Cuenta Helena Maleno que en una de las pateras que salió de Argelia el pasado verano rumbo a España viajaba una familia al completo que llevaba a su gato: «Cuando huyes con toda tu familia, tus hijos y tu gato es porque estás dejando atrás algo muy muy terrible».
Investigadora, periodista, defensora de los derechos humanos de las personas migrantes, Maleno compartió esta semana nuestro Té con Megas dedicado a la Frontera Sur en el que presentó su emocionante y necesario libro: Mujer de Frontera: Defender el derecho a la vida no es un delito, «una oda a Tánger y también a Andalucía».
Maleno fue acusada de tráfico de personas por alertar a Salvamento Marítimo sobre pateras a la deriva. En 2007 recibió la primera llamada, «de una persona que conocía» y, desde entonces, ha habido muchas más, «muchos llantos, mucha tristeza».
El libro que acaba de publicar nace después de sufrir «ese proceso de criminalización por defender derechos en la frontera». En sus páginas recoge la historia de su vida, «pero también la historia de muchas historias» y escribirlas «desde las entrañas» fue «doloroso, pero necesario».
«Mujer de Frontera» arranca cuando Helena regresa con su hija de la mano del colegio y encuentra en su portal a unos policías con la citación: «Lo narro en primera persona para reflejar cómo las políticas impactan directamente en los cuerpos de quienes estamos en las fronteras, como es el caso de mi procedimiento judicial, pero sin olvidar a todas las personas que me han acompañado durante estos 18 años, a los que perdieron la vida y están en nuestra memoria y a las que siguen luchando». Sus páginas dan voz a personas migrantes que ha llevado de la mano y le han dejado huella, habla del Tarajal, del salto de la valla de 2005, del primer paso de una persona migrante en zodiac toy a través del Estrecho…
Maleno llegó a Tánger en 2002 y, en estos años, ha «aprendido muchísimas cosas». En especial, en sus visitas a los asentamientos de las personas migrantes en los bosques alrededor de Ceuta y Melilla: «la ciudad de los bosques: donde la gente se construía sus casas y dormía, se organizaban por nacionalidades y tenían un consejo con normas escritas, donde había hasta un campo de fútbol y lo arreglaban los niños, donde la vida se abría camino a pesar de tanta violencia, a pesar de la necropolítica, a pesar de las políticas de muerte que se establecen en las fronteras«.
Y es que con demasiada frecuencia cuando se habla de migración hablamos de víctimas o de criminales: «Estos son los mensajes que mandan los medios. O hablamos de cifras, de cosas que nos alejan de la vida, de la humanidad».
Sobre la impunidad de las muertes en las fronteras, está convencida de se trata de «un negocio, simple y llanamente negocio: El control del movimiento es un negocio cada vez más grande, uno de los más grandes del siglo XXI. Las muertes en el Mediterráneo benefician a las empresas de control migratorio». También aludió «al negocio de la esclavitud -de personas migrantes en los invernaderos de Huelva o Almería, por ejemplo-, y a la «lacra» del racismo institucional y social.
¿Y qué hacer? Frente a este «sistema depredador y de muerte», debemos apostar «por políticas de vida que creen más justicia social sin dejar a nadie atrás y encontrar nuevas epistemologías, nuevos saberes». A su juicio, «el cambio y las soluciones vienen del sur global, de las manifestaciones solidarias de las personas migrantes y racializadas, que saben mucho de solidaridad y apoyo mutuo, porque enfrentan cada día esa necropolítica y saben cuáles son las estrategias de lucha».
Precisamente de conocimiento compartido y de los saberes migrantes encontramos mucho en su libro, que quiere ser un homenaje a todas las personas en movimiento y «una oda a Tánger y también a Andalucía». Porque esta «influencer de los derechos humanos», como la llama una amiga, no quiere olvidar de dónde viene, su pueblo El Ejido, en Almería, su madre, su abuela, «las mujeres jornaleras» de su familia que, dice, le enseñaron «cómo se luchaba».
También de combate y lucha hablan las personas migrantes, que usan este lenguaje cuando se refieren a su proyecto migratorio: «Ellos dicen siempre que la vida y el camino migratorio es un combate y que ellos son soldados. Pero son soldados de vida que van sin armas a defenderla».
Para la fundadora del colectivo Caminado Fronteras, «hay que abrir caminos y estos pasan por hablar de racismo institucional y desmantelar el negocio de la esclavitud y control migratorio y hablar de libertad de circulación«. Para Maleno, los protocolos humanitarios de acogida «también tienen que ser revisados, y por las propia personas que los sufren, y el paternalismo y la compasión también pueden ser racistas».
Durante su charla quiso valorar la labor de Salvamento Marítimo, «un servicio público maravilloso que defiende la vida» y dijo sentir «lo que le está sucediendo en estos momentos».
Se refirió también al tratamiento informativo de la inmigración en los medios de comunicación: «Los medios son continuadores y apoyan también ese racismo institucional, a veces de forma inconsciente. Muchas veces se quedan solo con la fuente oficial y no está presente la voz de la persona que ha sufrido el hecho, otras introducen términos como «avalancha» e «invasión», o bien aparecen titulares que rezan: «Ha muerto un MENA en el puerto», despojando de humanidad a los niños y niñas solos. «La comunicación es básica e importante. La creación de un relato es el que va a servir de base para la construcción del rechazo y racismo», afirmó.
No quiso dejar de recordar que «no hay un efecto llamada a Europa, sino un efecto salida” porque es forzoso marcharse de África: las mujeres migrantes dicen que no tiene derecho a migrar pero tampoco derecho a no migrar.
Destacó, además, cómo durante la pandemia la vulnerabilidad de las personas migrantes ha aumentado y también cómo han seguido saliendo pateras, sobre en la ruta de Canarias, que es la más peligrosa y mortífera. «Almería y Murcia han estado recibiendo personas migrantes procedentes de Argelia. Pero no hay interés mediático en saber por qué están saliendo de su país».
Aquí os dejamos el vídeo completo de la entrevista a Helena Maleno: