Su fruta favorita es el limón y su color preferido el azul. A M. le gusta dibujar, escribir y viajar. También bailar, cocinar y los idiomas. De ojos claros y pelo rubio, liso, estudia segundo año del grado superior de Integración Social pero lo que de verdad quiere ser es psicóloga, pero “no de gabinete, sino a pie de calle”.
Cumplió 21 años el 1 de octubre y lo celebramos con dos tartas en el piso de acogida que comparte en Málaga con otras dos chicas procedentes del sistema de protección de menores que acompaña la asociación. Ella misma se encargó de preparar el almuerzo: pollo y ensaladilla de gambas. La mañana de la entrevista dos globos plateados, el número dos y el uno, están aún apoyados sobre el mueble del salón, luminoso y limpio, que conecta con la cocina.
“Siempre me ha interesado mucho la conducta humana. Por eso me gustaría compaginar el grado superior de Integración Social que termino este año con el trabajo de psicóloga en pisos de acogida”. Su sueño es “fundar una ONG para ayudar a las víctimas de trata” y, en especial, a las y los menores.
M. nació en Ucrania y creció en una familia adoptiva española de la que se separó a los 16 años. Las cosas han sido difíciles para ella desde muy niña. En el último año ha vivido en tres ciudades, se ha mudado diez veces y se ha visto durmiendo en un coche en la calle. Llegó sola a Málaga en agosto y desde noviembre vive en uno de nuestros pisos de acogida donde asegura que está “muy contenta” y tiene una buena relación con sus compañeras.
“Mirar atrás me sirve para darme cuenta de todo el proceso que ha sido mi vida, pero no miro mucho al pasado, ni tampoco mucho para adelante. Prefiero no llenarme la cabeza con ilusiones de futuro sino mantenerme en el presente y ponerme metas a corto plazo”.
Este curso se ha apuntado a alemán porque le encantan los idiomas. Tiene un nivel alto de inglés y aprendió algo de árabe y hebreo de forma autodidacta. Su curiosidad le llevó a interesarse por la grafología, entre otras muchas cosas.. Llegó a España a los tres años “hablando ruso y ucraniano” y ahora le gustaría “retomar esos idiomas porque son los míos maternos”.
Becas Zing
Cada tarde sube una cuesta hasta el Colegio La Reina donde estudia el grado de Integración gracias a las becas Zing que este curso concedieron a dieciséis chicos y chicas que acompañamos en Málaga Acoge.
“Ha sido un año de muchos cambios, de empezar a priorizarme y a no vivir estancada en el pasado, de dejar de revictimizarme. Desde ahora me hago cargo de todo lo que me concierne a mí, de mis emociones. Siento que he crecido. Saqué con un 7 el primer curso de Integración Social después de tres años de fracaso escolar. Pero no es sólo a nivel académico, sino a nivel personal y emocional”.
M. recuerda que cuando llegó a Málaga estuvo “muy mal”, que sufría ataques de pánico, y que, sin embargo, ahora se siente “más sana y más fuerte”. También destaca su empeño en salir adelante: “luché por la beca, luché por el piso y por encontrar un trabajo. Y ahora estoy aquí”.
En una esquina del salón, al lado de la ventana, hay un maletín de pinturas. M. dibuja y escribe desde que era pequeña, antes como entretenimiento, ahora más como terapia. “En tercero de Primaria escribí un poema “Oda a la primavera” y con seis o siete años copié un cuadro de Sorolla al óleo”.

De una caja y una mochila que baja de la parte de arriba del armario de su habitación va sacando libretas y carpetas en los que conserva textos y dibujos donde están las huellas de sus sentimientos a lo largo de los años: “Pensamientos, cartas de amor, cartas a mis mejores amigas, poesía y relatos de fantasía basados en mi propia vida… Mi sueño oculto es ser una buena escritora”.
M. tiene muchas inquietudes y le gusta investigar. Durante la entrevista habla de lo importantes que son para ella los derechos de la infancia y de la necesidad que hay de protegerlos: “Si los niños crecen en entornos seguros y aprenden a construirse de manera sana entonces es posible que no se conviertan en adultos que sigan la rueda del abuso o el maltrato”.
Como le gusta tanto conocer mundo, uno de sus últimos viajes fue el Interrail con el que recorrió Francia, Suiza, Alemania, Austria, Hungría y Croacia. Cuenta que fue sola “porque te abre la mente y haces vínculos muy especiales. Es otra manera de desarrollar la autonomía”.
Cuando estalló la guerra de Ucrania, M. estaba preparando un viaje a su tierra natal. El conflicto le ha removido porque la ciudad donde nació fue una de las sufrieron los primeros bombardeos. “Justo estaba preparando el viaje cuando empezó la guerra. Me apetecía volver, conectar con mis raíces”, asegura.
El apoyo a M. se enmarca en el proyecto Thesan Pisos de mujeres extuteladas para el acompañamiento hacia su vida adulta con el apoyo de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad (Dirección General de Infancia, Adolescencia y juventud) y el Ministerio de Igualdad, Secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género.