Arlet llegó a Antequera en noviembre de 2024, un año después que lo hiciera su padre, quien había emigrado antes desde Cuba. Allí, en su país, vivía con su madre, su abuela y su hermana pequeña, mientras que su padre residía en otra ciudad. En Cuba él trabajaba como conductor y, tras instalarse en Andalucía, comenzó a trabajar en un almacén, mientras se prepara ahora para obtener el carné de camión. Ella vive con él, aunque su idea es traer pronto a su abuela de Cuba y mudarse con ella.
A sus 27 años, Arlet explica que la situación económica fue el motivo principal que la llevó a dejar su país. Tras seis años de estudios universitarios y habiendo iniciado una especialidad en Medicina Intensiva, sentía que la inestabilidad y los bajos salarios hacían imposible avanzar. “En Cuba puedes trabajar toda la vida y nunca llegas a fin de mes”, reflexiona. Pese a sentirse realizada a nivel profesional, la falta de futuro económico y la necesidad de apoyar a su familia —especialmente a su hermana de 21 años, que aún continúa sus estudios de lenguas extranjeras en la universidad— la empujaron a emigrar.
La llegada no fue sencilla. Ella misma reconoce que atravesó momentos complicados, pero que pronto las cosas empezaron a encaminarse. En este proceso, siente que Málaga Acoge fue un apoyo fundamental. Conoció la asociación a través de la mujer de su padre, que ya había participado en programas de inserción laboral, y pronto se sintió acompañada. “Cuando una llega a un país nuevo es fácil deprimirse. No sabes ni por dónde empezar con tantos trámites, pero Málaga Acoge siempre estuvo ahí para orientarme”, afirma agradecida.
El vínculo con la entidad no se limitó al acompañamiento jurídico y burocrático en su proceso de homologación del título de Medicina. Durante varios meses, mientras esperaba poder ejercer, Arlet fue voluntaria en la sede de Antequera, en labores de primera acogida. Esa experiencia, recuerda, fue muy enriquecedora: “Se parecía mucho al contacto humano que tengo en la medicina. Aunque no sea posible resolver los problemas de las personas, con empatía y cercanía ya salen diferentes a como llegaron. Esa es también una forma de ayudar”.
En apenas unos meses consiguió homologar su título, un plazo sorprendentemente breve que le abrió las puertas para poder trabajar como médica en España. Desde junio se desempeña en la atención a pacientes críticos con una empresa privada subcontrata del 061 en Málaga. Su intención es seguir formándose, presentarse al examen MIR y recuperar la especialidad de Medicina Intensiva que había iniciado en Cuba. Paralelamente, está sacándose el permiso de conducir, un paso más en su nueva vida.
Arlet valora como un logro inmenso haber podido reincorporarse al ámbito sanitario tan rápido. “Terminé de trabajar en Cuba en junio, y en menos de un año ya estaba ejerciendo aquí. Nunca lo hubiera imaginado”, reconoce. Esa oportunidad, además, le permite enviar apoyo económico a su familia, lo que le da tranquilidad y fortaleza emocional.
Más allá de su trayectoria profesional, Arlet mantiene vivos otros intereses: Le gusta mucho leer y dedica gran parte de su tiempo libre al estudio, consciente de que la Medicina requiere actualización constante. Confiesa también que, antes de descubrir su vocación médica, lo que más le atraía era la Literatura, aunque finalmente la vida la llevó por otro camino que hoy reconoce que le llena.
Para ella, la experiencia como voluntaria en Málaga Acoge fue, además, una forma de devolver algo de lo recibido. “Cuando estás recién llegada y otros te ayudan, después sientes la necesidad de hacer lo mismo con alguien más. Es tu granito de arena”, dice.
Con su hermana a punto de finalizar la Universidad y con planes de reunirse con ella en España pronto, Arlet piensa su futuro con optimismo. Aún sabiendo que migrar nunca es fácil ni deseado, confía en que la decisión que un día tomó abrirá oportunidades para ella y a su familia. Hoy, desde Antequera, su historia es un testimonio de esfuerzo, acompañamiento y resiliencia.