Actualizado hace 2 años – Publicado el 24 de abril de 2019
Se mueve como pez en el agua en la cocina de La Mona Chita Café en Torre del Mar. Y eso que han pasado pocos días desde que comenzó con las prácticas de uno de los cursos que organizamos para personas solicitantes de asilo en La Axarquía. Prefiere que la llamen Mari.
«Yo estoy feliz, muy contenta porque para mí es algo nuevo que en Colombia no hacía. Me encanta lo que hago, mucho. Le pongo amor», cuenta sentada en el extremo de uno de un sofá en el local luminoso y moderno abierto hace sólo unos meses por Alex y Miriam, una pareja joven llena de energía.
Estar entre fogones no es nuevo para ella. Tuvo que hacer comidas en su casa, a cargo de siete hermanos, y trabajó como cocinera en su país. Pero sí que cambian bastante los ingredientes y la manera de preparar los platos. Tampoco antes había hecho jugos naturales. «Me desenvuelvo un poquito porque en mi Colombia tenía yo un restaurante. Me gusta mucho la cocina», comenta.
Alex y Miriam la valoran. «Estamos supercontentos con Mari. Fíjate que ella empezó un lunes y ya el martes por la tarde se quedó sola en la cocina con una predisposición a aprender, a buscar la cosas. Y eso que tuvimos una tarde movida, sirviendo muchos jugos naturales , smoozies, sandwiches, cruasanes y ella desde el primer día lo sacó bien».
Mari hace sus prácticas en el turno de la tarde, encargándose sobre todo de la carta de meriendas. «El primer día me puse un poco nerviosa», cuenta mientas reconoce orgullosa que ahora los jugos le quedan «muy buenos».
«Donde hay ganas de trabajar, pasión, eso se refleja en todo, en el día a día, en las ganas de aprender. Ella desde el comienzo estuvo codo con codo con el resto, sin ninguna guía», destaca Miriam, quien resalta también su buen empeño por la limpieza en la cocina.
En las paredes de la cocina de La Mona Chita están escritos los ingredientes y la forma de preparación de los jugos. Mari, que ya casi no se guía por ellos, insiste siempre en probarlos antes de servirlos para estar segura del buen resultado.
Afirma que aprende rápido, que se le dan bien las cosas porque ha estado en la cocina desde muy pequeña. No pudo estudiar.
«Fuimos siete hermanitos y mi mamá murió. Me tocó a mí ver por los chiquitos. Así, desde niña, en mi casa, aprendí a cocinar», dice con mucha emoción. Luego tuvo un restaurante donde hacía carne de cerdo a la plancha, chuleta de pollo y pollo empanado; trabajó en una cafetería donde hacía buñuelos, que en Colombia son salados, y arepas de maíz. También regentó un local grande donde ofrecía desayunos y almuerzos: «Los domingos hacíamos sancocho de gallina, un caldo espeso con plátano, yuca, papa», recuerda.
Autodidacta, cuando era una niña «leía libros con recetas» y «me defiendo mucho en la comida colombiana». Ahora toca seguir aprendiendo y practicando la manera de cocinar española.
Miriam la mira con cariño y apunta que quizá pueda añadir pronto a la carta del local algún plato colombiano preparado por Mari. «Quién sabe. Tenemos que probar cosas nuevas», concluye.
Mari, madre de una niña, fue una de las personas que participaron en el curso de Operaciones Básicas de Cocina de 50 horas que organizamos en la sede de Málaga Acoge en Axarquía en el marco del proyecto Equilem.
El proyecto Equilem, dirigido a solicitantes o beneficiarios de protección internacional, está financiado por el Ministerio de Trabajo,Migraciones y Seguridad Social. Secretaría de Estado de Migraciones y cofinanciado por el Fondo Social Europeo.
También participó en el curso de cocina el marido de Mari, que hace sus prácticas en la residencia Senior de Torre del Mar.
Se trata de una familia que recibimos en uno de los pisos de acogida que mantenemos en el marco del proyecto Tarhib del Área de Protección Internacional y que se encuentra ya en una segunda fase del programa.

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