Por Agustín Olías
Hoy tengo una misión que me gusta, y mucho: visitar las colonias de verano que Málaga Acoge ha organizado para niñas y niños de entre cuatro y dieciséis años en la ciudad de Málaga durante las cinco semanas de julio. Una actividad para la que ha sido indispensable el apoyo de muchas personas a través de la campaña de microdonaciones titulada Un verano para recordar lanzada por la entidad hace unos días y que está siendo todo un éxito.
Llego al instituto Nuestra Señora de la Victoria, en Martiricos y donde se celebran las actividades, a las 10 de la mañana de un bonito día estival. No hace falta que pregunte dónde se realizan las colonias de Málaga Acoge: el griterío infantil me conduce a un patio donde, en la cancha deportiva, varios grupos de chavales están jugando al béisbol, con unos bates y pelotas artesanales de materiales reciclados que cumplen su misión de sobra.
Una cara conocida aparece ante mí: Flor Almeida. La recuerdo del año pasado, también en las colonias. Flor es psicóloga y educadora del Área de Educación de Málaga Acoge. Este año, y ante la baja por maternidad de una compañera, se encarga de coordinar las colonias.
Caminamos por un pasillo abierto y sombreado, con los bancos llenos de mochilas y bolsas de los chavales. Flor me comenta que hay apuntadas unas sesenta niñas y niños, entre cuatro y dieciséis años. Hace hincapié en el trabajo que hacen en cuanto a la “identidad”. Hay que tener en cuenta que son hijas e hijos de personas inmigrantes, pero la mayoría han nacido en España o, en todo caso, llevan en España la mayor parte de su, todavía, corta vida. Por lo tanto, tienen una doble identidad. Así que el trabajo que se realiza en muchas de las actividades veraniegas tiene que ver con que se conozcan ellos mismos, su cultura; pero también la de otros, aprendan a respetar otras formas culturales y crezcan como personas.
Uno de los partidos de béisbol está organizado por Marcos, joven voluntario de Málaga Acoge, natural de Yunquera y analista programador de profesión. Le gusta trabajar con gente joven y la labor que está haciendo en la asociación le está gustando. Este es su segundo día de voluntariado y piensa estar las cinco semanas que duran las colonias. Las jugadoras y jugadores del grupo de Marcos se lo toman con mucho entusiasmo. A Clinton le han eliminado en una carrera y está un poco contrariado. Tiene once años y es de Almería, aunque sus padres provienen de Ghana. Se lo pasa muy bien en las colonias, es el segundo año que viene.
Un numeroso grupo de niñas y niños se acercan por el pasillo abierto, dirigidos por Pedro, que junto con Laura y Raquel se encargan del grupo de los más pequeños (cuatro a seis años), el más numeroso en las colonias. Han hecho una pausa en sus juegos en el gimnasio para refrescarse. ¿Qué actividades hacen en el gimnasio estos tan pequeños? Laura me explica que hacen muchos tipos de juegos: representar diferentes figuras, jugar al “ratón que te pilla el gato”, lanzar aros de plástico a una figurita puesta en el suelo… Y muchos juegos más que hacen que los más peques disfruten de lo lindo.
Llegan las once, hora del bocadillo. Aprovechando la pausa me acerco a un grupo de chavales. Es pequeño pero representa muy bien a los asistentes a las colonias de Málaga Acoge: niñas y niños, la mayoría nacidos en España, con padres procedentes de variados lugares del mundo (Marruecos, Senegal, Colombia, República Checa… Y “repetidores” en las colonias. Están muy contentas de pasar aquí estas cinco semanas. Ahora les toca el taller de naturaleza, aunque dicen preferir el de cocina. Teresa, asidua a las colonias, espera que esta vez salga mejor el variante de sushi que hicieron el año pasado.
Mientras, Jawad, malagueño de once años, quiere saber dónde se va a publicar lo que estoy escribiendo y grabando. Es el cuarto año que asiste a estos campamentos. Se lo pasa muy bien, aunque lo que más le gusta es el fútbol y, sobre todo, las excursiones de los viernes. Espera con ganas la de la playa y la del parque acuático.
Tras media hora de pausa, comenzarán los talleres de arte, naturaleza, música y cocina. Las niñas y niños, organizados por edades, hacen un taller diferente cada día, dejando el viernes para excursiones fuera del instituto. La jornada de colonias finalizará con la comida: gracias a las becas de Educo se les sirve un primero, un segundo y el postre.
Me voy de las colonias de verano con la sensación de que esta iniciativa de Málaga Acoge es fundamental para las niñas y niños asistentes. Constato que disfrutan, aprenden y, tal como me decía Flor, sociabilizan, conviven entre ellos, solucionan los pequeños conflictos que surgen y aprenden. En definitiva: maduran.