En el marco de la serie de entrevistas por el 35 aniversario de Málaga Acoge, la historia de Alba se convierte en un ejemplo de superación y compromiso comunitario en la prevención de violencias machistas en Fuengirola. Alba, dinamizadora comunitaria y madrina de otra mujer que actualmente recibe apoyo de la entidad, ha transitado un duro camino personal hasta convertirse en referente para otras mujeres en situación de violencia de género.
Llegó a Fuengirola hace seis años y medio desde Colombia, tras conocer a su pareja en 2015 a través de una aplicación. “Yo era viuda y me quedé con dos hijas que me tocó sacar adelante, y no volví a pensar en mí como mujer hasta que fueron mayores”, recuerda. Su pareja le presentó a su familia y la invitó a conocer el país, donde, en ausencia de empleo, comenzó a ayudar en la cosecha de aguacates en la que trabajaba él. Sin embargo, desde el principio, Alba percibió señales extrañas: “En esos tres meses pasaron cosas raras, siempre le sonaba el teléfono”. La presencia de muchas exparejas en la vida de él no dejaba de inquietarla.
A pesar de sus dudas, Alba regresó a Colombia, aunque no lograba quitarse de la cabeza ciertas escenas. La comunicación diaria con su pareja la llevó a regresar a España y formalizar la relación, aunque él solo permitió que la familia cercana lo supiera. “Era como un encantador de serpientes”, confiesa Alba al recordar cómo se sentía atrapada por su pareja. Durante la pandemia, la situación empeoró: Alba era la única que salía a comprar y notaba cada vez más señales de que algo no iba bien, incluyendo la presencia de otras mujeres y situaciones de control y aislamiento.
En un momento crítico, Alba contactó a Málaga Acoge en busca de ayuda para trámites de documentación y empleo. Llegó devastada y reconoce que “no hacía sino llorar”. Se refugió en una habitación del piso que gestionamos a través del proyecto Sadhana, donde encontró tranquilidad y apoyo. “Esos días fueron tranquilidad, felicidad y paz”, asegura. Consciente de que era un recurso temporal, decidió ceder su lugar a madres con niños y, ante la aparente promesa de cambio de su pareja, regresó a casa. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había cometido un error. Intentó reconstruir su vida trabajando como cuidadora de una persona con Alzheimer, pero la situación se tornó insostenible por las duras condiciones del empleo.
La violencia psicológica y económica continuaba. Alba descubría relaciones paralelas y transferencias de dinero a otras mujeres. En Málaga Acoge halló un espacio de referencia y apoyo, describiéndolo como su propia familia y salvación: “Este lugar fue mi salvación y aquí he encontrado el cariño y el afecto, todo”.
Buscando independencia, Alba aceptó una oferta de empleo en Zaragoza, pero la pandemia frustró sus planes. Decidida a no rendirse, preparó su salida con más calma, ahorrando y organizando todo para poder alquilar un piso. Mientras tanto, trabajó en un hotel, donde la situación en casa seguía deteriorándose. Incluso llegó a enfrentarse a su pareja cuando este intentó agredirla: “Le dije que solo los cobardes le levantan la mano a una mujer”.
Durante este tiempo, Alba fue víctima de insultos y humillaciones, tanto por parte de su pareja como de otras mujeres con las que él se relacionaba. Compartía parte de su situación con sus hijas, quienes la ayudaron a buscar un piso por Internet. Finalmente, el 22 de junio del año pasado, Alba decidió marcharse definitivamente, dejando atrás los malos tratos y humillaciones. “Ese día salí con una sonrisa. Le dije que hasta ese día había aguantado sus maltratos y humillaciones».
Su trabajo en el hotel no solo le permitió independencia económica, sino que también la llevó a ser ascendida a jefa de Office, un puesto de trabajo que considera su “pasaporte hacia la libertad”. A pesar de las dificultades, Alba dice que mantiene su esencia: “Trato de llegar con una sonrisa porque es mi esencia. Este trabajo me ha abierto puertas”.
Alba también ha desarrollado proyectos personales, como la creación de contenidos para redes sociales. Tiene un canal de cocina, En la cocina con Mery, un blog, y está embarcada en la creación de un canal de crecimiento personal para apoyar emocionalmente a otras personas. Actualmente, se recupera de una lesión en la mano derecha, pero continúa gestionando su hogar y sus actividades con una sola mano: “Con una sola mano limpio la casa y hago recetas».
Sobre su participación en la formación de mujeres dinamizadoras comunitarias en prevención de violencias machistas , Alba destaca lo mucho que ha aprendido y recuerda que siempre fue una mujer independiente en su país, donde trabajó en diseño y confección de ropa. “Me gustaría más adelante comprarme una máquina de coser”, comparte.
Hoy, Alba es madrina de otra mujer acompañada por Málaga Acoge en Fuengirola. Entre ellas ha surgido una conexión especial: comparten salidas, charlas y apoyo mutuo. Alba, desde su experiencia, le transmite que salir de una situación de violencia es difícil pero posible, siempre que se mantenga el foco en la meta y la confianza en una misma: “No es fácil salir de esa situación, pero no es imposible. Es querer, proponérselo y estar siempre enfocada con miras a salir. En ningún momento pensar que no lo va a lograr porque sí se puede”. Juntas, encuentran momentos de risa y felicidad, y Alba celebra haber recuperado su libertad y autonomía: “De no tener ni siquiera un céntimo en mi billetera a ser la persona que soy hoy, a tener esa libertad de poder hacer lo que quiera. Y lo he conseguido yo”.
Reconoce el papel fundamental de Málaga Acoge y de personas como nuestra compañera Rosalía, cuya orientación y acompañamiento -apunta- fueron clave en su proceso: “Rosalía nunca me soltó, sus llamadas eran como una recarga de batería”.
La historia de Alba es testimonio de resiliencia y solidaridad, y un ejemplo inspirador para otras mujeres que atraviesan situaciones similares.
Esta entrevista forma parte de una serie especial realizada por Málaga Acoge con motivo de nuestro 35 aniversario. A través de estas historias de vida, queremos visibilizar la fuerza, la determinación y la esperanza de las personas que acompañamos cada día. Sus testimonios reflejan el valor de la diversidad y la importancia de la solidaridad para construir una sociedad más justa e inclusiva. Gracias por acompañarnos en este recorrido y por celebrar con nosotros más de tres décadas de apoyo y nuevos comienzos.