Cuando parece que la situación nos supera, cuando parece que todo no podría ir a peor, es en ese momento cuando algunas personas sacan fuerzas de donde parece que ya no quedan y empiezan a construir, poco a poco, paso a paso. De esto sabe muy bien Mohammed, una persona humilde, «buena gente», que nació en Fez, en Marruecos pero que lleva en España desde los doce años.
Como muchos otros niños entró en España empujado por la difícil realidad en su familia. La vida no ha sido fácil para él ni en Marruecos y mucho menos desde su llegada en España: «En 2005 llegué a Algeciras en el techo de un camión de carga procedente de Tanger.»
La llegada al país, entrar en un centro de menores y luego cumplir la mayoría de edad. Un nuevo reto. Si la vida es difícil para un niño, lo es más todavía para un recién adulto. El Estado, de un día para otro, decide que ya no necesita apoyo, el niño se convierte en adulto y la protección en desamparo. Sin apoyo familiar la calle les espera.
«Vivir en la calle es difícil, como ya había pasado por eso de pequeño me costó menos acostumbrarme, pero no es recomendable. Mi experiencia viviendo en la calle me ha marcado para toda la vida, ahí cosas que ya nunca se olvidan, cosas que no son para nada buenas.»
En 2011 regresa a Marruecos a ver a su familia pero después de tres meses vuelve: «No hay futuro en Marruecos, tenía más oportunidades aquí y me había criado en España. Volví a la situación de calle, y a través del servicio del Ayuntamiento de Málaga para personas sin hogar, Puerta Única, conozco a Málaga Acoge y entro en varios proyectos durante 2015.»
«Soy una persona buena gente, aunque mucha gente no lo crea, porque juzgan sólo por mi piel. Los prejuicios hace que mucha gente que me veía por la calle me dieran la espalda. Pero ya he superado esto, desde hace dos años en Málaga me siento en casa, después de once años ahora sí lo siento. »
Gracias al departamento de Vivienda Mohammed ha tenido la opción de entrar a un piso junto a otros jóvenes en situación parecida y ha salido de la situación de calle. Algo que le ha permitido volver a tomar las riendas de su vida y de su futuro. Para Carmen Pérez, trabajadora social de Málaga Acoge, su ejemplo es muy especial: «En muy poco tiempo ha tenido una evolución muy positiva. Es difícil salir de una situación de calle como la que ha vivido y la gente que trabaja con él se da cuenta de todo el esfuerzo y ganas que está poniendo para salir adelante.»
Esas ganas le llevaron a especial interés al mundo de la hostelería, a través del Área de Empleo realizó un curso de cocina de tres meses, de ahí a unas prácticas y tras ellas su primer empleo en el VIPS. Desde entonces ya ha pasado por otras empresas que colaboran con Málaga Acoge: Málaga Nostrum, Lizarrán y ahora mismo en el Quitapenas en el Muelle Uno cubriendo turnos los fines de semana.
Trabajos que le han permitido, después de muchos años, volcarse en lo que verdaderamente lo mueve, el Rap: «Gracias al trabajo que he tenido y con mis primeros ahorros he empezado a costearme la producción de mis primeras canciones. Ahora mismo tengo tres grabadas y quiero completar hasta cinco o seis para tener mi primer album.»
Canciones que hablan de si mismo, de sus experiencias en la calle, de sus sueños, de sus enfados. Canciones que hablan de esas otras personas que lo están pasando mal y que todavía no han encontrado la fuerza, toda la que Mohammed tiene, para salir a pelear contra un sociedad que los invisibiliza y los margina. Las personas sin hogar, las personas desahuciados, las personas inmigrantes. Personas que sufren día tras días, que pasan frío y hambre, que no tienen oportunidades para salir y que necesitan de esa misma sociedad que los silencia el apoyo para salir del abismo.
«Yo, en mis canciones, quiero transmitir a las personas que me escuchen esa realidad que sucede en nuestra ciudad, quiero ser la voz de esas personas necesitadas que viven alguna injusticia, quiero hablar incluso a eso que creen que mandan para que reflexionen y dejen que ese mensaje llegue a sus corazones y hagan por fin política para ayudar a la gente. Como sociedad no somos conscientes de lo que está pasando a nuestro alrededor.»
Algo que, como el propio Mohammed apunta en el título de una de sus últimas canciones, «No tiene sentido».
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