Este martes, junto a un grupo de entidades sociales –Amnistía Internacional, Asociación Tierra Matria, APDH y Fundación La Merced Migraciones– y con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas el 20J, nos concentramos en la Plaza de la Constitución de Málaga para alzar la voz por la dignidad y los derechos de las personas refugiadas y exigir vías legales y seguras para quienes necesitan protección.
En el suelo de la plaza se dispuso una larga lista de nombres de personas refugiadas muertas entre 1993 y 2025, de la campaña «United Against The ‘Fatal Policies of Fortress Europe» con información resumida sobre cómo, cuándo en qué circunstancias fallecieron: en ese periodo al menos 66.519 muertes pueden atribuirse a las políticas de Europa Fortaleza. Decenas de miles nunca se encuentran.
La concentración reunió a representantes de las entidades y voluntariado que participó en una performance alzando telas azules a modo de un mar y la lectura de un manifiesto elaborado conjuntamente y que puedes leer a continuación:
Hoy, alzamos la voz por los millones de personas que, como nosotras, en todo el mundo, se han visto forzadas a abandonar sus hogares para salvar sus vidas y vivir con dignidad. Los conflictos armados, las persecuciones, la violencia, la pobreza, la crisis climática son una constante, en aumento, de un sistema global que margina y expulsa.
En el último año se han alcanzado cifras récord de desplazamientos forzosos a nivel mundial. Más de 43 millones de personas son refugiadas (122 millones de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares, incluidos los desplazamientos internos, que son la mayoría).
En este contexto siguen existiendo focos de desplazamientos como Siria, Venezuela, Afganistán, Ucrania, Sudán, la región del Sahel y Palestina. Mención especial merece esta última, donde el genocidio ha dejado más de 54.000 muertes y 1,9 millones de personas desplazadas, ante una respuesta internacional insuficiente.
Ser refugiado/a no es una elección, es una urgencia.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, ser refugiado/a sigue significando enfrentarse a un laberinto de barreras: muros físicos, trabas legales, racismo, exclusión, discriminación y una constante criminalización por el simple hecho de migrar.
En España, como en muchos otros países de Europa, ser refugiado/a es vivir una lucha diaria. A las dificultades materiales se suman las violencias administrativas: procesos lentos, opacos y deshumanizantes que nos condenan a la incertidumbre. El acceso a derechos fundamentales —como la salud, la vivienda, el trabajo o la educación— hacen que la vida se vuelva una carrera de obstáculos marcada por el estigma y la sospecha.
Por otro lado, a pesar de cierta mejora, España sigue estando a la cola de la UE en cuanto a tasa de reconocimiento de protección internacional. Casi 30% (puntos) por debajo de la media de la UE (España, 18,5% y media UE (46,6%). Cifras que reflejan los obstáculos y el gran camino que todavía queda por recorrer.
Mediterráneo sigue siendo la vergüenza de Europa
La falta de vías legales y seguras hace que cada año miles de personas se jueguen la vida cruzando el mar hacia las costas europeas.
En 2024, al menos 2 personas murieron de media cada día en el mar intentando llegar a Europa y, aproximadamente 1, rumbo a España.
Ser mujer y refugiada multiplica aún más las violencias.
Las mujeres refugiadas nos enfrentamos a riesgos específicos: violencia sexual, trata, explotación laboral, exclusión del sistema de acogida , y una total invisibilización de nuestras necesidades y voces. Urge un enfoque feminista, interseccional y con perspectiva de derechos humanos en todas las políticas migratorias y de asilo. Y aún más si eres mujer, persona LGTBI+, racializada, con diversidad funcional o madre sola. Las mujeres refugiadas sufrimos violencia institucional, machismo, discriminación interseccional y una total falta de protección ante las violencias específicas que nos atraviesan.
El nuevo reglamento de Extranjería en España, aunque con avances parciales, sigue sin abordar de manera integral la realidad de las personas migrantes y refugiadas. Se necesitan cambios estructurales que garanticen una acogida digna, ágil y humana. Las leyes no pueden seguir siendo herramientas de control y exclusión: deben ser puentes hacia la justicia, no muros. Estas leyes deben construirse con las personas refugiadas y se deben crear para ello los mecanismos que garanticen la participación política. Regularización YaEl Pacto Europeo de Migraciones y Asilo, aprobado en mayo de 2024, lejos de garantizar el derecho a migrar y a buscar refugio, refuerza una Europa fortaleza, que externaliza fronteras, criminaliza la solidaridad y prioriza la seguridad por encima de la vida. Este pacto pone en riesgo los derechos más básicos de las personas migrantes y refugiadas, y perpetúa la idea de que migrar es una amenaza, en lugar de un derecho humano.
Este pacto es una amenaza directa al derecho de asilo. Refuerza el enfoque securitario, fomenta las expulsiones colectivas, externaliza el control migratorio a países no seguros y crea procedimientos fronterizos exprés que vulneran el derecho a una acogida digna y a un proceso justo.
Frente a esta Europa fortaleza, exigimos una Andalucía de acogida, abierta, justa y solidaria.
Los compañeros de TeleSur se hicieron eco de la concentración con una noticia general y recogieron declaraciones de nuestra compañera Mercedes González, coordinadora del Área de Protección Internacional en otra pieza: https://dai.ly/x9lm8g0 (minuto 2.20).
Por eso hoy exigimos:
● Vías legales y seguras para quienes necesitan protección.
● Un sistema de acogida digno, que garantice los derechos de las personas y que asegure los estándares de vida adecuados por la jurisprudencia europea y española.
● La abolición del racismo institucional y de todas las formas de discriminación.
● Políticas migratorias centradas en la dignidad, la equidad y la justicia social.
● El reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres migrantes y refugiadas, con medidas específicas de protección y empoderamiento.
● Que se garantice el derecho a migrar como un derecho humano irrenunciable.
Frente a la indiferencia, elegimos la solidaridad. Frente al racismo, alzamos la voz por la justicia. Frente a los muros, construimos puentes.
Porque ninguna persona es ilegal. Porque todas las personas tienen derecho a vivir en paz, con dignidad y sin miedo.
Hoy y siempre: ni una refugiada menos, ni un derecho menos.
¡Por una Europa y un mundo donde migrar no sea un privilegio, sino un derecho!
Aquí, algunos momentos de la concentración:







