Yassine dice que la persona que es hoy, 9 de abril de 2025, es otra bien distinta a la que era hace ocho o nueve años. Ha recorrido un camino difícil desde que llegó a España el 20 de diciembre de 2013, escondido en los bajos de un camión a bordo de un barco. Sólo tenía 15 años. Con casi 28 vive en uno de los pisos que Málaga Acoge gestiona para jóvenes procedentes del sistema de protección de menores y el próximo curso comenzará a estudiar un grado superior de Integración Social.
«Todo el camino que he recorrido me ha hecho decidirme por la rama de la Integración Social. Creo que al haber vivido tantas cosas me será más fácil entender las situaciones de los demás», explica este joven de Fez, uno de ocho hermanos, de madre ama de casa y padre taxista, que dejó su casa en busca de mejores oportunidades de vida.
Llegó siendo un niño e ingresó en un centro de menores. Siente que lo peor vino al cumplir 18 años: «El cambio de país no me chocó tanto, aunque claro que estar sin mi familia era duro. Lo que me hizo mucho más daño es cumplir la mayoría de edad, tener que dejar el centro, ahí sí sentí de verdad la lejanía de la familia. No podía trabajar ni viajar. Me encontré viviendo en la calle», recuerda.
En ese tiempo tocó las puertas de nuestra sede de Málaga Acoge en la calle Ollerías. «Entonces tenía la cabeza muy perdida, por el consumo y el comportamiento que tenía. Cuando miro atrás es como si viera a otra persona. «, reconoce. No le gusta presumir de sus logros porque dice que se considera una persona humilde, pero se tiene que sentir orgulloso de su esfuerzo por salir adelante y conseguir las metas que se propone. Cuenta que la fortaleza más importante que ha desarrollado es poder ver la realidad de las cosas y que ha cambiado su forma de ver la vida en un tiempo corto.
«La verdad es que he mejorado en muchos aspectos y aún me queda mucho por mejorar», afirma. Hace dos años que salió de prisión donde ingresó con 20 años. En la cárcel se graduó de la ESO y aprovechó el tiempo del Tercer Grado para seguir estudiando un grado medio de Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería en el IES Victoria Kent, cuyas prácticas hizo en Cádiz.
«Me he enfrentado a cinco años de prisión y fue allí donde desperté de un sueño que me tenía atrapado. La adicción te tapa los ojos y te hace vivir una película que crees que es real y no lo es. Era muy dependiente y es cuando paras un poco cuando empiezas a ver los fallos que has cometido». A los chicos que como él se enfrentan a situaciones complicadas les aconseja despertar a tiempo y les advierte de que «cometer un fallo puede pasar una factura muy grande con el tiempo y se pasa mal».
Si le llegan a decir hace unos años que acabaría estudiando Integración Social asegura que no se lo hubiera creído y no descarta quizá el día de mañana embarcarse en otros estudios o trabajos. «Necesito investigar para saber realmente lo que quiero, aunque tengo los años que tengo, ya mismo cumplo 28», reconoce. Aunque ya no es el joven de 18 que tocó las puertas de la asociación afirma que en estos momentos es cuando más valora el acompañamiento de la entidad. «La oportunidad de estar en el piso y poder estudiar no la tiene cualquiera», agradece.
Antes de venir a España, Yassine tenía la imagen de un país en el que «podías conseguir lo que quisieras», pero con el paso del tiempo ha ido de descubriendo que no se correspondía con la realidad. «Si bien es verdad que tienes más derechos, más libertad y oportunidades de conseguir un montón de cosas que en mi país no hay, nada es fácil y si no trabajas no consigues nada».
En este momento cuenta que su «único objetivo» es poder conseguir un visado para ir a visitar a su madre a la que no ve desde que se fue de Fez. «Es lo primero», pero hasta el 2027 no podrá lograr por sus antecedentes penales. Su madre se llama Halgaria, pasó casi dos años sin hablar con ella cuando estuvo en prisión, y ahora es, asegura, su principal motivo para salir adelante.
Yassine tiene trabajos esporádicos y trata de ahorrar para enviar algo de dinero a su casa en Marruecos. Ha tenido un empleo en un bar y ahora se dedica a reformas de casas. Está animado con la expectativa de los estudios aunque reconoce que no es capaz de concentrarse mucho tiempo seguido. «Yo quiero estudiar, pero llevo un saco muy pesado en la espalda y no puedo hacerlo muy seguido».
Cuenta que le gusta el deporte en general y que en sus ratos libres juega al fútbol. Desde hace poco se mueve por la ciudad en un patinete negro que compró de segunda mano. Con él se aleja de la sede por la calle Ollerías dejando atrás Málaga Acoge.
Esta entrevista forma parte de una serie especial realizada por Málaga Acoge con motivo de nuestro 35 aniversario. A través de estas historias de vida, queremos visibilizar la fuerza, la determinación y la esperanza de las personas que acompañamos cada día. Sus testimonios reflejan el valor de la diversidad y la importancia de la solidaridad para construir una sociedad más justa e inclusiva. Gracias por acompañarnos en este recorrido y por celebrar con nosotros más de tres décadas de apoyo y nuevos comienzos.