, llevando la tele asistencia. Se trasladó a Molina de Aragón por temas de escolarización de sus hijos, donde, por supuesto, continuó haciendo voluntariado en Cáritas y en Guada Acoge, hasta que regresó a Madrid.
Cuando vine a Fuengirola, por motivos familiares, busqué actividades de voluntariado y apareció Málaga Acoge. Me pareció muy interesantes su objetivo, su trabajo con personas inmigrantes, y no dudé en venir a conocerla y a colaborar.
Con tu experiencia como voluntaria en las organizaciones en las que has estado, ¿qué te parece lo que estás viendo en Málaga Acoge?
Me resulta difícil comparar con, por ejemplo, la tele asistencia de Cruz Roja, pues allí estábamos solo dos y llevábamos toda la zona. De aquella época puedo decir que “me llenó mucho”, pero fue muy duro, porque muchas veces estaba sola ante situaciones muy diferentes y, a veces, difíciles. Aquí, en Málaga Acoge, todo es más normal, más organizado, todo es lo que tiene que ser.
Llega el momento de despedirme de Paqui, pero antes, quiere hacer un ofrecimiento:
Para que veas, hago también propaganda de Málaga Acoge: mi marido, que es muy manitas, que tanto mete mano a la instalación eléctrica como te arregla el coche, se ha ofrecido a hacer trabajillos, vamos, “chapucillas” que seguro que surgen en las casas de acogida.
Me despido de Paqui agradeciendo el tiempo que nos ha dedicado para hacer esta entrevista, deseando que siga mucho tiempo en la Costa del Sol y podamos contar con ella, y su marido, como voluntaria de Málaga Acoge.
*Agustín Olías es voluntario del equipo de Comunicación de Málaga Acoge.