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Sara era maestra en una escuela de Cartagena de Indias, en Colombia. Morena, de ojos azulados, allá dejó dos hijos y cinco nietos cuando decidió venir a España junto a su pareja huyendo de las amenazas, la persecución y la violencia. Desde mayo de 2023 vive en Fuengirola, en uno de los pisos de acogida que gestionamos para personas solicitantes de protección internacional y trabaja cuidando personas mayores en sus domicilios, un empleo en el que está contenta.
«Cuando nos casamos empezó la xenofobia contra mi pareja, que es venezolana, y por eso le discriminaban mucho. Además, es menor que yo, algo que en Colombia no se ve bien. Nos tiraban piedras a casa, hubo amenazas que llegaron a afectar a mi hijo menor», cuenta Sara, que elige este nombre en lugar del suyo para la entrevista realizada en la casa que comparte con una familia venezolana y una mujer colombiana como ella.
Sara reconoce que realmente no tenía necesidad de venir a España, donde reside también una hija hace años: «en Colombia tenía mi trabajo, una pensión de viudedad, mi casa, pero estaba en peligro la vida de mi nuevo esposo y la de mi familia».
Los primeros meses aquí fueron difíciles, le resultó «muy duro». Cuenta que «no asimilaba la situación, que quería regresar, pero ahora valora la seguridad de España frente a la violencia de los grupos armados y la delincuencia imperante en su país, donde «no hay paz». «Aquí estamos seguros y podemos andar tranquilos sin que peligre nuestra vida, sin tener que pagar a grupos armados, la guerrilla o delincuentes para poder vivir».
Sara descansa hoy jueves y los viernes en su trabajo en Sacyr como auxiliar de ayuda a domicilio, un empleo que logró tras hacer un curso y prácticas a través de Málaga Acoge. Así, de sábado a miércoles recorre distintos domicilios para cuidar a personas mayores.
«Al principio cuando me ofrecieron formarme como auxiliar de ayuda a domicilio no quería porque pensaba en mi profesión de maestra y cómo iba a atender a personas adultas si no era lo mío», advierte. Sin embargo, cuando empezó a trabajar le tomó «mucho amor» a esta labor, descubrió que le gustaba, al punto que asegura que más adelante quiere «estar fija en una empresa para poder ayudar a estas personas mayores que lo necesitan».
Está «muy contenta» en su trabajo porque interactúa con las personas y lo considera muy gratificante. «Yo voy a muchas casas. A veces me canso, claro, pero me siento acogida. Muchas veces llego, hago mi trabajo y me invitan a café, a charlar, me dan consejos, me cuentan sus historias. Una hace un poco de psicóloga».
Además, dice que en el trabajo ha aprendido «muchas cosas de la cultura española», a cocinar platos como el puchero o la tortilla de patatas e incluso come cosas que no había probado en su país como los quesos, las aceitunas o el jamón serrano.
«Yo trabajo gracias a Málaga Acoge», agradece Sara quien dice que siente a la entidad como su «familia» y que tiene «mucha confianza con las técnicas». «No tengo palabras para agradecer», valora, y hace extensivas las gracias a CEAR que la acogió durante siete meses, recién llegada. «Son las dos entidades que me apoyaron cuando más necesité de una mano amiga», apunta.
Tú también puedes apoyar a las personas más vulnerables colaborando con los proyectos de Málaga Acoge AQUÍ
Entre las cosas que le resultan más difíciles está el hecho de no tener documentos. Actualmente está a la espera de la resolución de la concesión de asilo. «Tengo fe en que salga positiva, vamos a ver» y alude la incertidumbre en la que vive porque si bien ahora está «amparada por Málaga Acoge cuando se resuelva tendrá que salir del piso».
La convivencia en la vivienda es buena. «En el piso somos una familia», asegura Sara que desde hace unos días comparte habitación con Silvia, compatriota y coetánea. «Nos llevamos súper, llevamos una semana y es como si nos conociéramos de más tiempo». En el piso también vive una pareja de venezolanos, un matrimonio y dos hijas que entraron el mismo día que ella.
Cuando no está trabajando, a Sara le gusta leer. Explica que su «base de lectura es la Biblia», pero también le gusta la filosofía y la historia. «Ahora estoy leyéndome toda la vida de Platón, incluso estoy en un chat en el que compartimos cosas sobre él. Estas lecturas ayudan a una espiritualmente a ser fuerte y tener pensamiento y decisión propia».
Sara lamenta no poder regresar a su país, del que salió -dice- «sin tener culpa de nada». «Yo no puedo volver y quisiera que mis dos hijos varones vinieran, pero ellos tienen su casa y familia allá. Aquí tenemos que luchar por salir adelante».
El apoyo a estas familias se enmarca en nuestro proyecto Acción Concertada de Acogida e Inclusión social de personas solicitantes y beneficiarias de Protección Internacional lo llevamos a cabo con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones -Dirección General de Gestión del Sistema de Acogida de Protección Internacional y Temporal ( Subdirección de Programas de Protección Internacional).





