Las olas rompían con fuerza en Málaga y Miguel Ángel* pensaba que le iba a tragar el mar. Era la primera vez que pisaba una playa. A su lado, Jose Antonio* le agarraba fuerte para espantar el miedo. Jose Antonio, de Venezuela, y Miguel Ángel, de Colombia, se conocieron en Bogotá hace cuatro años y medio. Allí trabajaron dos años juntos en un restaurante hasta que el rechazo y las burlas hacia su orientación sexual se hicieron insoportables y decidieron viajar a España. Llegaron en marzo de 2019 y son una de las familias que acompaña nuestro equipo de Protección Internacional.
«En el trabajo nos discriminaban, los clientes y los compañeros. Al final nos dieron a entender que no nos querían tener ahí porque éramos pareja y vivíamos juntos. Cómo iban a tener a dos homosexuales allí trabajando. No estaba bien visto», lamenta Jose Antonio. Odontólogo, dejó casa y empleo en Venezuela empujado por la precaria situación económica y social del país: «Quería escapar por la inseguridad. El sueldo no me alcanzaba ni para una compra de pan, jamón, jugo y leche. Y siempre tuve muchos inconvenientes y peleas con mi padre por mi orientación sexual». Sin prepararlo mucho viajó a Colombia y allí coincidió con Miguel Ángel al entrar a trabajar en un restaurante.
«Nos sacaron del trabajo por la homofobia», advierte Miguel Ángel, que tiene cicatrices de una niñez y adolescencia teñidas de rechazo y maltrato familiar: «Salí de mi casa muy joven y me fui a vivir a Bogotá donde trabajé en restaurantes. A uno de ellos llegó Jose Antonio a pedir empleo», recuerda. «Desde chico siempre tuve la ilusión de venir a España».
Jose Antonio y Miguel Ángel llevan un año y nueve meses en Málaga. Compartieron uno de los pisos de acogida que gestionamos en Torre del Mar con una pareja venezolana, padres de una niña: «La convivencia fue buenísima. Se formó como una familia», dice Miguel Ángel, que conserva un dibujo de felicitación que la pequeña le regaló por su último cumpleaños.
«Íbamos a todas las actividades organizadas por la asociación, los viernes, los sábados, meditación, taller de cine…Siempre he sentido un trato de verdad humano y empatía. Llegar a Málaga Acoge era como llegar a casa», valora Jose Antonio que, con Miguel Ángel, ha participado en cursos de formación para el empleo enmarcados en nuestro programa Equilem. También cuentan con el apoyo del equipo jurídico de la asociación.
«Estamos muy agradecidos con Málaga Acoge porque nos ha abierto caminos», apostilla Miguel Ángel.
Hace unos meses que se mudaron solos a otra vivienda, en una calle con nombre de poeta: «Siento que ya puedo decir que tengo un hogar y lo formo con la persona que quiero y no me siento cohibido de contar con quién vivo. Siento esa libertad de ir con él a un centro comercial, a la playa, de andar juntos y no me siento señalado«, valora Jose Antonio.
Poco a poco, salen adelante: Mientras a Miguel Ángel le está siendo un poco más difícil encontrar trabajo, porque su experiencia es en el sector de la hostelería, tan castigado por la pandemia, Jose Antonio tiene de momento clientes que le llaman para la limpieza de pisos vacacionales y su «meta» a corto plazo es reunir el dinero para sacarse el carné de conducir.
«Toda la negatividad que hemos sufrido, está siendo recompensada. Desde que llegamos nos ha rodeado buena gente y todo está saliendo a pedir de boca», afirma Miguel Ángel, que comenta ilusionado que pronto será tío porque su hermana dará a luz a su primer hijo en Colombia.
Jose Antonio dice que tienen planes, que quieren casarse, viajar, lograr un trabajo estable, «tener la tranquilidad que cualquier familia quiere». Además, está contento porque en estos meses de confinamiento ha habido mucho acercamiento con su padre y han ido recuperando una relación truncada.
«Este es mi lugar, porque estoy con él», asegura sentado en un sillón del salón de su casa. A una esquina, el árbol de Navidad que armaron hace unos días. «Estoy seguro de que esto es el comienzo de muchas cosas buenas».
Sí, asiente Miguel Ángel: «pensamos casarnos y, cuando podamos, salir a conocer España porque es bonito por todos los caminos». Su casa está muy cerca de la playa, de ese mar que él no había conocido antes de llegar a Málaga porque siempre ha vivido en el interior de Colombia. Jose Antonio fue quien le propuso en los primeros días en Málaga salir a caminar frente al mar:
«Había muchas olas, fortísimas, y pensaba que el agua me iba a comer. Además, entonces no sabía nadar».
«Pero ya aprendí» .
El apoyo a esta pareja se enmarca en el proyecto Tarhib para la Acogida e Inclusión social de personas solicitantes y beneficiarias de Protección Internacional llevada a cabo por Málaga Acoge, federada en Andalucía Acoge, financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (Dirección General de Inclusión y Atención Humanitaria) y cofinanciado por el Fondo Social Europeo en la convocatoria 2020-2021.
*Los nombres que aparecen en el texto son ficticios.