Familias que acompañamos desde el Área de Protección Internacional y Género compartieron en estos días el taller “Proceso migratorio: reconstruyendo el proceso” en nuestra sede de Torre del Mar, una actividad creada y facilitada por nuestras voluntarias Pierina y Victoria en el que compartimos testimonios y emociones en torno a los distintos caminos migratorios a través de la arteterapia. Un grupo de mujeres de distintas procedencias como Senegal, Colombia, Venezuela, Argentina, México o Mali, se dieron cita en un espacio de intimidad para hablar de lo que significa la migración y ser migrante.
Formando un círculo, las participantes se fueron presentando diciendo sus nombres, su país de origen y Pierina enseñó una escultura de Bruno Catalano de un hombre migrante al que le falta una parte del cuerpo y que pone de manifiesto cómo al migrar se deja tras de sí una parte de una y se avanza en fragmentos.

Amor, paz, miedo, incertidumbre, recuerdos…las mujeres se dispusieron en torno a una mesa con lápices y cartulinas de colores, reflexionaron sobre cómo es y que hay en su casa interior, esa que llevan consigo siempre aunque cambien de país, y la dibujaron o construyeron valiéndose de distintos materiales. «¿Que hay dentro de vuestro corazón que nunca cambia y que una lleva y la acompaña allá donde vaya?», preguntó nuestra voluntaria Victoria. Ingrid, de Colombia, dibujó un corazón partido por la mitad, una imagen que refleja su dolor por estar lejos de su hijo mayor, que trabaja en su país mientras que ella y su otro hijo salen adelante en Málaga. Dentro del corazón hay pintadas una bandera de su país, que añora, un sombrero que simboliza su cultura, una maleta de proyectos y sueños, un plato de comida, dinero, la música que le sana las heridas, un libro y unas paleta de pintura, porque no podría «vivir sin arte».
A su lado, B. también de Colombia, quiso plasmar en el dibujo sus miedos, nostalgia y a la vez su seguridad de que va a salir adelante. «Llegué sola a España dejando atrás amigos, padres, a mi nieto, que no conozco…La parte emocional es muy difícil», resalta, y agrega que «es hora de sanar y estar bien». Mientras, A. expresa que lo más grande es el amor a su familia: «estar lejos de mi hija y mis mascotas me causa tristeza», afirma y se confesó amante de los animales. M., que vive con sus dos hijas con discapacidad en uno de los pisos para solicitantes de protección internacional en la Axarquía, dibujó en el papel una casa dividida con un pasado «triste, oscuro y vacío» con muchas dificultades y un presente con energía para salir adelante con sus niñas, que son su motor. Afirma que llegó a España con «una maleta vacía pero llena de esperanza» y que en Málaga ha sentido que «por fin» le interesa a alguien y encontrado «el calor de un segundo hogar».
Por su parte N. de Gambia, recordó al compartir su dibujo lo difícil que fue «llegar a un sitio que no conocía» y que se siente bien desde que llegó aunque echa mucho de menos a su familia. Para C., argentina, Málaga Acoge «fue un antes y un después». Para hacer su casa interior recortó corazones de cartulina rosa y azul. «Estamos en construcción en busca de llenar esos espacios que dejó la migración», dijo, e incluyó en su dibujo que es madre, mujer e hija.
Para el cierre del taller las mujeres volvieron a formar un círculo y dijeron una palabra que les había sugerido la actividad. Algunas como gratitud, sabiduría, valentía, fe, esperanza, fuerza, amor, nuevo comienzo. Antes de irnos compartimos unos refrescos y algo de picar para celebrar que despedir a una de las familias participantes, una madre y su hijo, que terminaron su estancia en el programa y viajan a Barcelona.
Este taller se enmarca en nuestro programa Acción Concertada de Acogida e Inclusión social de personas solicitantes de Protección Internacional que llevamos a cabo con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones Dirección General de Gestión del Sistema de Acogida de Protección Temporal (Subdirección de Programas de Protección Internacional).












