Lo mismo ayuda a un chico a prepararse el exámen del carné de conducir, que apoya a otro en sus estudios de español o a aquél a avanzar en su curso de manipulador de alimentos. Dionisio acude los martes y los miércoles a nuestra sede de calle Ollerías donde cada semana hace voluntariado, una labor que, según dice «rejuvenece la mente».
Maestro jubilado, aficionado a las plantas medicinales y antiguo componente de un grupo de flamenco «innovador», apoya a los jóvenes que acompañamos en la asociación, les da clase, orienta o les acompaña a algún lugar si lo necesitan. «Los miércoles tengo un grupo con chavales con grandes dificultades, retraso escolar y desconocimiento del idioma», asegura.
Su cometido, cuenta, es «enseñar a los chavales que tienen dificultades del idioma u orientarles si tienen una tareas en las que no se defienden, pues yo se las explico» aunque reconoce que «algunas cosas las tengo que aprender yo primero».
Dionisio cree que lo más importante para estos chavales es «se sientan queridos, respetados, que no estén solos». En su opinión, hay que ser «consciente» de que cada uno tiene su propia historia, su propiol proyecto migratorio: «todos tienen condiciones diferentes. Tienes que hacer una intervención personalizada y para eso hay que conocerles. No es nada fácil».
Con especialidad en ciencias sociales, llegó a Málaga en el año 81 desde Madrid donde se crió en Cuatro Caminos y empezó a trabajar con 21 años en Torrejón de Ardoz. Ha vivido en Sabinillas ( Marbella), donde trabajó dando clases de lengua «e incluso de Química» en una escuela y en un instituto. Cuenta que hace un año que se mudó a una casa en La Trinidad desde la que va caminando dos veces a la semana a nuestra sede de calle Ollerías.
Aparte de a Málaga Acoge, Dionisio también apoya en ocasiones a la Plataforma de Voluntariado de Estepona. «Yo siempre he tenido una actividad social al margen del trabajo», afirma, convencido de que el voluntariado es, sobre todo, «una actitud ante la vida».