Desde el balcón del restaurante La Tierra casi todo lo que se ve es mar. La vista se pierde en el horizonte. En la cocina de este local, en el corazón de Torremolinos, trabaja Bilal desde mediados de marzo.
«Mi vida ha cambiado muchísimo», dice este joven que cumplió 20 años en octubre y que hace uno que vive en uno de los cuatro pisos de acogida que gestionamos en Málaga para chavales procedentes del sistema de protección de menores.
Los lunes a las 12.30 llega al restaurante con su patinete y comienza su jornada como ayudante de cocina. Ataviado con un mono negro cuenta que llegó a España hace dos años y siete meses, con 17 años, abordo de una patera: «No se veía nada. Sólo el mar y el cielo. No conocía nadie y hacía frío», dice posando su mirada en ese mismo mar que ahora ve con otros ojos.
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Cuando dejó atrás a sus padres y seis hermanos en la ciudad marroquí de Larache lo hizo porque «quería un buen futuro para mí y ayudar a mi familia, darles lo que les haga falta a ellos».
Después de hacer uno de los cursos de cocina que organizamos en Málaga Acoge estuvo haciendo prácticas en un bar del Muelle Uno y cuando terminó trabajó los fines de semana en un restaurante de Torremolinos antes de que le contrataran en La Tierra.
Francisco Ramos, propietario del restaurante, cuenta que «le fichó el anterior jefe de cocina que buscaba un grupo joven para formarlo de cara al negocio que queriamos hacer. Le cogió el currículum, le llamó, le hizo la prueba y a partir de ahí se ha ido adaptando bien, con muchas ganas, al proceso de iniciar un negocio, que no es fácil».
«El empresario quiere una persona que se adapte al equipo en un sitio tan concentrado como puede ser una cocina en plena temporada alta donde puede haber tensión, sobre todo jóvenes como Bilal dispuestos a aprender y que quieran formarse y avanzar en la profesión», advierte Ramos.
«Siempre me ha gustado la cocina», dice Bilal mientras elige unos tomates grandes para pasarle a su compañero. Mientras, huele a dulce. Cuando llegó a Málaga estuvo en dos centros hasta que cumplida la mayoría de edad terminó en el albergue municipal donde pasó dos meses y medio antes de lograr una plaza en uno de nuestros pisos de acogida. Conoció Málaga Acoge a través de unos amigos.
Según dice Ramos «si empiezas como ayudante de cocina, y al estar con gente que te puede aportar, el trabajo es una escuela donde permanentemente te van enseñando cosas. Este es un buen sitio para gente que quiere aprender». También advierte de que a las personas «hay que probarlas en el día a día y contratatarlas independientemente de si es de aquí o de fuera, sólo por su calidad y capacidad de trabajo».
Bilal reconoce que no se hubiera imaginado estar trabajando como ayudante de cocinero. En sus primeros meses en España estuvo estudiando en el IES los Manantiales donde dice que aprendió «muchísimo» y, además, conoció a su pareja actual que hizo que no le costara demasiado aprender el idioma español.
Sus planes son ahora convertirse en cocinero y también seguir estudiando para sacarse la ESA que ya comenzó en el IES Vicente Espinel de Málaga.
El apoyo brindado a Bilal se enmarca en el programa Incorpora Joven, impulsado por Obra Social «la Caixa» y Fundación Cajasol.