Actualizado hace 2 meses – Publicado el 27 de septiembre de 2023
Silvia lleva el cabello corto y teñido de violeta. Hace dos años que vive en Málaga donde desde mayo es voluntaria en nuestro equipo jurídico. De la provincia de Salta, en Argentina, es abogada, pero también bailarina, profesora de danza clásica, madre de dos hijos y abuela de tres nietos.
“Vine a España porque quise. Me jubilé temprano, a los 57. Me cansé del tipo de Gobierno en Argentina, que en los últimos veinte años ha perdido en educación y en todo”, explica al comienzo de la entrevista, una mañana en la cafetería del Conservatorio de Música y Danza de Málaga. Silvia, de apellido Alday, eligió Málaga por sus raíces: “Mi abuela materna era gallega y mi abuelo andaluz, de Alhaurín de la Torre”.
Llegó a Málaga Acoge “por casualidad” a través de la web cuando buscaba ONG con las que colaborar en Málaga y afirma que su experiencia en la asociación le ha brindado “otra perspectiva”. Valora poder colaborar con el equipo jurídico, «con colegas de profesión», y el trato con las personas migrantes “porque yo también lo soy y me recuerda de dónde provengo”. Cuando llega los jueves a nuestra sede de Málaga, se encarga de hacer el seguimiento de los casos de nacionalidad y se suele sentar al lado de nuestra compañera Ana Dori, quien le va explicando en la medida que atiende, y a la que dice admirar “por su gran compromiso con la causa.”
Después de 35 años trabajando como letrada y 37 siendo docente de danza clásica, Silvia continúa muy activa y sigue formándose porque dice que le gusta estudiar y estar actualizada. Hace poco terminó un Máster sobre Migración y Extranjería a distancia por la Universidad de Tarragona. “La teoría la manejo y las prácticas las hago en Málaga Acoge”, afirma sonriendo.
Está viviendo en el Rincón de la Victoria, cerca del mar, con aire y mucha luz. «Yo me levanto y voy a la playa a hacer yoga”, cuenta la también instructora de esta disciplina, graduada en la India. Y es que Silvia es curiosa y ha viajado por todo el mundo: “He sido muy internacional. Me enamoré de Asia y estuve en la India, Vietnam, Camboya, Jordania, Egipto, China, Japón y Tailandia. Tengo el pasaporte lleno de visas”.
Entre la abogacía y la danza, reconoce que tiene el “corazón dividido”. Se formó como bailarina con metodología cubana en la escuela de Alicia Alonso y trabajó como profesora en Cali (Colombia) y Bolivia. Cuando se jubiló armó en su casa en Salta un estudio pequeño para dar clases de danza clásica a personas adultas. “Hacía coreografías muy sencillas para que la gente sintiese que estaba bailando”, apunta.
Antes de colaborar con la asociación, fue voluntaria en Madre Coraje. En general reconoce que se ha sentido «bien acogida» en la ciudad y que vive muy contenta en el Rincón de la Victoria donde ha hecho un curso de fotografía y acude a una Escuela de Teatro porque «en el fondo», apunta, es «muy actriz».
Silvia está convencida de que la formación artística ayuda a la formación integral de las personas «porque somos alma y cuerpo» y afirma que el arte de un país te va enraizando con su cultura. «Conocer las danzas de cada lugar te lleva a saber cómo sus habitantes conciben muchas cosas».
Admiradora del bailarín Antonio Gades, entre sus planes está bailar flamenco, viajar a Marruecos y hacer algún voluntariado en un país africano, como Tanzania, donde cuenta que hay un programa de danza para niños y familias. Entre sus últimos viajes está el Camino de Santiago que hizo en bicicleta.
Su hija es también bailarina y vive en París. Su hijo es abogado en Salta. De él son sus tres nietos a los que extraña «horrores» y que son, apunta, lo único» que le ata a Argentina».
El apoyo que brinda nuestro equipo jurídico se enmarca en el proyecto Información y asesoramiento a personas extranjeras y a la ciudadanía en general que llevamos cabo con el apoyo del Ayuntamiento de Málaga.