Hablar del tratamiento informativo es hablar de la imagen social que es otorgada a un fenómeno o colectivo por los medios de comunicación. Es hablar de una imagen que en cierta medida es compartida socialmente. Como socióloga doy mucha importancia a lo que llamamos estructura social, este intangible que compartimos en una sociedad, que nos precede y supera en el tiempo, y que aprendemos de otros: la cultura, el lenguaje, las ideas, las imágenes y asociaciones que hacemos para comprender el mundo. Pero, por otro lado, no me gusta pensar los sujetos como simple reproductores de la estructura, sin capacidad de reflexión y cambio de esa invisible e intocable estructura social. Somos capaces de cuestionarla, de cambiar las percepciones sociales a partir de nuestras experiencias y reflexiones, aunque nazcamos y crezcamos inmersos en ellas. Si no fuera así, nuestras sociedades serían estáticas, no tendríamos avanzado en la percepción del lugar social de las mujeres o de otras minorías, por ejemplo. Pero es verdad que hay que reconocer el peso, en cada uno de nosotros, de esa estructura, de eses significados compartidos que dan sentido al mundo a nuestro alrededor.
Una de las fuentes de socialización y de significados compartidos que utilizamos para conocer el mundo son los medios de comunicación. ¿Quién de nosotros ha estado alguna vez en un quirófano? ¿O en un coche patrulla de la Policía? ¿Quién de nosotros ha visto llegar una patera al Puerto de Málaga? Y ¿cuántas veces a través de la tele o de los periódicos tenemos la experiencia de aproximación a esas situaciones desconocidas en primera persona? Son los medios, sea a través del periodismo o de la ficción, que nos proporcionan estas experiencias mediadas.
Sabemos que por más neutro que desee ser un periodista, toda información tiene un encuadre, un ángulo, un tono. Eso también pasa con la ficción, siempre hay una manera de contar una historia, un enfoque específico. Los periodistas y guionistas también son parte de la sociedad y tienen sus percepciones del mundo. Nosotros, como receptores de la información, cuando no conocemos una realidad en primera persona, tenemos pocas posibilidades de cuestionar el encuadre que se nos presenta. Así, como fuente no sólo de información, pero también de significados, los medios tienen un papel fundamental. Son los periodistas que tienen el acceso a la información y la manera como la cuenta llega a mucha gente, y gente que muchas veces no conoce en primera persona el fenómeno, la circunstancia o colectivo sobre el cual versa la noticia.
El Informe sobre el tratamiento informativo de la inmigración y refugio en la prensa de Málaga (2018) pone en manifiesto un abordaje muy limitado de la inmigración por los medios al dar visibilidad a la llegada de pateras por encima de cualquier otro tema relacionado a los inmigrantes o refugiados en Málaga. También se destaca el encuadre alarmista que se utiliza reiteradamente en estas noticias frente al número de inmigrantes que llegan por este medio a las costas andaluzas, lo que genera una sensación de desbordamiento y amenaza en los lectores. La asociación entre inmigración y problema es el resultado de la lectura de las noticias en la prensa local de Málaga.
No se trata de un acuerdo entre los periodistas para crear percepciones negativas de los inmigrantes en los periódicos, se trata del reflejo de una percepción compartida socialmente, basada en desconocimiento, prejuicios y poca reflexión. Ese tipo de mensaje se repite, al final, porque la mayoría de los emisores y receptores no llega a cuestionarla. Esa visión poco reflexionada, casi que automática sobre diversos temas y no solamente sobre la inmigración, son presentadas de manera reiterada como información y crean y reafirman percepciones sobre el mundo y las personas. A esto se une la realidad del trabajo de los periodistas, la presión por la inmediatez, la precariedad, el sensacionalismo como arma para vender la noticia… Un titular que llame atención y atraiga a los lectores suele ser más importante que un titular que proporcione una información de manera más exacta y cuidadosa. En la disputa por las audiencias, pierde la información y gana la sensación, la sorpresa, el inesperado, la alarma.
El gran problema aquí es que las percepciones e imágenes sociales sobre un colectivo minoritario tienen consecuencias concretas para sus miembros una vez que pueden manifestarse en actitudes negativas hacia ellos, discriminaciones y hasta en la intensificación del control social formal, a través de los cuerpos y fuerzas de seguridad, cuando ese colectivo es identificado como peligroso. En ese sentido, la responsabilidad de los periodistas es muy concreta, cuando entendemos que su trabajo puede contribuir con situaciones reales de discriminación y control social. Eso vale para el colectivo de inmigrantes, refugiados y todas las minorías sociales. Nos es tarea fácil, pero como miembros de una sociedad que pretende ser igualitaria y justa es necesario estar siempre vigilantes y atentos a nuestras propias percepciones y prejuicios, mucho más si somos vehículo de experiencias, significados y sentidos, como son los periodistas.
Jacqueline Carvalho da Silva, voluntaria de Málaga Acoge.
Doctora en Sociología – Universidad Federal de Pernambuco (Brasil).
Técnica de investigación social en el Observatorio del Sistema Penal ante la Inmigración (OCSPI) – Universidad de Málaga.
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