Abdelbar Aourram, uno de los chicos que acompañamos en Málaga Acoge, se ha graduado con una media de 9,67 en los estudios de educación secundaria para adultos que ha cursado en el IES Vicente Espinel (Gaona). De Tetuán (Marruecos), llegó a Málaga a finales de 2023 y desde el año pasado vive en uno de los pisos que gestionamos para jóvenes procedentes del sistema de protección de menores. “Mi madre está orgullosa y contenta”, afirma este chaval de 25 años que acaba de matricularse en un grado medio de Telecomunicaciones.
Cuando mira atrás, Aldelbar afirma que “ni en sueños” imaginaba que iba a estar como está ahora. Cuenta que llegó a la Península desde Ceuta escondido en la chimenea de un barco junto a otro joven. “Traté de viajar de forma legal y estaba esperando los documentos, pero era muy difícil”, advierte. Con doce hermanos, decidió migrar tras la muerte de su padre. “Me monté a las diez de la noche porque el barco salía por la mañana del día siguiente. Llovía y hacía frío”, recuerda.
Pasó un tiempo acogido en centros de menores en Ceuta. “En una habitación estábamos 45 personas y sólo había cuatro camas, imagínate”, relata Abdelbar que asegura que ha tenido que “luchar mucho” por dejar atrás adicciones y salir adelante. Su camino no ha sido fácil. “Hubo una época en la que perdí el control, no sabía lo que hacía ni dónde estaba. He tenido que esforzarme mucho, pero ha merecido la pena”.
En junio terminó con éxito sus estudios de secundaria para personas adultas (ESPA) en El Gaona. Hizo los dos cursos en uno. Reconoce que al principio le costó bastante porque no entendía bien las clases, pero que poco a poco ha ido mejorando. “Recuerdo que en la clase de Química hablaban de los protones y la materia que nos rodea, o en historia de la Monarquía, la Revolución Francesa, con palabras específicas, y para entender bien los temas tenía que traducir e investigar por mi cuenta fuera del instituto”.
“Lo que más me gusta es Matemáticas, Ciencias, Física y Química…”, anota este joven, que sostiene que lo que le anima a esforzarse cada día es el camino ya recorrido, su padre y su madre. Aunque finalmente cursará un grado de Telecomunicaciones, lo que de verdad le gusta es el ámbito de la electricidad y la climatización, un sector en el que le gustaría trabajar en el futuro.
Desde febrero de 2024 comparte uno de los pisos que gestiona nuestra Área de Jóvenes con otros chicos. «Me acostaba pronto y levantaba temprano para repasar», indica. En este tiempo ha compatibilizado sus estudios con formaciones como la de Ayudante de Camarero que impulsó el Área de Empleo. El año pasado también fue uno de los jóvenes que participó en una charla en el IES Cánovas del Castillo de Málaga.
“Málaga Acoge me ha apoyado mucho, porque me han acogido desde la nada, necesitaba una mano y la asociación me apoyó para arreglar mi documentación y para trabajar”, valora, al tiempo que aconseja a chicos como él que “crezcan, se formen y hagan las cosas bien porque merece la pena esforzarse”. Dice que por su propia experiencia comprende lo que sienten los jóvenes que migran y sabe que no es nada fácil: “están llenos de rabia y depresión, cada uno lo sufre a su manera. Si estás perdido para salir de ahí hay que luchar mucho, hacer lo que sea, al menos algo bueno cada día…con el tiempo lo vas a notar”. Considera que lo más importante es tener claro tus objetivos. “Tienes que saber lo que vas a hacer, si no no te vas a adaptar. A veces el principal problema eres tú mismo”.
Con polo blanco y sonriendo cada poco, confiesa que antes no le gustaba estudiar, que incluso lo “odiaba” y que al final sí que le ha gustado y ha aprovechado bien este tiempo, en el que aún no cuenta con permiso de trabajo, para formarse. Advierte de que la situación en Tetuán no le dejaba crecer y desarrollarse y que en Marruecos no hay tantas oportunidades como en España.
Aldelbar habla también sobre los recientes actos xenófobos en Torre Pacheco. “Lo que está pasando en los últimos días es un desastre. Por una cosa pequeña empieza el odio, alentado por la opinión de unas personas y la confusión e información falsa en redes sociales”, indica, y reconoce que en alguna ocasión se ha sentido juzgado por su apariencia. Como aquél día en el que fue a la playa a bañarse después de hacer deporte y vio como una mujer que estaba cerca recogía sus cosas en su bolsa “como si le fuera a robar”. Como contraste contó cómo cuando fue a comprar al supermercado el otro día devolvió a la cajera, que se mostró muy agradecida, dinero de más que le había dado al pagar.
En su tiempo libre a Abdelbar le gusta hacer deporte, ir a la playa y trata de leer, dice, aunque no tiene el hábito. Además, hace de peluquero y corta el pelo a otros jóvenes que acompañamos en Málaga Acoge. El patio de Ollerías se convirtió el otro día en una improvisada peluquería con todo el instrumental dispuesto sobre una mesa.
Además de Abdelbar, este año se graduaron en el Gaona Youseff Attalhaoui, Said El Hiba, Mohamed Said Chair y Youseff Raoui, jóvenes que están construyendo su futuro en las aulas.
Hace poco que habló con su madre, que vive en Tetuán junto al resto de hermanos. “Me gustaría volver a verla, volver a Marruecos y viajar con ella. Y si consigo un visado algún día que viniera aquí conmigo y viajar con ella por España”.
Esta entrevista forma parte de una serie especial realizada por Málaga Acoge con motivo de nuestro 35 aniversario. A través de estas historias de vida, queremos visibilizar la fuerza, la determinación y la esperanza de las personas que acompañamos cada día. Sus testimonios reflejan el valor de la diversidad y la importancia de la solidaridad para construir una sociedad más justa e inclusiva. Gracias por acompañarnos en este recorrido y por celebrar con nosotros más de tres décadas de apoyo y nuevos comienzos.



