Actualizado hace 9 años – Publicado el 24 de julio de 2012
Os dejamos hoy aquí una nueva entrevista dentro de la campaña ‘Todas las piezas son importantes‘, cuyo resumen podéis verlo un poco más abajo. Esta vez hemos dialogado con alguien a quien muchos conocen como el guiri de las bicicletas. Su nombre es Greg Mills, es británico y nació en Londres, donde ha vivido gran parte de su vida. Desde que en unas vacaciones conoció Málaga, se quedó prendado de la ciudad… Pero también de una chica, Margarita, que hoy es su mujer. Tras varias experiencias laborales incluso recogiendo aguacates en la Axarquía en los años 90 y diferentes etapas laborales en Londres y Barcelona, se estableció definitivamente en al capital de la Costa del Sol hace tres años y trabaja junto a un norteamericano y un rumano en el taller de bicicletas Recyclo Bike Shop en el barrio de Pedregalejo. De ahí su sobrenombre.
¿A qué se dedica Recyclo?
Es una tienda de bicicletas, aunque nuestro punto fuerte es el taller. Arreglamos bicicletas, también las alquilamos sobre todo al sector de los viajeros. Y también vendemos, aunque esto es más complicado. También intentamos traer productos nuevos que la gente no conozca… sobre todo para los que pasan muchos días viajando son sus bicicletas, incluso meses. Pero también, por supuesto, para la gente que usa la bicicleta para desplazarse en la ciudad en bicicleta.
Que en Málaga son cada vez más…
Lo cierto es que recién llegado a Málaga la bicicleta no tenía casi sitio en la calle. Sí se veía una afición tremenda al ciclismo como deporte, pero para los desplazamientos no tanto. Quizás sí para un sector de la sociedad más necesitada, que se movía en bici porque era más barato que el transporte público o el coche. Ahora, por muchísimas razones, es una bomba: El uso de bicicleta ha subido mucho en estos tres últimos años, el doble o incluso más. Hay bicis de todos los colores y usos, de carga, para llevar los niños al colegio, los triciclos para visitar la ciudad… Es una bomba y creo que esto es sólo el principio…
El taller y la tienda la llevan tres personas de fuera… Pero la clientela también es variada, ¿no?
Lo que somos sobre todo es un taller de barrio y estamos encantados de que nuestros vecinos y gente de más allá de Málaga vienen para los arreglos de sus bicicletas, las pequeñas compras y de vez en cuando también para hacer salidas con nosotros, ya que estamos intentando hacer piña alrededor de la bicicleta, no solamente como una manera de hacer deporte, sino también conocer sitios nuevos, y eso nos encanta. La gente de fuera también nos conoce, claro, entonces sabe que si hay problemas de idioma o lleva poco tiempo en Málaga y se va a entender mejor en inglés que en castellano, pues en la tienda no van a atener problemas en eso. Y viene muchísima gente también del norte de Europa a practicar ciclismo, pero lo que no quieren es cargar con su bicicleta en el camino, buscan una bici de calidad, como lo que tienen en casa, sobre todo en los meses del mal tiempo en sus países. Lo que quieren es disfrutar la bicicleta y no estar en casa manteniendo la forma con un rodillo. Es lo que dicen: Prefieren venir, pasar un rato al solecito y rodar un poco. Somos tres extranjeros, pero a nivel de barrio no se notaría: Nunca hemos tenido un problema, ni nos hemos sentido apartados…
Pedregalejo es, de hecho, un barrio muy acostumbrado a las personas inmigrantes…
El barrio de Pedregalejo atrae a muchísimos extranjeros, que somos ya parte del día a día. Y mira que eso es raro, porque de vez en cuando noto que si nosotros estamos hablando en inglés y entra un cliente de aquí… Se queda… Yo siempre intento tirar la conversación al castellano, al menos por respeto… Para nosotros quizás es más fácil hablar en inglés, pero hay siempre que tener en cuenta que nuestro primer idioma siempre debe ser el castellano.
¿Cómo le ha tratado Málaga?
En Málaga nunca he tenido esa sensación de estar apartado, de yo y los demás. Nunca he sufrido esto. Pero quizás soy un bicho raro e intento con todo mi esfuerzo de no apartarme a mí. Yo he conocido a muchos extranjeros, sobre todo británicos… Vienen en masa y en la masa se sienten cómodos y seguros. Y casi prefieren mantenerse apartados y no se esfuerzan en meterse en la sociedad. Entonces, la cuestión de si los malagueños se acogen a los extranjeros, pues sí, como en los mejores sitios, sin lugar a dudas. Pero el primer grano tiene que venir de la persona, obviamente. Hay personas que simplemente prefieren estar al margen y no… Yo tengo muchísimos amigos de Málaga y nunca, como digo, nunca he encontrado un mal ambiente… Aunque he oído que pasa alguna vez, pero nunca he sentido nada extraño, eso de “guiris fuera…”. Creo sinceramente que si cada uno se esfuerza un poquito las casas de todos los malagueños están abiertas.
Y Málaga también es una ciudad muy diversa.
Es muy interesante. Si tomas Málaga como un grandísimo puerto en la historia, esta ciudad siempre ha sido una mezcla de razas, gente de todos los rincones del mundo. Hay que tener en cuenta que hay también orgullo de ser diverso, de ser malagueño. No es sólo de ser de la península ibérica, sino de tener unas raíces de todos sitios. Se nota al pasear por la calle y ver tantas caras distintas… Está claro que hay roces de razas o pertenencias distintas, pero en general creo que Málaga es un buen sitio para intentar una vida nueva si vienes de otro lugar. Y lo digo con mi experiencia en Londres y Barcelona; problemas hay en todos sitios, en Londres por ejemplo porque creo que el ritmo de vida es más duro allí… Aunque aquí vamos muy justos ahora de puestos de trabajo y el extranjero que viene tiene que luchar para encontrar su hueco en la sociedad… Insisto en que Málaga con su historia tan larga y tan interesante es un sitio muy bueno para intentarlo por lo menos.
¿Qué cree que aporta la diversidad?
Desde joven cuento con un grupo de amigos que son también de familias muy diversas, de muchos rincones del mundo. He pasado los últimos 20 años en una barriada muy interesante, en Londres, porque primero era una barriada china ya que estaba muy cerca del río y mucha gente de China vino en los años 20 a descargar barcos y luego montaron restaurantes… Ahora esto ha cambiado, son gente de otros sitios… Pero si se acostumbra uno a pasar toda la vida con africanos, americanos, chinos, indios, canadienses… Es que ya no se nota tanto cómo hablamos, si tienes un acento, si tienes otra manera de expresarte… Se ponen los márgenes más grises y si mi mejor amigo es de otro lado, nadie ni piensa en comentarlo porque no merece la pena. He nacido en este ambiente. Londres creo que es una ciudad que enseña a quien sea que eso es factible, que no es una cuestión sólo de esfuerzo, de aceptar lo que tienes alrededor… Sino que todo es factible y es mucho más rico. La música que escucho, por ejemplo, es de todos los rincones y eso es gracias a mi juventud, a haber conocido gente de Jamaica, América…
Un ejemplo de la globalización…
Sí, es algo interesante… Pero yo soy muy partidario también de enfocarnos en productos cercanos. Todos tenemos que apoyar al pequeño empresario, las empresas malagueñas. En mi caso, por ejemplo, como productos de pequeños productores aquí en Málaga. El granjero que me trae la comida es de Totalán. Esto es bueno porque hay muy buenos productos y hay que apoyarle en todo. Mirar lejos nos ayuda en un mundo donde todo está tan cercano, con información de todo, comprar en cualquier sitio… Pero nunca deberíamos olvidar que el vecino, alguien dentro de nuestro barrio trabaja muy duro… Y si podemos apoyarle, creo que merece la pena… Y los productos ecológicos que me traen, por ejemplo, siempre trae lo que hay, de temporada. Y entonces ya me adapto a qué voy a guisar. Así de simple.